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Cuando nos relacionamos con los demás o con nosotros mismos desde el miedo, quien lo hace es nuestro ego

Cómo dominar la voz del ego

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Se ha hablado mucho del Ego, no hay un sólo libro de autoayuda en el que no encuentres esta palabra y varias reflexiones sobre ella. Muchas personas se confunden mientras tratan de encontrar significado al término. Hoy me gustaría profundizar un poco en este concepto y ofrecerte algunas recomendaciones útiles.


¿Qué es el ego? Para mi es la expresión de algún tipo de miedo dentro de nosotros.


Todos sabemos que hay miedos saludables y otros que no lo son. Salir corriendo porque un coche está a punto de atropellarte es saludable. Enfadarte con tu pareja porque tienes miedo de que él o ella dejen de quererte, no es saludable. Tener más estrés y ansiedad de la cuenta porque tienes miedo de caer en bancarrota, no es saludable. Cualquier miedo se expresa en nosotros a través del Ego. Es su forma de manifestarse.


El ser humano tiene dos pulsiones primarias: Amor y Miedo. El Amor nos acerca, no conoce de reconocimientos o recompensas, no necesita encontrar diferencias, es incondicional…. El Miedo por el contrario nos aleja y aisla. Son tan dispares que están muy lejos la una de la otra. Por este motivo sostengo la idea de que una de las cosas más difíciles que podemos aprender es responder al miedo con amor.


El amor, o lo contrario al ego queda perfectamente definido en la tan conocida primera carta de San Pablo a los Corintios.

El personaje que mejor expresa estas dos pulsiones es Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos. El maestro Tolkien una vez más nos sorprendió con su magia.


Las emociones o estados de ánimo asociados al Amor son muchas: Ternura, bondad, caridad, colaboración, amistad, felicidad.

Y también son muchas las asociadas al miedo: Ansiedad, enfado, agresividad, orgullo…

La cuestión es que el ego trata de:

  • Demostrarte que tienes la razón.
  • Evita que cedas ante un problema o conflicto.
  • No quiere dar porque tiene miedo de que los demás se aprovechen.
  • Agrede porque no quiere ser agredido.
  • Busca diferencias para demostrar lo único que eres.
  • Encuentra motivos para pensar que los demás están en contra tuya.

En realidad, el conocido ego no es más que una parte de ti. Una vocecita más dentro de ti mismo, generada por una emoción primaria que todos tenemos: Miedo.

Seguro que lo has identificado alguna vez cuando estás ante una situación incómoda o conflictiva, escucha las palabras que te dices a ti mismo… presta atención a esa voz… es tu ego.

Domar al ego

Muchas personas se dejan llevar por esa voz y le hacen caso. Algunas personas sólo escuchan esa voz…

De hecho, cuanto más tiempo hayamos escuchado a nuestro ego, tanto más difícil será ahora expulsarlo de nuestro día a día. Es algo así como un amigo o amiga que se ha quedado a vivir en tu casa unos meses… Será más difícil hacer que se vaya que si sólo hubiera pasado una noche.


En cualquier caso, si queremos dejar de ser víctimas de nuestro ego, conviene que en primer lugar escuchemos esa voz y seamos capaces de apreciarla. Estar atentos para tomar conciencia de que en una situación determinada quien ha entrado por la puerta de nuestra casa (nuestra mente) es nuestro ego.


Una vez identificado, el 50% del trabajo está realizado. Ahora la segunda parte es elegir una respuesta que no provenga del miedo, y por lo tanto del ego.


Imagina que mi ego me hace defenderme y atacar cuando una persona utiliza contra mi la ironía. Si no me doy cuenta, actuaré con el piloto automático (con el que venimos de serie) y seguramente provoque un conflicto cuando alguien en una reunión utilice un comportamiento irónico para hablar conmigo.


Imagina que una compañera, responsable del departamento de atención al cliente, Marta, acaba de decir en la reunión de equipo, mientras que yo hablo de algunas mejoras generales que podríamos hacer, el siguiente comentario: “Ya, como vosotros lo hacéis tan bien…”


Aquí los 3 pasos para domar el ego:


1. SER CONSCIENTES: Si soy consciente podré, en primer lugar, darme cuenta: “Marta acaba de utilizar un comportamiento irónico. Esto no tiene que ver conmigo, sino con su forma de expresarse o hablar”. Esto ya es importante, pues el 99% de personas no toman conciencia y responden con más leña al fuego.


