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“Debemos hacer una autocrítica. Y esas autocrítica no se puede quedar en palabras sino que debe conllevar una serie de hechos y decisiones” A.Núñez Feijoo

¿Dónde vas Mariano, triste de ti?

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Cuando las críticas habituales, las que cualquier gobernante se ve obligado a aceptar con normalidad, por ser inherentes al cargo y por existir la posibilidad de que, el tema objeto de la crítica, pudiera afectar a la correcta marcha y futuro desarrollo de la nación; es obvio que es preciso tenerlas en cuenta, ser analizadas y valoradas y si procede, tomar las medidas convenientes para solucionar el problema del que se trata en la denuncia. Si, por el contrario, carece de razón, de solidez argumental y de incidencia en cuanto a la correcta gobernación del país, es evidente que no se le debe hacer el más mínimo caso y desentenderse de ellas, sin que se deban convertir en un obstáculo para seguir manteniendo la línea que se consideraba adecuada en cuanto al bien de los ciudadanos y del propio país.


Si, como ocurre en este momento de la política nacional, lo que sucede es que son varios los indicios, numerosas las protestas, notables las desafecciones, cercanas las críticas, preocupantes los efectos y alarmantes las previsiones de futuras situaciones de amenazas respecto a la estabilidad del país, a su seguridad interior, a su desenvolvimiento económico, a su unidad y a la solidez de sus instituciones; entonces, señores, puede que empecemos a desconfiar de quienes forman parte del Gobierno de la nación, insisten en pedirnos calma, confianza, fe en sus decisiones o tranquilidad respecto a sus actuaciones, cuando sabemos, positivamente, que las encuestas que van saliendo últimamente insisten tercamente en anunciar, con una unanimidad inquietante, que el partido gobernante, el PP, está perdiendo apoyos a una velocidad que resulta sospechosa en cuanto a sus posibilidades futuras de sacar el resultado tranquilizador que nos anuncia don Mariano para los próximos comicios legislativos.


La evidencia de los numerosos errores, cometidos por la actual dirección de los populares, en el tratamiento del tema catalán; el sangrado continuado de votantes que van cambiando el sentido de su voto; la lentitud y empecinamiento con los que se ha gestionado el espinoso tema de la corrupción que tanto daño le ha venido haciendo a la formación de Fraga; el sistemático incumplimiento de varias de las más esenciales promesas hechas a sus futuros votantes durante el periodo electoral; la mojigatería y falta de valentía demostradas en el enfrentamiento a ciertos problemas que han puesto en peligro la misma unidad nacional y el haberse dejado chantajear por los gobiernos catalanes a los que, pese a su actitud de desafío, rebelión, incumplimiento de las sentencias judiciales, inobservancias de las normas constitucionales y desobediencia a las órdenes del TC, se les ha seguido financiando y concediéndoles préstamos, a través del FLA, sin haber conseguido evitar que, parte del dinero destinado a dicha autonomía, haya sido fraudulentamente desviado para financiar a una serie de organizaciones, grupos, inversiones en instituciones paralelas a las del Estado etc., con el fin de tener preparada la infraestructura precisa para estar en condiciones de sustituir a la estatal en el hipotético caso de que consiguieran su objetivo de la independizarse de España.


Resulta inconcebible que, el Estado español, haya permitido que la comunidad catalana se haya endeudado por encima de los 70.000 millones de euros de los que en el caso 40.000 millones de euros, se los deben al Estado que, por otra parte, es el que ha estado avalando las emisiones de bonos de la Generalitat, emitidos a elevadísimos intereses, sin cuyo apoyo no hubiera habido ningún inversor que se hubiera atrevido a comprarlos. En todo caso, el pago de los intereses devengados por dichos valores a sus respectivos vencimientos y las renovaciones, también han tenido que ser financiados con fondos públicos detraídos del Tesoro nacional.


