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Etiquetas | Open Arms | Inmigración | Política
Díganos, señora Calvo, ¿cuánto cuesta el viaje de este navío de guerra a Lampedusa, Sicilia y, luego, Mallorca?

De cómo el navío Audaz es utilizado para trasportar inmigrantes

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Cuando se habla de cazar moscas a cañonazos es evidente que se utiliza esta metáfora para indicar que los medios utilizados para conseguir un objetivo son claramente desproporcionados respecto a conseguir el fin al que se destinan.

Uno pensaría que, cuando un gobierno da muestras de ir dando bandazos a ciegas, cambia de criterio según le interesa en cada momento, toma decisiones sin una previa valoración de sus consecuencias o utiliza la demagogia para intentar explicar algo que ha hecho que carece por completo de lógica, es absurdo o podría haber creado problemas si, los afectados por aquella decisión, decidieran aplicar represalias contra quien la tomó. Esta ha sido, sin duda, la errónea forma en la que nuestro gobierno en funciones, dirigido por el señor Pedro Sánchez, ha gestionado este desagradable incidente del Open Arms, con todo su cargamento de migrantes salvados de ser engullidos por el mar Mediterráneo.

Puede que lo correcto hubiera sido seguir las normas europeas creadas al efecto, en cuanto a cuales deberían ser los migrantes rescatados de la mar que se pudieran considerar como refugiados huidos de sus países de origen por ser perseguidos por sus ideas, sus creencias religiosas o sus razas, que pidiesen ser aceptados en el país de acogida en virtud de sus alegaciones denunciando ser objeto de persecución por los gobernantes de sus países de origen o, cuántos de ellos deberían ser devueltos a ellos. Y esta parece que fue la primera intención del actual gobierno socialista en funciones, ante la primera petición del señor Oscar Camps, capitán de buque Open Arms, de atracar en un puerto español para descargar su pasaje de emigrantes africanos.


Sin embargo, como ya se ha convertido en una costumbre del señor Sánchez y sus ministros, ante la evolución de los acontecimientos, el empeño del patrón de desembarcar su carga humana en un puerto italiano en la isla de Lampedusa y la negativa del señor Salvini a permitirlo junto a la serie de circunstancias que se produjeron seguidamente, cuando un juez italiano dijo que se debía permitir que el barco entrase en aguas territoriales italianas y, al poco tiempo, un fiscal decidió que deberían desembarcarse los menores para evitar que las malas condiciones en las que se presumía que se encontraba el pasaje pudiera crearles problemas; el gobierno español debió pensar que, los ataques que estaba recibiendo por actuar de forma distinta a la que empleó en el caso del barco Aquarius, el año anterior, cuando se produjo aquel recibimiento fastuoso, con la presencia de cuatro ministros, que se les dio a los migrantes del barco de la ONG, cuando desembarcaron en el puerto de Valencia; les iba a perjudicar más que lo que les pudiera reportar el incumplir con las normas europeas, dieron una larga cambiada y decidieron ponerse de acuerdo con otros tres países para repartirse los 83 navegantes que todavía quedaban a bordo del Open Arms.

Lo lógico hubiera sido que enviasen a rescatar a los 15, que parece que le han tocado a España, un medio adecuado a su número que, evidentemente, no podían ser unas bicicletas pero, tampoco, como ha sucedido, que enviasen para tal fin a un barco de guerra, perfectamente artillado y con una tripulación de más de sesenta efectivos, en busca de tan poca gente. Así y todo, esta especie de culebrón televisivo, no acaba aquí ya que, entre tanto, el fiscal de Agrigento (Sicilia), Luigi Patronaggio, había ordenado, tras realizar una inspección del buque, su incautación y el desembarco inmediato de los náufragos en la isla de Lampedusa, algo que parece que sucedió cuando apenas el Audaz (el navío de guerra en cuestión) había dejado el puerto y empezaba a poner rumbo a Lampedusa. En lugar de ordenar el regreso del barco a puerto, el gobierno decidió que continuase el viaje con el peregrino argumento de que ya que se trataba de un barco con pabellón español era adecuado que se notase nuestra presencia en el lugar de los hechos. Parece ser que, el objetivo del Gobierno, era que el Audaz no solo embarcase a los migrantes, sino que acompañase al Open Arms de vuelta a España, lo que resultará imposible tras la incautación del barco ordenada por el fiscal.