2. RAZONAR: Lo siguiente que puedo pensar es “Marta está siendo víctima de algún tipo de miedo, y si yo respondo también desde el miedo, avivaré un conflicto innecesario”.


3. RESPONDER DESDE OTRO LUGAR: En lugar de utilizar mi ego para responder (¡aunque sea lo que más me apetezca!), la clave consiste en hablar desde el amor o la comprensión. En este sentido conviene utilizar las palabras más apropiadas y elegirlas a conciencia. Algunas posibles respuestas serían:

  • “Quizás no me haya expresado bien Marta, lo que quería decir es…”
  • “¿Hay algo que te haya molestado Marta? Te pido disculpas”
  • “Discúlpame si he dicho algo que te haya podido sentar mal”
  • “Marta, ruego me disculpes si he hecho algún comentario que no haya sido del todo apropiado”
  • “Tienes bastante razón Marta, todavía tenemos mucho que mejorar”.

Es obvio que la respuesta del ego es más sencilla, emocional y directa. No costaría nada responder a Marta desde nuestras tripas y avivar un fuego innecesario.


La cuestión es que el ego es una respuesta tan primaria que ¡nos sale sola! Muchas personas viven víctimas del miedo constantemente, y por lo tanto van creando pequeños fuegos sin darse cuenta. Estos fuegos son avivados por los demás (ya que su ego también responde) y cuando pasan los años acaban creándose una cantidad de problemas a su alrededor que son difícilmente superables: de pareja, en sus relaciones, en su trabajo… Generalmente estas personas atesoran mucha desdicha.


Te invito a domar a tu ego, a escuchar la voz más profunda que también está dentro de ti y no quedarte tan sólo en tu respuesta más disfuncional. Como te recordaba en este cuento, las puertas del cielo o del infierno siempre están abiertas, eres tú quien elije por cuál entrar.


Feliz día.

Cómo dominar la voz del ego

Cuando nos relacionamos con los demás o con nosotros mismos desde el miedo, quien lo hace es nuestro ego
César Piqueras
miércoles, 16 de enero de 2019, 08:55 h (CET)

Se ha hablado mucho del Ego, no hay un sólo libro de autoayuda en el que no encuentres esta palabra y varias reflexiones sobre ella. Muchas personas se confunden mientras tratan de encontrar significado al término. Hoy me gustaría profundizar un poco en este concepto y ofrecerte algunas recomendaciones útiles.


¿Qué es el ego? Para mi es la expresión de algún tipo de miedo dentro de nosotros.


Todos sabemos que hay miedos saludables y otros que no lo son. Salir corriendo porque un coche está a punto de atropellarte es saludable. Enfadarte con tu pareja porque tienes miedo de que él o ella dejen de quererte, no es saludable. Tener más estrés y ansiedad de la cuenta porque tienes miedo de caer en bancarrota, no es saludable. Cualquier miedo se expresa en nosotros a través del Ego. Es su forma de manifestarse.


El ser humano tiene dos pulsiones primarias: Amor y Miedo. El Amor nos acerca, no conoce de reconocimientos o recompensas, no necesita encontrar diferencias, es incondicional…. El Miedo por el contrario nos aleja y aisla. Son tan dispares que están muy lejos la una de la otra. Por este motivo sostengo la idea de que una de las cosas más difíciles que podemos aprender es responder al miedo con amor.


El amor, o lo contrario al ego queda perfectamente definido en la tan conocida primera carta de San Pablo a los Corintios.

El personaje que mejor expresa estas dos pulsiones es Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos. El maestro Tolkien una vez más nos sorprendió con su magia.


Las emociones o estados de ánimo asociados al Amor son muchas: Ternura, bondad, caridad, colaboración, amistad, felicidad.

Y también son muchas las asociadas al miedo: Ansiedad, enfado, agresividad, orgullo…

La cuestión es que el ego trata de:

  • Demostrarte que tienes la razón.
  • Evita que cedas ante un problema o conflicto.
  • No quiere dar porque tiene miedo de que los demás se aprovechen.
  • Agrede porque no quiere ser agredido.
  • Busca diferencias para demostrar lo único que eres.
  • Encuentra motivos para pensar que los demás están en contra tuya.