Sucesivas encuestas contradicen el optimismo que, el señor Rajoy, pretende demostrar pese a que, cada vez, su posición en la política nacional está siendo más controvertida, incluso dentro de las primeras figuras de su partido y, en forma masiva (como demuestran las previsiones electorales) dentro de las filas de los habituales votantes del partido, que ya se cuentan por millones los que han ido desertando a la vista del declive y del inmovilismo que se ha instalado en la cúpula del partido. Encuestas encargadas por El Confidencial, que dan la victoria a Ciudadanos con un 28’5% de los votos (los populares perderían hasta 2´5 millones de votos, bajando del 33% de los votos al 21´4%, quedando en tercer lugar después del PSOE, con un 24´5%); otro sondeo, esta vez de Simple Lógica, da la victoria a Ciudadanos con un 29´6% ( el PP se quedaría con el 20% por debajo del PSOE con un 21% aunque pierden cuatro décimas); otro sondeo, en este caso de La Vanguardia, llevado a cabo por la empresa GAD3, otorga a Ciudadanos el 27% ( el PP conseguiría un 24% de los sufragios mientras que el PSOE bajaría unas décimas respecto a sus resultados anteriores). En todas ellas existe unanimidad en darles la victoria a Ciudadanos que, evidentemente, con sus políticas cambiantes pero con sus formas exquisitas y sus propuestas muy del gusto de una parte de los españoles, cansados de aguantar los desplantes de Cataluña y de sacrificarse con los recortes que todavía, pese a la mejora que globalmente viene experimentando la economía del país, se siguen manteniendo y con problemas de tanta enjundia como es el de la rebelión de los pensionistas, promovida por los partidos de izquierdas pero que, a pesar de que el Estado puede que no esté en condiciones de asumir aumentos importantes, es evidente que la repetición, una vez más, de este ridículo aumento del 0´25% es suficiente para exasperar al más pacífico de los ciudadanos. Empeorado con las declaraciones de la ministra, Bañez, pretendiendo demostrar que las pensiones se han ido revalorizando ¡vaya, un chiste!


El otro tema que viene coleando es el de la prisión permanente revisable, que amenaza con convertirse en un tema viral, en esta ocasión el PP ha estado de suerte porque, la propuesta salida del PNV ( seguramente pensando en los presos de ETA o en los que pudieran derivarse de futuros intentos golpistas al estilo catalán) presentada en el Parlamento, en la que se pide la derogación de la LO 4/215 de 30 de marzo; propuesta que ha sido apoyada, como era de esperar, por los de Podemos; los separatistas catalanes y el propio PSOE que en su empeño de utilizar cualquier resquicio que se le presente para desgastar el gobierno de Rajoy, se ha metido en un verdadero berenjenal ya que, precisamente en el momento más crítico, ha surgido el caso de asesinato del pequeño Gabriel, un suceso que ha impactado en la conciencia de todos los españoles y que, según las encuestas, ha puesto a favor del mantenimiento de la llamada Ley Mordaza a más de un 80% de los ciudadanos, tanto de derechas como de izquierdas.


Malas perspectivas para un PP que parece querer ignorar que en cualquier momento, y más si tenemos en cuenta el deterioro de sus relaciones con Ciudadanos y la poco simpatía que le profesa el señor Alberto Rivera, pese a que su sentido de estado le ha inducido a apoyarle a pesar de las grandes divergencias existentes entre ambos políticos. Es obvio y esto es lo que, precisamente, debiera de hacer reflexionar a los actuales dirigentes del PP que, difícilmente, si las encuestas citadas llegaran a cumplirse, y el señor Rajoy sigue empeñado a ser de nuevo candidato del PP en los próximos comicios, haría imposible la posibilidad de una mayoría formada por los partidos Ciudadanos y PP, con grandes posibilidades de que numéricamente fuese posible, incluso con un amplia mayoría en el caso de que llegara a cristalizar. La posibilidad de que esto ocurra, dada la campaña de acoso y derribo que el PP de Rajoy parece que se ha empeñado en librar en contra de Ciudadanos, cada vez parece más lejana.


Si el sentido común se llegara a imponer, es evidente que si el señor Rajoy decidiera abandonar la presidencia del partido y se promoviera un candidato nuevo que no tuviera antecedentes de haber sido sospechoso de corrupción o de haber estado indirectamente afectado por las causas que actualmente se dilucidan ante los tribunales de Justicia, es evidente que se podrían limar muchos roces, recomponer determinadas alianzas y promover la formación de un bloque de centro derecha y centro izquierda ( si es que a Ciudadanos se le puede aplicar dicho calificativo) que, sin duda, sería muy favorable para los intereses de España y, por otra parte, permitiría emprender una política enérgica y a la vez de apaciguamiento sobre el tema catalán. Claro que, para ello, sería preciso que hubiera generosidad, sentido de Estado y disposición para sacrificarse en favor de la nación española. Es evidente que el empecinamiento, el creerse imprescindible, el pensar que no hay nadie más que pueda asumir con éxito la gobernación del país, pueden lastrar, de una manera irremediable, que la situación de España, enfrentada a un potente bloque de izquierdas y con el centro derecha enfrentado entre sí, no permitirá más que contribuir a crear un ambiente enrarecido que, a los únicos que va a beneficiar, es a todos aquellos que están manipulando y maquinando la independencia de Cataluña a la que, con toda posibilidad, si se llegara a producir, le iba a seguir la del País Vasco y quién sabe si las propias Baleares, actualmente en manos de extremistas de izquierdas, empeñados en dar al traste con cualquier vestigio de sentido común que pudiera quedar en el Parlamento balear.