Ahora el Audaz, después de permanecer anclado fuera del puerto de Lampedusa se ha tenido que dirigir a Sicilia donde parecer que deberá recoger a los 15 migrante que, según se dice, deberá trasladar al puerto de Palma de Mallorca para que desembarquen en el mismo.

Hasta aquí lo que ha sido, en forma resumida, la odisea por la que han pasado los embarcados en el Open que recalaron en Lampedusa, después de quince días de permanecer en alta mar esperando encontrar un puerto en el que desembarcar debido a que el patrono de la nave no quiso desembarcarlos en el puerto de Túnez, que se había prestado a acogerlos. ¿El motivo? Pues, seguramente, porque su verdadera intención era provocar el lío que ha conseguido armar para que toda Europa se haya sentido obligada a tomar una decisión. No obstante, como suele suceder cuando el tema es escabroso, Europa como tal, no se ha definido y han tenido que ser cuatro naciones las que hayan asumido, por su cuenta, el aceptar a los náufragos de acuerdo con la capacidad de cada una de ellas para recibirlos.

Pero es evidente que el Gobierno español ha demostrado su incapacidad para hacerse cargo de un problema en el que, voluntariamente, se dejó arrastrar sin tener necesidad de hacer otra cosa que recibir instrucciones de la UE que le indicase el camino que debía seguir. Aparte de actuar, como suelen hacer, con el oscurantismo habitual, sin informar debidamente a la ciudadanía de los motivos de sus decisiones, dando explicaciones claras de su cambio de criterio respecto al caso del Aquarius, ha incurrido en falta de coordinación entre los responsables de ministerio de Defensa y del ministerio de Asuntos Exteriores, de modo que cada uno de ellos ha actuado por su parte, independientemente de lo que haya decidido el otro.

Resulta poco menos que un absurdo rayano en la malversación de fondos públicos el que no se abortara la misión del Audaz una vez se supo del desembarco en Lampedusa de los náufragos o rescatados de las pateras. Tampoco se entiende que haya tenido que dirigirse de Lampedusa a Sicilia para tener que esperar a que se le autorice a recoger los 15 migrantes que nos han correspondido. ¿Por qué no se envió un avión militar para hacerse cargo de dichas personas? Un medio que, evidentemente, hubiese resultado más económico y menos espectacular. Resulta irónico y malo de explicar que se diga que unidades mecanizadas del Ejército español deben permanecer inmovilizadas en sus correspondientes refugios porque no se dispone, en el presupuesto, de una partida suficiente para financiar el combustible para ponerlas en movimiento. No obstante, se ha permitido el desplazamiento de un navío de guerra sin que hubiera una evidente necesidad de hacerlo, existiendo otros medios menos onerosos para un transporte de sólo 15 personas.

Resulta decepcionante que, en primer lugar, llevemos cuatro meses desde las elecciones legislativas y seguimos sin tener un gobierno que se haga cargo de dirigir el país. También preocupa el hecho de que el señor Pedro Sánchez siga mareando la perdiz como si, esta situación de inestabilidad política, fuera algo que quisiera mantener todo el tiempo que le fuera posible. Seguramente que los ciudadanos, en nuestra inopia informativa, seamos los principales destinatarios de esta situación de inseguridad en la que nos sentimos viendo que los problemas endémicos siguen sin solucionarse, como es el caso de Cataluña, de los comunistas de Podemos o de los evidentes signos de estancamiento de la economía que parece que se van extendiendo por toda Europa y empezamos a notar en España, acaben como sucedió en el 2008, por afectarnos de una manera inesperada mientras, como hizo Zapatero, nuestras ministras de dedican a disculpar todos los fallos que vayan cometiendo durante este periodo de interinidad por el que nos están obligando a pasar. Y, finalmente, cuesta poder entender que, para intentar mantenerse en el candelero, este gobierno interino, siga pasteleando dando una de cal y otra de arena, mientras continúa dando muestras de ser incapaz de seguir una política determinada, lo que nos anticipa lo que, probablemente, van a ser estos cuatro años con los que nos amenazan gobernar.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mientras estamos viendo que existen graves cuestiones, una de ellas el tema de las pensiones o el envalentonamiento de Cataluña que, desgraciadamente, ya se está trasladando a Valencia, una parte de nuestra nación caracterizada durante muchos años por su españolismo, que ya se están sumando a Baleares y al País Vasco lanzado a anexionarse Navarra como meta de sus intentos soberanistas. Vayamos cediendo y pronto sabremos lo que nos hemos jugado.

