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​La coeducación es la alternativa para eliminar la desigualdad de género

Cómo erradicar los estereotipos sexistas en los adolescentes

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Si bien es cierto que en los últimos años se ha avanzado en cuestión de coeducación, lo cierto es que todavía queda un largo camino por recorrer. Y es que la sociedad actual sigue siendo “patriarcal” y por ello, los chicos y las chicas de hoy están repitiendo los mismos roles y patrones de comportamiento de antaño.

El género es una representación cultural, que contiene ideas, prejuicios, valores, normas, deberes y prohibiciones sobre la vida de los chicos y las chicas. Así se considera que los jóvenes no son iguales, cada uno tiene su propia función en la vida, puesto que la cultura les atribuye unas determinadas cualidades que distinguen a la mujer del varón.

Según explican desde Youthcamp, grupo de profesionales orientados al desarrollo de las habilidades personales y de liderazgo de los adolescentes, los jóvenes interiorizan los patrones culturales o estereotipos de género que la sociedad le ha transmitido desde la más tierna infancia y así, se les traspasa información que hoy en día queda obsoleta. Marcan su forma de relacionarse que sutilmente les fue inculcada y que hoy en la adolescencia resurge y crea patrones de relación repitiendo esos modelos obsoletos, generando la diferenciación.

“Nosotros trabajamos a diario con jóvenes, y vemos que la coeducación es la única alternativa para evitar todo esto. Sin embargo, esta responsabilidad de coeducar no debería recaer de forma exclusiva en las escuelas, colegios e incluso centros lúdicos, sino que debería ser una responsabilidad compartida, es decir del conjunto de la sociedad. Por ello, insistimos en que se debería entender la urgencia del asunto, la importancia del problema para erradicar los estereotipos sexistas” añade Lita Muñoz, Co-creadora de la organización.

Los niños y las niñas no nacen con un patrón de comportamiento predeterminado, los modelos referentes los perciben de la sociedad. Y es que los modos en cómo se transmiten estos estereotipos van desde las expectativas de los adultos sobre el comportamiento de los adolescentes, la presión de los iguales, aquellos que aceptaron el estereotipo que les traspasaron los adultos, los medios de comunicación y su poder en dictar como es el/la adolescente ideal hasta los libros de texto o los cuentos. Esto hace que adopten esos estereotipos sexistas y los asuman como los correctos.

Por ello, asumir estos referentes culturales para los jóvenes en una sociedad cambiante no se hace fácil, ya que deben ir rompiendo patrones, como la capacidad intelectual en tareas tecnológicas en las chicas o en la dimensión afectivo-emocional en los chicos. “Así nos lo muestran abundantes resultados de estudios empíricos, de forma reiterada, que existe un comportamiento diferenciado de género en la elección de carreras universitarias y/o profesionales”, explica Muñoz.

Tanto es así, que la falta de fuerza, de autoconfianza o interés por las cuestiones universales por ejemplo, que se atribuye a las chicas como estereotipos culturales, puede llevar a una baja autoestima provocando dependencia e inseguridad y una identidad débil dispuesta a ser infravalorada. Así en la etapa de secundaria las jóvenes con bajo concepto de su identidad pueden renunciar a ciertos estudios por no creer en su propia capacidad a causa de creencias arraigadas que se pueden transformar. Si realmente la sociedad quiere disponer de todo el talento de las jóvenes hay que empoderarlas en lugar de infravalorarlas y creer en su curiosidad y capacidad al mismo nivel que los chicos.

Asimismo, la prepotencia masculina es caldo de cultivo de abusos y agresividad y de una identidad “superiorizada” que acarrea invasión y negación de lo impropio. Puede generar un efecto no deseado como el tener que cargar con el peso del rol asignado, no cumplir las expectativas del estereotipo o no poder expresar de forma abierta sus emociones o inseguridades.

En consecuencia, la sociedad, en constante movimiento, tiene el reto de pasar de una educación androcéntrica a la incorporación de nuevas formas de expresión y educación sin distinción de sexo, raza, religión o condición. Trabajar la diversidad y el enriquecimiento de las relaciones entre los y las jóvenes aportando modelos de igualdad en todos los ámbitos de su vida, generando igualdad de oportunidades y evolucionando hacia una sociedad más avanzada, conectada y que piensa en la humanidad y su crecimiento.