O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sólo es una pequeña parte de los motivos que, en bien de la nación española, avalarían un cambio de gobierno en el que se hiciera un relevo radical de la dirección del partido, a la vez que se nombraba un nuevo gobierno formado por personas de gran valía que permanecen en segunda fila como, por ejemplo, el señor Núñez Feijoo, un personaje muy válido y capaz de hacerse cargo del gobierno con entera solvencia; asimismo se podría dar la oportunidad a figuras emergentes que aportaran frescura a un gobierno en el que ya se notan demasiadas canas de desgaste debidas al empeño de mantener a determinadas figuras que ya hace tiempo debieran haber sido relevadas. Sería bueno que también se recuperase a figuras de la vieja guardia que fueron injustamente apartados de la primera fila por no ser del gusto de algunos de los más influyentes miembros del actual gobierno, entre los cuales hay algunos que ya han demostrado su incapacidad para el puesto que les ha sido asignado, por ejemplo la señora Sáez de Santamaría. Lo que parece evidente, y así se le tendría que hacer saber a los actuales dirigentes del PP, es que su tiempo ya ha pasado, que se agradecen sus servicios y que es preciso que les llegue el relevo ahora que todavía se está a tiempo de dar savia nueva al partido e infundir, de nuevo, la esperanza y la confianza de los millones de votantes que han abandonado el partido, si se les da la oportunidad de hacerlo de modo que la ilusión que perdieron se renueve ante la evidencia de unas caras nuevas que sean capaces de infundir nuevo optimismo a todos aquellos a los que se obvió para implantar unos nuevos modos y políticas con las que la mayoría de simpatizantes y votantes no podía, en conciencia, estar de acuerdo.

¿Dónde vas Mariano, triste de ti?

“Debemos hacer una autocrítica. Y esas autocrítica no se puede quedar en palabras sino que debe conllevar una serie de hechos y decisiones” A.Núñez Feijoo
Miguel Massanet
miércoles, 21 de marzo de 2018, 06:56 h (CET)

Cuando las críticas habituales, las que cualquier gobernante se ve obligado a aceptar con normalidad, por ser inherentes al cargo y por existir la posibilidad de que, el tema objeto de la crítica, pudiera afectar a la correcta marcha y futuro desarrollo de la nación; es obvio que es preciso tenerlas en cuenta, ser analizadas y valoradas y si procede, tomar las medidas convenientes para solucionar el problema del que se trata en la denuncia. Si, por el contrario, carece de razón, de solidez argumental y de incidencia en cuanto a la correcta gobernación del país, es evidente que no se le debe hacer el más mínimo caso y desentenderse de ellas, sin que se deban convertir en un obstáculo para seguir manteniendo la línea que se consideraba adecuada en cuanto al bien de los ciudadanos y del propio país.


Si, como ocurre en este momento de la política nacional, lo que sucede es que son varios los indicios, numerosas las protestas, notables las desafecciones, cercanas las críticas, preocupantes los efectos y alarmantes las previsiones de futuras situaciones de amenazas respecto a la estabilidad del país, a su seguridad interior, a su desenvolvimiento económico, a su unidad y a la solidez de sus instituciones; entonces, señores, puede que empecemos a desconfiar de quienes forman parte del Gobierno de la nación, insisten en pedirnos calma, confianza, fe en sus decisiones o tranquilidad respecto a sus actuaciones, cuando sabemos, positivamente, que las encuestas que van saliendo últimamente insisten tercamente en anunciar, con una unanimidad inquietante, que el partido gobernante, el PP, está perdiendo apoyos a una velocidad que resulta sospechosa en cuanto a sus posibilidades futuras de sacar el resultado tranquilizador que nos anuncia don Mariano para los próximos comicios legislativos.