De cómo el navío Audaz es utilizado para trasportar inmigrantes

Díganos, señora Calvo, ¿cuánto cuesta el viaje de este navío de guerra a Lampedusa, Sicilia y, luego, Mallorca?
Miguel Massanet
jueves, 29 de agosto de 2019, 09:47 h (CET)

Cuando se habla de cazar moscas a cañonazos es evidente que se utiliza esta metáfora para indicar que los medios utilizados para conseguir un objetivo son claramente desproporcionados respecto a conseguir el fin al que se destinan.

Uno pensaría que, cuando un gobierno da muestras de ir dando bandazos a ciegas, cambia de criterio según le interesa en cada momento, toma decisiones sin una previa valoración de sus consecuencias o utiliza la demagogia para intentar explicar algo que ha hecho que carece por completo de lógica, es absurdo o podría haber creado problemas si, los afectados por aquella decisión, decidieran aplicar represalias contra quien la tomó. Esta ha sido, sin duda, la errónea forma en la que nuestro gobierno en funciones, dirigido por el señor Pedro Sánchez, ha gestionado este desagradable incidente del Open Arms, con todo su cargamento de migrantes salvados de ser engullidos por el mar Mediterráneo.

Puede que lo correcto hubiera sido seguir las normas europeas creadas al efecto, en cuanto a cuales deberían ser los migrantes rescatados de la mar que se pudieran considerar como refugiados huidos de sus países de origen por ser perseguidos por sus ideas, sus creencias religiosas o sus razas, que pidiesen ser aceptados en el país de acogida en virtud de sus alegaciones denunciando ser objeto de persecución por los gobernantes de sus países de origen o, cuántos de ellos deberían ser devueltos a ellos. Y esta parece que fue la primera intención del actual gobierno socialista en funciones, ante la primera petición del señor Oscar Camps, capitán de buque Open Arms, de atracar en un puerto español para descargar su pasaje de emigrantes africanos.


Sin embargo, como ya se ha convertido en una costumbre del señor Sánchez y sus ministros, ante la evolución de los acontecimientos, el empeño del patrón de desembarcar su carga humana en un puerto italiano en la isla de Lampedusa y la negativa del señor Salvini a permitirlo junto a la serie de circunstancias que se produjeron seguidamente, cuando un juez italiano dijo que se debía permitir que el barco entrase en aguas territoriales italianas y, al poco tiempo, un fiscal decidió que deberían desembarcarse los menores para evitar que las malas condiciones en las que se presumía que se encontraba el pasaje pudiera crearles problemas; el gobierno español debió pensar que, los ataques que estaba recibiendo por actuar de forma distinta a la que empleó en el caso del barco Aquarius, el año anterior, cuando se produjo aquel recibimiento fastuoso, con la presencia de cuatro ministros, que se les dio a los migrantes del barco de la ONG, cuando desembarcaron en el puerto de Valencia; les iba a perjudicar más que lo que les pudiera reportar el incumplir con las normas europeas, dieron una larga cambiada y decidieron ponerse de acuerdo con otros tres países para repartirse los 83 navegantes que todavía quedaban a bordo del Open Arms.

Lo lógico hubiera sido que enviasen a rescatar a los 15, que parece que le han tocado a España, un medio adecuado a su número que, evidentemente, no podían ser unas bicicletas pero, tampoco, como ha sucedido, que enviasen para tal fin a un barco de guerra, perfectamente artillado y con una tripulación de más de sesenta efectivos, en busca de tan poca gente. Así y todo, esta especie de culebrón televisivo, no acaba aquí ya que, entre tanto, el fiscal de Agrigento (Sicilia), Luigi Patronaggio, había ordenado, tras realizar una inspección del buque, su incautación y el desembarco inmediato de los náufragos en la isla de Lampedusa, algo que parece que sucedió cuando apenas el Audaz (el navío de guerra en cuestión) había dejado el puerto y empezaba a poner rumbo a Lampedusa. En lugar de ordenar el regreso del barco a puerto, el gobierno decidió que continuase el viaje con el peregrino argumento de que ya que se trataba de un barco con pabellón español era adecuado que se notase nuestra presencia en el lugar de los hechos. Parece ser que, el objetivo del Gobierno, era que el Audaz no solo embarcase a los migrantes, sino que acompañase al Open Arms de vuelta a España, lo que resultará imposible tras la incautación del barco ordenada por el fiscal.

