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Una novela con un formato novedoso

'Cartas cruzadas', última novela de Ana Alejandre

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Por María Dolores Gallardo López. Doctora en Filología Latina, profesora de Filología en la Universidad Complutense, y crítica de la Asociación de Críticos de Arte de Madrid.

El pasado día 5 de este mes de diciembre tuvo lugar en el Centro Riojano de Madrid la presentación de Cartas Cruzadas, excelente novela de Ana Alejandre.

En la actual narrativa literaria esta novela presenta un formato novedoso puesto que, como el título indica, la trama principal de Cartas cruzadas la constituyen los hechos relatados en unas cartas escritas por diferentes miembros de una misma familia desde febrero de 1925, hasta la actualidad. No hay, por tanto, diálogo.

La narración transcurre en el verano de 2013, y el tiempo narrativa va retrocediendo a diversas décadas del pasado siglo XX, desde 1925, 1939, 1945, 1998, hasta 1999., según la carta que sea leída en cada momento narrativo.

Este método de narrar una trama exclusivamente por medio de cartas escritas por diferentes personajes, tuvo un ilustre precedente en la literatura del pasado siglo XX: Thornton Wilder, escritor norteamericano que ganó nada menos que tres premios Pullitzer, publicó en 1948 una novela histórica titulada Los Idus de Marzo.

La particularidad de esta novela histórica, Los Idus de Marzo reside es que la reconstrucción de la vida de César se hace a través de documentos y cartas ficticias, supuestamente escritas por personajes que, sabemos, que realmente vivieron.

Ese formato de cartas entrecruzadas entre distintos personajes es el que vemos en esta última novela de Ana Alejandre.

Cartas cruzadas es una excelente novela de intrigas varias, de suspense y misterio. También, de la búsqueda de la identidad personal, de saber quién somos, de dónde venimos.

Las intrigas se desarrollan y resuelven a través de hermosas cartas escritas hacía tiempo, llenas de amor, de desesperación, de dolor. También de horror.

Marina Alcántara, la protagonista, es una mujer divorciada y con dos hijas ya independizadas. A comienzos del mes de agosto de 2013, Marina, que personalmente atraviesa un delicado momento emocional, se encuentra sola en el piso de su difunta madre, en una aislada urbanización en las afueras de Madrid. Sólo su fiel perro la acompaña.

En esa soledad interior y exterior -el caluroso agosto madrileño ha vaciado la urbanización de sus habituales ocupantes-, comienza a revisar antiguas fotografías familiares y a leer una serie de cartas ocultadas celosamente durante largos años por su madre.

Sin embargo, ésta, antes de morir, la había incitado a que, tras su muerte, las leyera. Las cartas están escritas por diferentes miembros de la misma familia desde el año 1925 y se extiende a otras décadas ya citadas anteriormente según el personaje que las escribe y el momento histórico en el que se sitúa.

En esas cartas se plantea una intriga familiar surgida en 1925 que, a lo largo de los años, va desdoblándose en varias ramificaciones misteriosas que atrapan en su suspense a la propia Marina.

Con los personajes que aparecen en las cartas recorremos el siglo xx y llegamos a nuestros días: Así, a hermosa Olga Petrovna, una de las protagonistas, nace en una familia aristocrática justamente en los inicios del pasado siglo. Emigrada de Rusia, tras la caída del Zar y la llegada de los soviéticos al poder, vive en el fascinante Paris de 1925, año de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas.

Los años 20 son el momento en el que el Paris de entreguerras alcanzó su máximo brillo y esplendor. En él, en 1925, arranca la intriga de la novela.

Posteriormente asistimos a otros terribles acontecimientos del siglo XX: La LLEGADA AL PODER DEL NAZISMO

La INVASION DE POLONIA en 1939 por los alemanes, que fue el inicio de la 2ª guerra mundial. CAMPOS DE CONCENTRACIÓN NAZIS, donde millones de personas, sobre todo judíos, fueron masacradas.