La evidencia de los numerosos errores, cometidos por la actual dirección de los populares, en el tratamiento del tema catalán; el sangrado continuado de votantes que van cambiando el sentido de su voto; la lentitud y empecinamiento con los que se ha gestionado el espinoso tema de la corrupción que tanto daño le ha venido haciendo a la formación de Fraga; el sistemático incumplimiento de varias de las más esenciales promesas hechas a sus futuros votantes durante el periodo electoral; la mojigatería y falta de valentía demostradas en el enfrentamiento a ciertos problemas que han puesto en peligro la misma unidad nacional y el haberse dejado chantajear por los gobiernos catalanes a los que, pese a su actitud de desafío, rebelión, incumplimiento de las sentencias judiciales, inobservancias de las normas constitucionales y desobediencia a las órdenes del TC, se les ha seguido financiando y concediéndoles préstamos, a través del FLA, sin haber conseguido evitar que, parte del dinero destinado a dicha autonomía, haya sido fraudulentamente desviado para financiar a una serie de organizaciones, grupos, inversiones en instituciones paralelas a las del Estado etc., con el fin de tener preparada la infraestructura precisa para estar en condiciones de sustituir a la estatal en el hipotético caso de que consiguieran su objetivo de la independizarse de España.


Resulta inconcebible que, el Estado español, haya permitido que la comunidad catalana se haya endeudado por encima de los 70.000 millones de euros de los que en el caso 40.000 millones de euros, se los deben al Estado que, por otra parte, es el que ha estado avalando las emisiones de bonos de la Generalitat, emitidos a elevadísimos intereses, sin cuyo apoyo no hubiera habido ningún inversor que se hubiera atrevido a comprarlos. En todo caso, el pago de los intereses devengados por dichos valores a sus respectivos vencimientos y las renovaciones, también han tenido que ser financiados con fondos públicos detraídos del Tesoro nacional.


Sucesivas encuestas contradicen el optimismo que, el señor Rajoy, pretende demostrar pese a que, cada vez, su posición en la política nacional está siendo más controvertida, incluso dentro de las primeras figuras de su partido y, en forma masiva (como demuestran las previsiones electorales) dentro de las filas de los habituales votantes del partido, que ya se cuentan por millones los que han ido desertando a la vista del declive y del inmovilismo que se ha instalado en la cúpula del partido. Encuestas encargadas por El Confidencial, que dan la victoria a Ciudadanos con un 28’5% de los votos (los populares perderían hasta 2´5 millones de votos, bajando del 33% de los votos al 21´4%, quedando en tercer lugar después del PSOE, con un 24´5%); otro sondeo, esta vez de Simple Lógica, da la victoria a Ciudadanos con un 29´6% ( el PP se quedaría con el 20% por debajo del PSOE con un 21% aunque pierden cuatro décimas); otro sondeo, en este caso de La Vanguardia, llevado a cabo por la empresa GAD3, otorga a Ciudadanos el 27% ( el PP conseguiría un 24% de los sufragios mientras que el PSOE bajaría unas décimas respecto a sus resultados anteriores). En todas ellas existe unanimidad en darles la victoria a Ciudadanos que, evidentemente, con sus políticas cambiantes pero con sus formas exquisitas y sus propuestas muy del gusto de una parte de los españoles, cansados de aguantar los desplantes de Cataluña y de sacrificarse con los recortes que todavía, pese a la mejora que globalmente viene experimentando la economía del país, se siguen manteniendo y con problemas de tanta enjundia como es el de la rebelión de los pensionistas, promovida por los partidos de izquierdas pero que, a pesar de que el Estado puede que no esté en condiciones de asumir aumentos importantes, es evidente que la repetición, una vez más, de este ridículo aumento del 0´25% es suficiente para exasperar al más pacífico de los ciudadanos. Empeorado con las declaraciones de la ministra, Bañez, pretendiendo demostrar que las pensiones se han ido revalorizando ¡vaya, un chiste!


El otro tema que viene coleando es el de la prisión permanente revisable, que amenaza con convertirse en un tema viral, en esta ocasión el PP ha estado de suerte porque, la propuesta salida del PNV ( seguramente pensando en los presos de ETA o en los que pudieran derivarse de futuros intentos golpistas al estilo catalán) presentada en el Parlamento, en la que se pide la derogación de la LO 4/215 de 30 de marzo; propuesta que ha sido apoyada, como era de esperar, por los de Podemos; los separatistas catalanes y el propio PSOE que en su empeño de utilizar cualquier resquicio que se le presente para desgastar el gobierno de Rajoy, se ha metido en un verdadero berenjenal ya que, precisamente en el momento más crítico, ha surgido el caso de asesinato del pequeño Gabriel, un suceso que ha impactado en la conciencia de todos los españoles y que, según las encuestas, ha puesto a favor del mantenimiento de la llamada Ley Mordaza a más de un 80% de los ciudadanos, tanto de derechas como de izquierdas.