Ahora el Audaz, después de permanecer anclado fuera del puerto de Lampedusa se ha tenido que dirigir a Sicilia donde parecer que deberá recoger a los 15 migrante que, según se dice, deberá trasladar al puerto de Palma de Mallorca para que desembarquen en el mismo.

Hasta aquí lo que ha sido, en forma resumida, la odisea por la que han pasado los embarcados en el Open que recalaron en Lampedusa, después de quince días de permanecer en alta mar esperando encontrar un puerto en el que desembarcar debido a que el patrono de la nave no quiso desembarcarlos en el puerto de Túnez, que se había prestado a acogerlos. ¿El motivo? Pues, seguramente, porque su verdadera intención era provocar el lío que ha conseguido armar para que toda Europa se haya sentido obligada a tomar una decisión. No obstante, como suele suceder cuando el tema es escabroso, Europa como tal, no se ha definido y han tenido que ser cuatro naciones las que hayan asumido, por su cuenta, el aceptar a los náufragos de acuerdo con la capacidad de cada una de ellas para recibirlos.

Pero es evidente que el Gobierno español ha demostrado su incapacidad para hacerse cargo de un problema en el que, voluntariamente, se dejó arrastrar sin tener necesidad de hacer otra cosa que recibir instrucciones de la UE que le indicase el camino que debía seguir. Aparte de actuar, como suelen hacer, con el oscurantismo habitual, sin informar debidamente a la ciudadanía de los motivos de sus decisiones, dando explicaciones claras de su cambio de criterio respecto al caso del Aquarius, ha incurrido en falta de coordinación entre los responsables de ministerio de Defensa y del ministerio de Asuntos Exteriores, de modo que cada uno de ellos ha actuado por su parte, independientemente de lo que haya decidido el otro.

Resulta poco menos que un absurdo rayano en la malversación de fondos públicos el que no se abortara la misión del Audaz una vez se supo del desembarco en Lampedusa de los náufragos o rescatados de las pateras. Tampoco se entiende que haya tenido que dirigirse de Lampedusa a Sicilia para tener que esperar a que se le autorice a recoger los 15 migrantes que nos han correspondido. ¿Por qué no se envió un avión militar para hacerse cargo de dichas personas? Un medio que, evidentemente, hubiese resultado más económico y menos espectacular. Resulta irónico y malo de explicar que se diga que unidades mecanizadas del Ejército español deben permanecer inmovilizadas en sus correspondientes refugios porque no se dispone, en el presupuesto, de una partida suficiente para financiar el combustible para ponerlas en movimiento. No obstante, se ha permitido el desplazamiento de un navío de guerra sin que hubiera una evidente necesidad de hacerlo, existiendo otros medios menos onerosos para un transporte de sólo 15 personas.

Resulta decepcionante que, en primer lugar, llevemos cuatro meses desde las elecciones legislativas y seguimos sin tener un gobierno que se haga cargo de dirigir el país. También preocupa el hecho de que el señor Pedro Sánchez siga mareando la perdiz como si, esta situación de inestabilidad política, fuera algo que quisiera mantener todo el tiempo que le fuera posible. Seguramente que los ciudadanos, en nuestra inopia informativa, seamos los principales destinatarios de esta situación de inseguridad en la que nos sentimos viendo que los problemas endémicos siguen sin solucionarse, como es el caso de Cataluña, de los comunistas de Podemos o de los evidentes signos de estancamiento de la economía que parece que se van extendiendo por toda Europa y empezamos a notar en España, acaben como sucedió en el 2008, por afectarnos de una manera inesperada mientras, como hizo Zapatero, nuestras ministras de dedican a disculpar todos los fallos que vayan cometiendo durante este periodo de interinidad por el que nos están obligando a pasar. Y, finalmente, cuesta poder entender que, para intentar mantenerse en el candelero, este gobierno interino, siga pasteleando dando una de cal y otra de arena, mientras continúa dando muestras de ser incapaz de seguir una política determinada, lo que nos anticipa lo que, probablemente, van a ser estos cuatro años con los que nos amenazan gobernar.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mientras estamos viendo que existen graves cuestiones, una de ellas el tema de las pensiones o el envalentonamiento de Cataluña que, desgraciadamente, ya se está trasladando a Valencia, una parte de nuestra nación caracterizada durante muchos años por su españolismo, que ya se están sumando a Baleares y al País Vasco lanzado a anexionarse Navarra como meta de sus intentos soberanistas. Vayamos cediendo y pronto sabremos lo que nos hemos jugado.

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