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Aprender a gestionar las emociones es sinónimo de una mejor calidad de vida en cualquier etapa: desde el colegio hasta el entorno laboral

Así puede ayudarte a vivir mejor la inteligencia emocional

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La Inteligencia Emocional ha pasado a ser un tema presente en cualquier foro de debate sobre desarrollo profesional, además de asignatura obligatoria en las aulas de los colegios de Reino Unido, Malta y también en Canarias. Pero, ¿en qué consiste realmente ser inteligente emocionalmente?, ¿es tan relevante esta destreza ‘blanda’ a la hora de conseguir el pleno éxito? David Bejarano, Coach de Vida y Negocios e instructor best-seller en Udemy, asegura que la Inteligencia Emocional es una habilidad aún subestimada cuyo potencial tiene un impacto directo en la calidad de nuestras vidas.

Inteligencia Emocional, factor en la ecuación del éxito




La gestión de conflictos, el manejo del estrés o las dotes comunicativas son algunas de las habilidades blandas más demandadas en el panorama laboral actual y, junto con ellas, la Inteligencia Emocional. La capacidad que tenemos las personas de gestionar las emociones de manera consciente puede tener un impacto muy notable en el rendimiento de los trabajadores, ya que está muy vinculada al liderazgo, la salud e incluso la felicidad.

“Son nuestras emociones las que influencian en gran manera nuestras actitudes y comportamientos a la hora de tomar decisiones, manejar conflictos, superar retos y construir relaciones con otras personas”, explica David Bejarano. “Cuando practicamos Inteligencia Emocional, podemos ver las situaciones desde una perspectiva objetiva y nos será más fácil direccionar bien nuestras acciones”.

Como sucede con otro tipo de inteligencias, desarrollar la Inteligencia Emocional requiere de dedicación y compromiso a largo plazo. De hecho, una de las áreas que se trabajan especialmente en el coaching, un entrenamiento que se calcula que utilizan para sus empleados hasta un 40% de las empresas del Fortune 500 en Estados Unidos. En cuanto a la relación entre Inteligencia Emocional y éxito, el experto es claro: “considero que la Inteligencia Emocional continúa siendo subestimada. Se ha comprobado que las personas de éxito, a largo plazo, logran su posición no solo por sus conocimientos técnicos y títulos, sino en gran parte gracias a sus habilidades sociales”.

Útil en el trabajo… y en el aula




El hecho de trabajar las emociones y mejorar la capacidad de toma de decisiones y las relaciones sociales, además de tener efectos positivos en el terreno laboral, tiene un reflejo también en la salud física, ya que muchas dolencias tienen su raíz en problemas emocionales como el estrés, la ansiedad o la frustración.

Estas mejoras en la calidad de vida pueden lograrse ya desde etapas tempranas. Por ejemplo, desde hace cinco años, Canarias imparte la asignatura Emocrea (Educación Emocional y para la Creatividad) para que alumnos de primaria gestionen mucho mejor su parte emocional. “Cuando invertimos en una juventud emocionalmente saludable, creamos hombres y mujeres más responsables, maduros y con confianza en sí mismos que podrán llegar mucho más lejos en su vida personal y mejorando la sociedad”, asegura el instructor, que a su vez recuerda cómo puede ayudar la Inteligencia  Emocional en los casos de bullying y baja autoestima.

Como consecuencia, el propio rendimiento escolar se ve también favorecido. Si los jóvenes conocen su valor intrínseco, reconocen sus limitaciones y son empoderados a hacer las cosas de una forma diferente para mejorar sus resultados, trabajarán mejor y reducirán su necesidad de satisfacción inmediata.

Reconocer emociones, ¿cómo se hace?




El primer paso a la hora de empezar a trabajar la Inteligencia Emocional consiste en el reconocimiento de las emociones, dar un nombre a lo que sentimos. Una vez identificadas, pasaremos a buscar de dónde provienen: en qué momentos sentimos esa emoción, qué situación o personas la generan, qué pensamientos produce, etc.

“Si se trata de emociones positivas, podremos apoyarnos en ellas cuando sea necesario y, si son negativas, no trataremos de evitarlas, sino que intentaremos reconocerlas, valorarlas y aceptarlas, ya que aparecen con el fin de enseñarnos algo”, comenta Bejarano. “En ambas situaciones, el comprender dichas emociones da una ventaja increíble en nuestro día a día”.



