Fue en María que el Papa marcó la vía, al final de la JMJ Panamá, en ella que es la “gran custodia de la esperanza”, y porque como ella, también nosotros “queremos ser una Iglesia que sostiene y acompaña y sabe decir: ¡Aquí estoy!”
En María, dijo el Santo Padre, “aprendemos la fortaleza para decir ‘sí’ a quienes no se han callado y no se callan ante una cultura del maltrato y del abuso, del desprestigio y la agresión y trabajan para brindar oportunidades y condiciones de seguridad y protección”. “En María aprendemos a recibir y hospedar a todos aquellos que han sufrido el abandono, que han tenido que dejar o perder su tierra, sus raíces, sus familias y trabajos”. “Como María”, queremos ser “la Iglesia que propicie una cultura que sepa acoger, proteger, promover e integrar; que no estigmatice y menos generalice en la más absurda e irresponsable condena de identificar a todo emigrante como portador de mal social”. Queremos ser “una Iglesia de la memoria que respete y valorice a los ancianos y reivindique su lugar”. “Como María – dijo Francisco - queremos aprender a estar”.
“Enséñanos Señor – concluyó el Papa su oración - a estar al pie de la cruz, al pie de las cruces; despierta esta noche nuestros ojos, nuestro corazón; rescátanos de la parálisis y de la confusión, del miedo y la desesperación. Enséñanos a decir: Aquí estoy junto a tu Hijo, junto a María y a tantos discípulos amados que quieren hospedar tu Reino en su corazón”.