Todos estos sucesos sirven de telón de fondo y son fundamentales en los que se desarrolla el dramático destino de algunos personajes.

De hecho, en la portada de la novela se ve sucesivamente tres fotografías: una de París, otra muestra fotos antiguas y viejas cartas, y una tercera contiene un grupo de militares en la que destaca en primer término Adolfo Hitler.

Esta selección de imágenes es, evidentemente, una declaración de intenciones de la autora.

A lo largo de una semana Marina Alcántara va revisando viejas fotografías familiares y leyendo cartas escritas por diferentes personas de la familia a lo largo de los años. Su madre en sus últimos días la había incitado a leer las cartas, tras tenerlas largos años cuidadosamente guardadas, sin explicarle el porqué.

Sin entender la causa por la que ella debía hacerlo ni por qué debía desempolvar viejas historias, como la ya archiconocida desaparición de la mujer de su tío abuelo Gabriel, la hermosa Olga Petrovna, en París en 1925, comienza la lectura de las cartas y viejos documentos que le van adentrando en una historia fascinante y enigmática que la embarga de emoción, temor, sorpresa y dolor. Siempre sumergida en la atmósfera asfixiante y solitaria de la urbanización de las afueras de Madrid, en la que se siente única habitante de un mundo desolado.

Efectivamente, la madre de Marina ha ocultado cuidadosamente las cartas familiares hasta el fin de sus días. Asimismo, las había distribuido cuidadosamente en varios paquetes. Marina las lee con interés creciente por el suspense que se inicia con su lectura y avanza y crece a medida que transcurre la narración y va conociendo nuevos datos y circunstancias que ignoraba del apasionante enigma familiar que se inicia con la desaparición de Olga en ese París bullicioso de 1925.

Posteriormente, esa intriga inicial, con los años, se ha ido desdoblando, ampliando en nuevos enigmas a resolver por la protagonista que van surgiendo en algunas otras cartas escritas por personas ajenas a la familia y en varios importantes documentos de épocas pasadas. Esas cartas escritas por personas ajenas a la familia resultarán fundamentales para esclarecer la trama y solucionar las diferentes intrigas planteadas a lo largo de la novela.

Durante todo el tiempo Marina acompaña la lectura escuchando los acordes de la Misa de Réquiem de Mozart, y escucha en las voces de los cantantes la letra de los versículos del Rito Romano de la Misa de Difuntos que se utilizó al componer la magna obra.

A veces, el texto cantado de esa Misa de funeral se adecúa a los tristes sentimientos que expresa alguna de las cartas que va leyendo.

En resumen: La soledad del piso vacío en el que Marina se encuentra, su triste situación emocional, el asfixiante calor de un agosto preñado de tormentas, los versículos del texto de la misa de Difuntos -que hacen hincapié en la insignificancia del ser humano, abocado a las desdichas y la muerte, y en la súplica que eleva a la misericordia divina-, todo el entorno en definitiva contribuye a crear una atmósfera cada vez más opresiva, que, inevitablemente, se va cerniendo sobre el lector y le va transmitiendo la emoción, el suspense y la sensación de tristeza casi tanto como a la propia Marina por la atmósfera creada por la autora.

En tanto que Marina va acabando la lectura y conoce la terrible realidad de su familia y la suya propia, la identidad verdadera, que tanto tiempo llevaba anhelando saber, estalla en el exterior una gran tormenta que es el fiel reflejo de la que estalla en el alma profundamente desgarrada de Marina al conocer una verdad que tanto ansiaba desvelar a medida que iba leyendo todas las cartas y documentos y que al conocer la desestabiliza anímica y psicológicamente, en una explosión de emociones incontrolables

La narración pone de manifiesto el mal que ofrece diferentes caras siendo el mismo. La frase de Goethe que aparece al inicio de la novela lo expresa de forma contundente: “Al mal no le hacen falta razones. Le bastan con excusas”. Los diferentes totalitarismos políticos desde el comunismo al nazismo, como ideologías que esclaviza a las personas y las convierten en seres desprovistos de derechos, valor y dignidad, aparece reflejada en esta novela como telón de fondo de muchos de sus momentos narrativos. El sufrimiento terrible, el dolor y la humillación de unos seres humanos que tuvieron la desgracia de vivir en tiempos feroces son otros elementos esenciales de esta obra. También el amor, la generosidad, el altruismo y la fraternidad de quienes exponen su propia seguridad para acoger y proteger a seres indefensos, como contrapunto ético que son los únicos pilares que el ser humano tiene para poder sobrevivir al horror, la barbarie y la muerte.