En realidad, el conocido ego no es más que una parte de ti. Una vocecita más dentro de ti mismo, generada por una emoción primaria que todos tenemos: Miedo.

Seguro que lo has identificado alguna vez cuando estás ante una situación incómoda o conflictiva, escucha las palabras que te dices a ti mismo… presta atención a esa voz… es tu ego.

Domar al ego

Muchas personas se dejan llevar por esa voz y le hacen caso. Algunas personas sólo escuchan esa voz…

De hecho, cuanto más tiempo hayamos escuchado a nuestro ego, tanto más difícil será ahora expulsarlo de nuestro día a día. Es algo así como un amigo o amiga que se ha quedado a vivir en tu casa unos meses… Será más difícil hacer que se vaya que si sólo hubiera pasado una noche.


En cualquier caso, si queremos dejar de ser víctimas de nuestro ego, conviene que en primer lugar escuchemos esa voz y seamos capaces de apreciarla. Estar atentos para tomar conciencia de que en una situación determinada quien ha entrado por la puerta de nuestra casa (nuestra mente) es nuestro ego.


Una vez identificado, el 50% del trabajo está realizado. Ahora la segunda parte es elegir una respuesta que no provenga del miedo, y por lo tanto del ego.


Imagina que mi ego me hace defenderme y atacar cuando una persona utiliza contra mi la ironía. Si no me doy cuenta, actuaré con el piloto automático (con el que venimos de serie) y seguramente provoque un conflicto cuando alguien en una reunión utilice un comportamiento irónico para hablar conmigo.


Imagina que una compañera, responsable del departamento de atención al cliente, Marta, acaba de decir en la reunión de equipo, mientras que yo hablo de algunas mejoras generales que podríamos hacer, el siguiente comentario: “Ya, como vosotros lo hacéis tan bien…”


Aquí los 3 pasos para domar el ego:


1. SER CONSCIENTES: Si soy consciente podré, en primer lugar, darme cuenta: “Marta acaba de utilizar un comportamiento irónico. Esto no tiene que ver conmigo, sino con su forma de expresarse o hablar”. Esto ya es importante, pues el 99% de personas no toman conciencia y responden con más leña al fuego.


2. RAZONAR: Lo siguiente que puedo pensar es “Marta está siendo víctima de algún tipo de miedo, y si yo respondo también desde el miedo, avivaré un conflicto innecesario”.


3. RESPONDER DESDE OTRO LUGAR: En lugar de utilizar mi ego para responder (¡aunque sea lo que más me apetezca!), la clave consiste en hablar desde el amor o la comprensión. En este sentido conviene utilizar las palabras más apropiadas y elegirlas a conciencia. Algunas posibles respuestas serían:

  • “Quizás no me haya expresado bien Marta, lo que quería decir es…”
  • “¿Hay algo que te haya molestado Marta? Te pido disculpas”
  • “Discúlpame si he dicho algo que te haya podido sentar mal”
  • “Marta, ruego me disculpes si he hecho algún comentario que no haya sido del todo apropiado”
  • “Tienes bastante razón Marta, todavía tenemos mucho que mejorar”.

Es obvio que la respuesta del ego es más sencilla, emocional y directa. No costaría nada responder a Marta desde nuestras tripas y avivar un fuego innecesario.


La cuestión es que el ego es una respuesta tan primaria que ¡nos sale sola! Muchas personas viven víctimas del miedo constantemente, y por lo tanto van creando pequeños fuegos sin darse cuenta. Estos fuegos son avivados por los demás (ya que su ego también responde) y cuando pasan los años acaban creándose una cantidad de problemas a su alrededor que son difícilmente superables: de pareja, en sus relaciones, en su trabajo… Generalmente estas personas atesoran mucha desdicha.


Te invito a domar a tu ego, a escuchar la voz más profunda que también está dentro de ti y no quedarte tan sólo en tu respuesta más disfuncional. Como te recordaba en este cuento, las puertas del cielo o del infierno siempre están abiertas, eres tú quien elije por cuál entrar.


Feliz día.

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