Así puede ayudarte a vivir mejor la inteligencia emocional

Aprender a gestionar las emociones es sinónimo de una mejor calidad de vida en cualquier etapa: desde el colegio hasta el entorno laboral
Redacción
miércoles, 22 de mayo de 2019, 16:35 h (CET)

La Inteligencia Emocional ha pasado a ser un tema presente en cualquier foro de debate sobre desarrollo profesional, además de asignatura obligatoria en las aulas de los colegios de Reino Unido, Malta y también en Canarias. Pero, ¿en qué consiste realmente ser inteligente emocionalmente?, ¿es tan relevante esta destreza ‘blanda’ a la hora de conseguir el pleno éxito? David Bejarano, Coach de Vida y Negocios e instructor best-seller en Udemy, asegura que la Inteligencia Emocional es una habilidad aún subestimada cuyo potencial tiene un impacto directo en la calidad de nuestras vidas.

Inteligencia Emocional, factor en la ecuación del éxito




La gestión de conflictos, el manejo del estrés o las dotes comunicativas son algunas de las habilidades blandas más demandadas en el panorama laboral actual y, junto con ellas, la Inteligencia Emocional. La capacidad que tenemos las personas de gestionar las emociones de manera consciente puede tener un impacto muy notable en el rendimiento de los trabajadores, ya que está muy vinculada al liderazgo, la salud e incluso la felicidad.

“Son nuestras emociones las que influencian en gran manera nuestras actitudes y comportamientos a la hora de tomar decisiones, manejar conflictos, superar retos y construir relaciones con otras personas”, explica David Bejarano. “Cuando practicamos Inteligencia Emocional, podemos ver las situaciones desde una perspectiva objetiva y nos será más fácil direccionar bien nuestras acciones”.

Como sucede con otro tipo de inteligencias, desarrollar la Inteligencia Emocional requiere de dedicación y compromiso a largo plazo. De hecho, una de las áreas que se trabajan especialmente en el coaching, un entrenamiento que se calcula que utilizan para sus empleados hasta un 40% de las empresas del Fortune 500 en Estados Unidos. En cuanto a la relación entre Inteligencia Emocional y éxito, el experto es claro: “considero que la Inteligencia Emocional continúa siendo subestimada. Se ha comprobado que las personas de éxito, a largo plazo, logran su posición no solo por sus conocimientos técnicos y títulos, sino en gran parte gracias a sus habilidades sociales”.

Útil en el trabajo… y en el aula




El hecho de trabajar las emociones y mejorar la capacidad de toma de decisiones y las relaciones sociales, además de tener efectos positivos en el terreno laboral, tiene un reflejo también en la salud física, ya que muchas dolencias tienen su raíz en problemas emocionales como el estrés, la ansiedad o la frustración.

Estas mejoras en la calidad de vida pueden lograrse ya desde etapas tempranas. Por ejemplo, desde hace cinco años, Canarias imparte la asignatura Emocrea (Educación Emocional y para la Creatividad) para que alumnos de primaria gestionen mucho mejor su parte emocional. “Cuando invertimos en una juventud emocionalmente saludable, creamos hombres y mujeres más responsables, maduros y con confianza en sí mismos que podrán llegar mucho más lejos en su vida personal y mejorando la sociedad”, asegura el instructor, que a su vez recuerda cómo puede ayudar la Inteligencia  Emocional en los casos de bullying y baja autoestima.

Como consecuencia, el propio rendimiento escolar se ve también favorecido. Si los jóvenes conocen su valor intrínseco, reconocen sus limitaciones y son empoderados a hacer las cosas de una forma diferente para mejorar sus resultados, trabajarán mejor y reducirán su necesidad de satisfacción inmediata.

Reconocer emociones, ¿cómo se hace?




El primer paso a la hora de empezar a trabajar la Inteligencia Emocional consiste en el reconocimiento de las emociones, dar un nombre a lo que sentimos. Una vez identificadas, pasaremos a buscar de dónde provienen: en qué momentos sentimos esa emoción, qué situación o personas la generan, qué pensamientos produce, etc.

“Si se trata de emociones positivas, podremos apoyarnos en ellas cuando sea necesario y, si son negativas, no trataremos de evitarlas, sino que intentaremos reconocerlas, valorarlas y aceptarlas, ya que aparecen con el fin de enseñarnos algo”, comenta Bejarano. “En ambas situaciones, el comprender dichas emociones da una ventaja increíble en nuestro día a día”.



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