El contrapunto de belleza, entre tanta intriga, soledad, miedo y suspense, lo ofrece la prodigiosa música del Réquiem y las voces de los cantantes que interpretan los versículos de la última parte y final del Réquiem, que sirve como plegaria para todos sus familiares, ya fallecidos, y como mensaje de esperanza entre tanta desolación:

“Lux aeterna luceat eis, Domine, cum sanctis tuis in aeternum, quia pius es”

“Que la luz eterna brille por siempre para ellos, en compañía de tus santos, porque Tú, Señor, Tú eres misericordioso”.

El lector termina la novela sintiendo que a su lado parecen estar los distintos personajes que tomaron vida a través de sus cartas doloridas, emocionadas, tristes o felices, acompañándole mientras lee el sorprendente final, al que ha llegado después de la intensa lectura de una narración plena de suspense, intriga, emoción y hallazgos de una historia familiar en la que se resume la vida de varias generaciones que vivieron y murieron buscando conocer la verdad y la razón de su desdicha.

Excelente novela de esta autora que nos ofrece en estas Cartas cruzadas, la muestra de su dominio del lenguaje, de la novedosa técnica narrativa y la descripción de los personajes que toman vida y los acerca al lector, en una lectura en la que sólo podrá encontrar un ejemplo más, en esta nueva y quinta novela, plena de suspense, intriga y emoción, de su talento narrativo.

'Cartas cruzadas', última novela de Ana Alejandre

Una novela con un formato novedoso
Redacción
viernes, 9 de febrero de 2018, 07:47 h (CET)

0902cartas

Por María Dolores Gallardo López. Doctora en Filología Latina, profesora de Filología en la Universidad Complutense, y crítica de la Asociación de Críticos de Arte de Madrid.

El pasado día 5 de este mes de diciembre tuvo lugar en el Centro Riojano de Madrid la presentación de Cartas Cruzadas, excelente novela de Ana Alejandre.

En la actual narrativa literaria esta novela presenta un formato novedoso puesto que, como el título indica, la trama principal de Cartas cruzadas la constituyen los hechos relatados en unas cartas escritas por diferentes miembros de una misma familia desde febrero de 1925, hasta la actualidad. No hay, por tanto, diálogo.

La narración transcurre en el verano de 2013, y el tiempo narrativa va retrocediendo a diversas décadas del pasado siglo XX, desde 1925, 1939, 1945, 1998, hasta 1999., según la carta que sea leída en cada momento narrativo.

Este método de narrar una trama exclusivamente por medio de cartas escritas por diferentes personajes, tuvo un ilustre precedente en la literatura del pasado siglo XX: Thornton Wilder, escritor norteamericano que ganó nada menos que tres premios Pullitzer, publicó en 1948 una novela histórica titulada Los Idus de Marzo.

La particularidad de esta novela histórica, Los Idus de Marzo reside es que la reconstrucción de la vida de César se hace a través de documentos y cartas ficticias, supuestamente escritas por personajes que, sabemos, que realmente vivieron.

Ese formato de cartas entrecruzadas entre distintos personajes es el que vemos en esta última novela de Ana Alejandre.

Cartas cruzadas es una excelente novela de intrigas varias, de suspense y misterio. También, de la búsqueda de la identidad personal, de saber quién somos, de dónde venimos.

Las intrigas se desarrollan y resuelven a través de hermosas cartas escritas hacía tiempo, llenas de amor, de desesperación, de dolor. También de horror.

