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Parece ser que, los actuales dirigentes del Ayuntamiento de la capital catalana, intentan convertir la ciudad de Barcelona en el ejemplo urbanístico siguiendo las consignas de todos aquellos presuntos “expertos”, críticos con el desarrollo, que fijan sus objetivos en que volvamos a los tiempos de los carros de caballos, las calles adoquinadas y estrechas, las farolas de gas, los vendedores callejeros, los afiladores con sus muelas de asperón.
El aforismo de que los electores nunca se aquivocan parece demasiado simplista. No sólo los políticos se equivocan, también los que los votan pueden caer en error. La repetición de elecciones avanzadas pueden darnos una pista.
He intentado sin éxito comprender a Ignacio Aguado cuando expresa su voluntad de no admitir en un ejecutivo a mujeres poco resolutivas, e incluso incapaces ha llegado a insinuar, poniendo como ejemplo de ello a dos féminas como Leire Pajín y Viviana Aído, ambas del Partido Socialista Obrero Español y en su día responsables de sendas carteras ministeriales, con José Luis Rodríguez Zapatero como primer ministro.
Y todo este espectáculo, con tanto retraso y semejante final, evidentemente pre-acordado entre las partes ¿para qué, con qué fin y a dónde nos va a llevar, a los españoles, cuando tenga efecto la constitución del nuevo gobierno que se nos anuncia?
Cuando un político llega al poder de rebote, fruto de una de las peores consecuencias de una elección poco meditada por los votantes y, por azares del destino, por manipulaciones electorales, por mentir conscientemente de que lo estaban haciendo y por la habilidad que suelen tener todos estos sujetos que padecen ataques de grandeza, que viven convencidos de que han llegado a este mundo para salvar a la humanidad de sus errores.
Cuando, tras el hundimiento de la UCD, comenzó a gobernar el partido socialista bajo la presidencia de Felipe González, el dicharachero vicepresidente Alfonso Guerra dijo aquello de que los socialistas iban a dejar una España que no la iba a conocer ni la madre que la parió. Los cambios que se produjeron durante la larga presidencia de González pienso que los aceptamos sin mayor problema.
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