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En estas fechas podemos contemplar, en las diversas cadenas televisivas, extensos reportajes sobre el camino hacía el Rocío que culmina el domingo de Pentecostés. Por otra parte, a lo largo de todo el año, riadas de peregrinos se encaminan, desde muchas partes y por diversas rutas, en dirección a Compostela a fin de acercarse a la tumba del Apóstol.
No es fácil, en estos tiempos de ruido y postureo, entender la devoción por un hombre que no levantó espadas ni escribió tratados, ni siquiera sabía leer. Pero ahí está San Isidro, patrón de Madrid, el santo de los callos en las manos y la tierra bajo las uñas, al que veneran en Cabeza la Vaca como si fuera de la familia. Y en cierto modo lo es.
«Ben vennas, Mayo, e con alegría; poren roguemos a Santa Maria». Esta es la primera referencia descubierta hasta la fecha en relación a la unión del mes de mayo con la Virgen María. Se trata de la cántiga CDVI de Alfonso X el Sabio escrita entre 1280 y 1284. Nueve siglos de tradición mariana en España durante el quinto mes del año. Y una de las actividades tradicionales a realizar durante este tiempo son las romerías.
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