Marina Alcántara, la protagonista, es una mujer divorciada y con dos hijas ya independizadas. A comienzos del mes de agosto de 2013, Marina, que personalmente atraviesa un delicado momento emocional, se encuentra sola en el piso de su difunta madre, en una aislada urbanización en las afueras de Madrid. Sólo su fiel perro la acompaña.

En esa soledad interior y exterior -el caluroso agosto madrileño ha vaciado la urbanización de sus habituales ocupantes-, comienza a revisar antiguas fotografías familiares y a leer una serie de cartas ocultadas celosamente durante largos años por su madre.

Sin embargo, ésta, antes de morir, la había incitado a que, tras su muerte, las leyera. Las cartas están escritas por diferentes miembros de la misma familia desde el año 1925 y se extiende a otras décadas ya citadas anteriormente según el personaje que las escribe y el momento histórico en el que se sitúa.

En esas cartas se plantea una intriga familiar surgida en 1925 que, a lo largo de los años, va desdoblándose en varias ramificaciones misteriosas que atrapan en su suspense a la propia Marina.

Con los personajes que aparecen en las cartas recorremos el siglo xx y llegamos a nuestros días: Así, a hermosa Olga Petrovna, una de las protagonistas, nace en una familia aristocrática justamente en los inicios del pasado siglo. Emigrada de Rusia, tras la caída del Zar y la llegada de los soviéticos al poder, vive en el fascinante Paris de 1925, año de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas.

Los años 20 son el momento en el que el Paris de entreguerras alcanzó su máximo brillo y esplendor. En él, en 1925, arranca la intriga de la novela.

Posteriormente asistimos a otros terribles acontecimientos del siglo XX: La LLEGADA AL PODER DEL NAZISMO

La INVASION DE POLONIA en 1939 por los alemanes, que fue el inicio de la 2ª guerra mundial. CAMPOS DE CONCENTRACIÓN NAZIS, donde millones de personas, sobre todo judíos, fueron masacradas.

Todos estos sucesos sirven de telón de fondo y son fundamentales en los que se desarrolla el dramático destino de algunos personajes.

De hecho, en la portada de la novela se ve sucesivamente tres fotografías: una de París, otra muestra fotos antiguas y viejas cartas, y una tercera contiene un grupo de militares en la que destaca en primer término Adolfo Hitler.

Esta selección de imágenes es, evidentemente, una declaración de intenciones de la autora.

A lo largo de una semana Marina Alcántara va revisando viejas fotografías familiares y leyendo cartas escritas por diferentes personas de la familia a lo largo de los años. Su madre en sus últimos días la había incitado a leer las cartas, tras tenerlas largos años cuidadosamente guardadas, sin explicarle el porqué.

Sin entender la causa por la que ella debía hacerlo ni por qué debía desempolvar viejas historias, como la ya archiconocida desaparición de la mujer de su tío abuelo Gabriel, la hermosa Olga Petrovna, en París en 1925, comienza la lectura de las cartas y viejos documentos que le van adentrando en una historia fascinante y enigmática que la embarga de emoción, temor, sorpresa y dolor. Siempre sumergida en la atmósfera asfixiante y solitaria de la urbanización de las afueras de Madrid, en la que se siente única habitante de un mundo desolado.

Efectivamente, la madre de Marina ha ocultado cuidadosamente las cartas familiares hasta el fin de sus días. Asimismo, las había distribuido cuidadosamente en varios paquetes. Marina las lee con interés creciente por el suspense que se inicia con su lectura y avanza y crece a medida que transcurre la narración y va conociendo nuevos datos y circunstancias que ignoraba del apasionante enigma familiar que se inicia con la desaparición de Olga en ese París bullicioso de 1925.

Posteriormente, esa intriga inicial, con los años, se ha ido desdoblando, ampliando en nuevos enigmas a resolver por la protagonista que van surgiendo en algunas otras cartas escritas por personas ajenas a la familia y en varios importantes documentos de épocas pasadas. Esas cartas escritas por personas ajenas a la familia resultarán fundamentales para esclarecer la trama y solucionar las diferentes intrigas planteadas a lo largo de la novela.

