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Daniel Tercero

La universidad catalana: asalto y democracia

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La universidad es el mayor centro del saber. Al menos en teoría y sobre el papel. Los centros universitarios reflejan la pluralidad de teorías y corrientes que sobre las materias -ciencias y letras- pueden existir. Así, la universidad más rica debería ser la que proporcionara varias visiones y métodos de un mismo asunto. Todo esto es la teoría, pero en la práctica cualquiera que haya puesto un pie en un centro de estudios superior o una facultad sabe que ese supuesto orden no se cumple.

No quiero ser excesivamente pesado -para las dos o tres lectoras que me deben quedar- pero de la universidad que mejor puedo hablar es de la catalana. La mía. Quede dicho de antemano que no voy a generalizar y los que se sientan aludidos ellos sabrán porqué. Hace hoy diez días que unos desconocidos asaltaron un local en la Univerisdad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF), centro público, sede de una organización estudiantil universitaria. Cinco días después, el 25 de mayo, otro grupo de desconocidos impedía una conferencia de la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya en la Universidad Autónoma de Barcelona, también pública.

Los hechos, poco difundidos en los medios de comunicación tradicionales, muestran claramente la disfunción que se vive día a día en las universidades catalanas. Son dos ejemplos, es cierto. Pero no son los únicos. Uno puede tirar de hemeroteca y recordar los actos, o intento de ellos, que han sido boicoteados e impedidos en los centros de máximo saber catalanes. Así, nombres como Francisco Caja, Fernando Savater, Jon Juaristi, Aleix Vidal-Quadras, Gotzone Mora, Francesc de Carreras, y tantos otros, han tenido problemas para expresar su opinión sobre asuntos concretos, cuando no se han visto impedidos ha expresarse.

No hace falta posicionarse sobre lo que en diferentes ocasiones se ha pretendido manifestar en las conferencias y charlas que se convocan en las universidades. No hace falta. El problema es que ni tan siquiera se puede debatir. No se puede ser discrepante en suelo 'universal' -de ahí lo de universalidad y universidad-, donde la teoría impone que la riqueza es sinónimo de la discrepancia, del diálogo, del intercambio de pareceres.

Discrepo con Ciutadans de Catalunya en algunos puntos que defienden, todavía como plataforma cívica; más con los chicos de la UPF, que vieron como les destrozaban el local, y forman el grupo de Universitarios Liberal Demócratas. Pero siempre estaré en frente de los que bajo pintadas como "Ciutadans de Catalunya, prou lerrouxisme" o "Fora feixistes de la UPF" actúan como auténticos autoritarios.

Las universidades catalanas, a base de cero democracia, se han convertido en los centros del saber con menos conocimiento. Es decir en centros de adoctrinamiento. No se puede discrepar de la corriente políticamente correcta -Estatuto, nacionalismo conservador, progresismo de salón...-. La política, como en tantos otros lugares en Cataluña, ha entrado de lleno en las universidades.

La universidad catalana: asalto y democracia

Daniel Tercero
Daniel Tercero
martes, 30 de mayo de 2006, 22:49 h (CET)
La universidad es el mayor centro del saber. Al menos en teoría y sobre el papel. Los centros universitarios reflejan la pluralidad de teorías y corrientes que sobre las materias -ciencias y letras- pueden existir. Así, la universidad más rica debería ser la que proporcionara varias visiones y métodos de un mismo asunto. Todo esto es la teoría, pero en la práctica cualquiera que haya puesto un pie en un centro de estudios superior o una facultad sabe que ese supuesto orden no se cumple.

No quiero ser excesivamente pesado -para las dos o tres lectoras que me deben quedar- pero de la universidad que mejor puedo hablar es de la catalana. La mía. Quede dicho de antemano que no voy a generalizar y los que se sientan aludidos ellos sabrán porqué. Hace hoy diez días que unos desconocidos asaltaron un local en la Univerisdad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF), centro público, sede de una organización estudiantil universitaria. Cinco días después, el 25 de mayo, otro grupo de desconocidos impedía una conferencia de la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya en la Universidad Autónoma de Barcelona, también pública.

Los hechos, poco difundidos en los medios de comunicación tradicionales, muestran claramente la disfunción que se vive día a día en las universidades catalanas. Son dos ejemplos, es cierto. Pero no son los únicos. Uno puede tirar de hemeroteca y recordar los actos, o intento de ellos, que han sido boicoteados e impedidos en los centros de máximo saber catalanes. Así, nombres como Francisco Caja, Fernando Savater, Jon Juaristi, Aleix Vidal-Quadras, Gotzone Mora, Francesc de Carreras, y tantos otros, han tenido problemas para expresar su opinión sobre asuntos concretos, cuando no se han visto impedidos ha expresarse.

No hace falta posicionarse sobre lo que en diferentes ocasiones se ha pretendido manifestar en las conferencias y charlas que se convocan en las universidades. No hace falta. El problema es que ni tan siquiera se puede debatir. No se puede ser discrepante en suelo 'universal' -de ahí lo de universalidad y universidad-, donde la teoría impone que la riqueza es sinónimo de la discrepancia, del diálogo, del intercambio de pareceres.

Discrepo con Ciutadans de Catalunya en algunos puntos que defienden, todavía como plataforma cívica; más con los chicos de la UPF, que vieron como les destrozaban el local, y forman el grupo de Universitarios Liberal Demócratas. Pero siempre estaré en frente de los que bajo pintadas como "Ciutadans de Catalunya, prou lerrouxisme" o "Fora feixistes de la UPF" actúan como auténticos autoritarios.

Las universidades catalanas, a base de cero democracia, se han convertido en los centros del saber con menos conocimiento. Es decir en centros de adoctrinamiento. No se puede discrepar de la corriente políticamente correcta -Estatuto, nacionalismo conservador, progresismo de salón...-. La política, como en tantos otros lugares en Cataluña, ha entrado de lleno en las universidades.

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