Malas perspectivas para un PP que parece querer ignorar que en cualquier momento, y más si tenemos en cuenta el deterioro de sus relaciones con Ciudadanos y la poco simpatía que le profesa el señor Alberto Rivera, pese a que su sentido de estado le ha inducido a apoyarle a pesar de las grandes divergencias existentes entre ambos políticos. Es obvio y esto es lo que, precisamente, debiera de hacer reflexionar a los actuales dirigentes del PP que, difícilmente, si las encuestas citadas llegaran a cumplirse, y el señor Rajoy sigue empeñado a ser de nuevo candidato del PP en los próximos comicios, haría imposible la posibilidad de una mayoría formada por los partidos Ciudadanos y PP, con grandes posibilidades de que numéricamente fuese posible, incluso con un amplia mayoría en el caso de que llegara a cristalizar. La posibilidad de que esto ocurra, dada la campaña de acoso y derribo que el PP de Rajoy parece que se ha empeñado en librar en contra de Ciudadanos, cada vez parece más lejana.


Si el sentido común se llegara a imponer, es evidente que si el señor Rajoy decidiera abandonar la presidencia del partido y se promoviera un candidato nuevo que no tuviera antecedentes de haber sido sospechoso de corrupción o de haber estado indirectamente afectado por las causas que actualmente se dilucidan ante los tribunales de Justicia, es evidente que se podrían limar muchos roces, recomponer determinadas alianzas y promover la formación de un bloque de centro derecha y centro izquierda ( si es que a Ciudadanos se le puede aplicar dicho calificativo) que, sin duda, sería muy favorable para los intereses de España y, por otra parte, permitiría emprender una política enérgica y a la vez de apaciguamiento sobre el tema catalán. Claro que, para ello, sería preciso que hubiera generosidad, sentido de Estado y disposición para sacrificarse en favor de la nación española. Es evidente que el empecinamiento, el creerse imprescindible, el pensar que no hay nadie más que pueda asumir con éxito la gobernación del país, pueden lastrar, de una manera irremediable, que la situación de España, enfrentada a un potente bloque de izquierdas y con el centro derecha enfrentado entre sí, no permitirá más que contribuir a crear un ambiente enrarecido que, a los únicos que va a beneficiar, es a todos aquellos que están manipulando y maquinando la independencia de Cataluña a la que, con toda posibilidad, si se llegara a producir, le iba a seguir la del País Vasco y quién sabe si las propias Baleares, actualmente en manos de extremistas de izquierdas, empeñados en dar al traste con cualquier vestigio de sentido común que pudiera quedar en el Parlamento balear.


O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sólo es una pequeña parte de los motivos que, en bien de la nación española, avalarían un cambio de gobierno en el que se hiciera un relevo radical de la dirección del partido, a la vez que se nombraba un nuevo gobierno formado por personas de gran valía que permanecen en segunda fila como, por ejemplo, el señor Núñez Feijoo, un personaje muy válido y capaz de hacerse cargo del gobierno con entera solvencia; asimismo se podría dar la oportunidad a figuras emergentes que aportaran frescura a un gobierno en el que ya se notan demasiadas canas de desgaste debidas al empeño de mantener a determinadas figuras que ya hace tiempo debieran haber sido relevadas. Sería bueno que también se recuperase a figuras de la vieja guardia que fueron injustamente apartados de la primera fila por no ser del gusto de algunos de los más influyentes miembros del actual gobierno, entre los cuales hay algunos que ya han demostrado su incapacidad para el puesto que les ha sido asignado, por ejemplo la señora Sáez de Santamaría. Lo que parece evidente, y así se le tendría que hacer saber a los actuales dirigentes del PP, es que su tiempo ya ha pasado, que se agradecen sus servicios y que es preciso que les llegue el relevo ahora que todavía se está a tiempo de dar savia nueva al partido e infundir, de nuevo, la esperanza y la confianza de los millones de votantes que han abandonado el partido, si se les da la oportunidad de hacerlo de modo que la ilusión que perdieron se renueve ante la evidencia de unas caras nuevas que sean capaces de infundir nuevo optimismo a todos aquellos a los que se obvió para implantar unos nuevos modos y políticas con las que la mayoría de simpatizantes y votantes no podía, en conciencia, estar de acuerdo.

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