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La violencia de género

El fracaso de las campañas y medidas judiciales son consecuencia de una educación en valores insuficiente
Francisco Rodríguez
domingo, 30 de septiembre de 2018, 11:36 h (CET)

Los noticiarios han tenido siempre unas secciones fijas: noticias nacionales, noticias internacionales, deportes y el tiempo, pero desde hace algunos años tenemos otra sección fija: las mujeres asesinadas a manos de su pareja o ex pareja, víctimas de la violencia de género, crímenes catalogados como machistas.


A pesar de tantas campañas publicitarias y el despliegue de mensajes que tratan de reducir el número de casos, no parece que tengan mucho éxito, los crímenes continúan en aumento.


Podría ser que las medidas que se vienen arbitrando no sean las adecuadas y sea necesario repensar el problema. Las palabras que se repiten una y otra vez forman parte de la neo-lengua que ha ido imponiéndose, por ejemplo, siempre se habla de pareja o ex pareja, la palabra matrimonio parece haber sido descatalogada, quiere esto decir, a mi juicio, que los protagonistas de estos hechos eran o había sido simples parejas de hecho, no matrimonios y si lo eran ¿por qué no se dice?


Pienso que ningún crimen de esta clase se comete en frio, sino que se ha ido incubando a lo largo del tiempo hasta que estalla de mala manera. ¿Qué ha pasado entre ellos? Si no se actúa sobre las causas esto no tiene arreglo, pero ¿quién piensa sobre ello?


Después de cada muerte se decreta un minuto de silencio, no sé para qué, y al que cometió el delito se le etiqueta como machista y no se le envía directamente a la hoguera porque no se lleva. Aquello de “odia el delito pero compadece al delincuente” que decía Concepción Arenal. también debe de haber sido descatalogado. No hay compasión para el delincuente aunque él mismo se haya quitado la vida después de su crimen.


Habría que preguntarse cómo y por qué llegaron a juntarse y cómo y por qué comenzaron las desavenencias y los problemas. Comprobaríamos que estas parejas no tuvieron un noviazgo reflexivo, ni forjaron ningún proyecto de vida en común, sino que cada uno aportó más egoísmo que amor, más deseo de dominar que de compartir.


Y cuando empiezan las discusiones en lugar de ayuda para superarlas, llegan los consejos perversos de amigos o compañeros y las campañas publicitarias: no lo aguantes, denúncialo por malos tratos, pide a la justicia que ordene alejamiento, y el varón ve que le arruinan la vida, que pierde su trabajo, que no puede volver al piso que compró, que no recibe ayuda de nadie, pierde la cabeza y mata.


Esos programas sociales de los que tanto se alardea, tendrían que preocuparse por formar a la gente joven para “vivir en pareja” en lugar de dedicarse a la que llaman educación sexual, que promociona sobre todo el placer sexual sin responsabilidad y los métodos anticonceptivos.


Como dice Juan Manuel de Prada esta sociedad pone tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias y no me cabe duda de que, en muchos casos de dramáticas consecuencias, todo comenzó con una equivocada educación, desde los mismos colegios, de las relaciones entre la gente joven que escucha entusiasmada que pueden hacer lo que quieran con su cuerpo y que los valores y la moral de nuestros mayores ya no sirven. ¿Seguro?

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