Durante todo el tiempo Marina acompaña la lectura escuchando los acordes de la Misa de Réquiem de Mozart, y escucha en las voces de los cantantes la letra de los versículos del Rito Romano de la Misa de Difuntos que se utilizó al componer la magna obra.

A veces, el texto cantado de esa Misa de funeral se adecúa a los tristes sentimientos que expresa alguna de las cartas que va leyendo.

En resumen: La soledad del piso vacío en el que Marina se encuentra, su triste situación emocional, el asfixiante calor de un agosto preñado de tormentas, los versículos del texto de la misa de Difuntos -que hacen hincapié en la insignificancia del ser humano, abocado a las desdichas y la muerte, y en la súplica que eleva a la misericordia divina-, todo el entorno en definitiva contribuye a crear una atmósfera cada vez más opresiva, que, inevitablemente, se va cerniendo sobre el lector y le va transmitiendo la emoción, el suspense y la sensación de tristeza casi tanto como a la propia Marina por la atmósfera creada por la autora.

En tanto que Marina va acabando la lectura y conoce la terrible realidad de su familia y la suya propia, la identidad verdadera, que tanto tiempo llevaba anhelando saber, estalla en el exterior una gran tormenta que es el fiel reflejo de la que estalla en el alma profundamente desgarrada de Marina al conocer una verdad que tanto ansiaba desvelar a medida que iba leyendo todas las cartas y documentos y que al conocer la desestabiliza anímica y psicológicamente, en una explosión de emociones incontrolables

La narración pone de manifiesto el mal que ofrece diferentes caras siendo el mismo. La frase de Goethe que aparece al inicio de la novela lo expresa de forma contundente: “Al mal no le hacen falta razones. Le bastan con excusas”. Los diferentes totalitarismos políticos desde el comunismo al nazismo, como ideologías que esclaviza a las personas y las convierten en seres desprovistos de derechos, valor y dignidad, aparece reflejada en esta novela como telón de fondo de muchos de sus momentos narrativos. El sufrimiento terrible, el dolor y la humillación de unos seres humanos que tuvieron la desgracia de vivir en tiempos feroces son otros elementos esenciales de esta obra. También el amor, la generosidad, el altruismo y la fraternidad de quienes exponen su propia seguridad para acoger y proteger a seres indefensos, como contrapunto ético que son los únicos pilares que el ser humano tiene para poder sobrevivir al horror, la barbarie y la muerte.

El contrapunto de belleza, entre tanta intriga, soledad, miedo y suspense, lo ofrece la prodigiosa música del Réquiem y las voces de los cantantes que interpretan los versículos de la última parte y final del Réquiem, que sirve como plegaria para todos sus familiares, ya fallecidos, y como mensaje de esperanza entre tanta desolación:

“Lux aeterna luceat eis, Domine, cum sanctis tuis in aeternum, quia pius es”

“Que la luz eterna brille por siempre para ellos, en compañía de tus santos, porque Tú, Señor, Tú eres misericordioso”.

El lector termina la novela sintiendo que a su lado parecen estar los distintos personajes que tomaron vida a través de sus cartas doloridas, emocionadas, tristes o felices, acompañándole mientras lee el sorprendente final, al que ha llegado después de la intensa lectura de una narración plena de suspense, intriga, emoción y hallazgos de una historia familiar en la que se resume la vida de varias generaciones que vivieron y murieron buscando conocer la verdad y la razón de su desdicha.

Excelente novela de esta autora que nos ofrece en estas Cartas cruzadas, la muestra de su dominio del lenguaje, de la novedosa técnica narrativa y la descripción de los personajes que toman vida y los acerca al lector, en una lectura en la que sólo podrá encontrar un ejemplo más, en esta nueva y quinta novela, plena de suspense, intriga y emoción, de su talento narrativo.

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