Cómo erradicar los estereotipos sexistas en los adolescentes

​La coeducación es la alternativa para eliminar la desigualdad de género
Redacción
martes, 12 de marzo de 2019, 19:32 h (CET)

Si bien es cierto que en los últimos años se ha avanzado en cuestión de coeducación, lo cierto es que todavía queda un largo camino por recorrer. Y es que la sociedad actual sigue siendo “patriarcal” y por ello, los chicos y las chicas de hoy están repitiendo los mismos roles y patrones de comportamiento de antaño.

El género es una representación cultural, que contiene ideas, prejuicios, valores, normas, deberes y prohibiciones sobre la vida de los chicos y las chicas. Así se considera que los jóvenes no son iguales, cada uno tiene su propia función en la vida, puesto que la cultura les atribuye unas determinadas cualidades que distinguen a la mujer del varón.

Según explican desde Youthcamp, grupo de profesionales orientados al desarrollo de las habilidades personales y de liderazgo de los adolescentes, los jóvenes interiorizan los patrones culturales o estereotipos de género que la sociedad le ha transmitido desde la más tierna infancia y así, se les traspasa información que hoy en día queda obsoleta. Marcan su forma de relacionarse que sutilmente les fue inculcada y que hoy en la adolescencia resurge y crea patrones de relación repitiendo esos modelos obsoletos, generando la diferenciación.

“Nosotros trabajamos a diario con jóvenes, y vemos que la coeducación es la única alternativa para evitar todo esto. Sin embargo, esta responsabilidad de coeducar no debería recaer de forma exclusiva en las escuelas, colegios e incluso centros lúdicos, sino que debería ser una responsabilidad compartida, es decir del conjunto de la sociedad. Por ello, insistimos en que se debería entender la urgencia del asunto, la importancia del problema para erradicar los estereotipos sexistas” añade Lita Muñoz, Co-creadora de la organización.

Los niños y las niñas no nacen con un patrón de comportamiento predeterminado, los modelos referentes los perciben de la sociedad. Y es que los modos en cómo se transmiten estos estereotipos van desde las expectativas de los adultos sobre el comportamiento de los adolescentes, la presión de los iguales, aquellos que aceptaron el estereotipo que les traspasaron los adultos, los medios de comunicación y su poder en dictar como es el/la adolescente ideal hasta los libros de texto o los cuentos. Esto hace que adopten esos estereotipos sexistas y los asuman como los correctos.

Por ello, asumir estos referentes culturales para los jóvenes en una sociedad cambiante no se hace fácil, ya que deben ir rompiendo patrones, como la capacidad intelectual en tareas tecnológicas en las chicas o en la dimensión afectivo-emocional en los chicos. “Así nos lo muestran abundantes resultados de estudios empíricos, de forma reiterada, que existe un comportamiento diferenciado de género en la elección de carreras universitarias y/o profesionales”, explica Muñoz.

Tanto es así, que la falta de fuerza, de autoconfianza o interés por las cuestiones universales por ejemplo, que se atribuye a las chicas como estereotipos culturales, puede llevar a una baja autoestima provocando dependencia e inseguridad y una identidad débil dispuesta a ser infravalorada. Así en la etapa de secundaria las jóvenes con bajo concepto de su identidad pueden renunciar a ciertos estudios por no creer en su propia capacidad a causa de creencias arraigadas que se pueden transformar. Si realmente la sociedad quiere disponer de todo el talento de las jóvenes hay que empoderarlas en lugar de infravalorarlas y creer en su curiosidad y capacidad al mismo nivel que los chicos.

Asimismo, la prepotencia masculina es caldo de cultivo de abusos y agresividad y de una identidad “superiorizada” que acarrea invasión y negación de lo impropio. Puede generar un efecto no deseado como el tener que cargar con el peso del rol asignado, no cumplir las expectativas del estereotipo o no poder expresar de forma abierta sus emociones o inseguridades.

En consecuencia, la sociedad, en constante movimiento, tiene el reto de pasar de una educación androcéntrica a la incorporación de nuevas formas de expresión y educación sin distinción de sexo, raza, religión o condición. Trabajar la diversidad y el enriquecimiento de las relaciones entre los y las jóvenes aportando modelos de igualdad en todos los ámbitos de su vida, generando igualdad de oportunidades y evolucionando hacia una sociedad más avanzada, conectada y que piensa en la humanidad y su crecimiento.

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