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En el discurso que pronunció el martes ante la sesión conjunta del Congreso estadounidense, el presidente Donald Trump dijo muchas mentiras y, con arrogancia, afirmó: “No hemos hecho más que empezar”. Los tribunales federales tampoco han hecho más que empezar y ya hay decenas de demandas en curso contra las órdenes ejecutivas emitidas por Trump.
La historia está plagada de rincones oscuros y pasajes olvidados que rara vez encuentran espacio en los manuales y, entre ellos, brilla el decisivo papel de España en la independencia de Estados Unidos. Mientras los nombres de Washington o Franklin se graban con letras doradas en los anales de la revolución norteamericana, pocos recuerdan que un astuto gobernador español, Bernardo de Gálvez, tejía una red de apoyo fundamental para los rebeldes.
Lo de Donald Trump con Gaza es una locura de invento geopolítico digno de figurar en los anales de la desfachatez histórica. Su idea de vaciar Gaza de palestinos y quedársela, para hacer "la Riviera del Medio Oriente", -dice-, con la bendición de Marco Rubio y su "to make Gaza beautiful again", tiene todos los ingredientes de una mala película: ignorancia, cinismo y un toque de delirio imperialista.
Desde la era de Ronald Reagan hasta la presidencia de Donald Trump, la psicología colectiva en Estados Unidos ha experimentado cambios significativos. A medida que el uso de antidepresivos ha aumentado un 400 % desde 1994, es evidente que la infelicidad y la ansiedad se han convertido en problemas crecientes en la sociedad estadounidense.
Donald Trump, el 45 presidente de EEUU, ha sido una figura polémica desde su ascenso al poder. Su enfoque agresivo de la política, su actitud desafiante ante las normas diplomáticas y su necesidad de sobresalir en todo momento, han dado lugar a una imagen compleja de liderazgo. Sin embargo, detrás de sus declaraciones y acciones hay un patrón claro: la obsesión por dominar las naciones y el mundo a su modo.
Cualquier persona normal y con los más elementales visos de educación habrá sentido vergüenza por el espectáculo tan denigrante y ofensivo que ofrecieron al mundo Trump y J.D. Vance, en el que acorralaron al presidente de Ucrania, sometiéndolo a una humillación jamás vista en la Diplomacia.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, han desatado un caos a nivel internacional con las medidas que están adoptando en su intento de desguazar el Estado federal estadounidense, que incluyen despidos en masa y congelación de fondos.
Estamos presenciando, de la forma más clara y más rotunda, cómo el dinero, los negocios, las conquistas, las supremacías por raza, riqueza, armamento... se han convertido en las nuevas armas para conquistar y reorganizar el nuevo mundo.
La puesta en escena de la entrevista Trump-Vance con Zelensky es cruel, pero puede no ser absurda. Es lógico y habitual que en esos encuentros las conversaciones no se hagan ante periodistas ni con ‘usos’ impropios de la diplomacia normal entre personas educadas y países bien avenidos.
El pasado 28 de febrero de 2025, Día de Andalucía, a través de la pantalla de televisión, tuve dos sensaciones bien distintas. Por la mañana, en Canal Sur, vi la “Gala 28F” con la entrega de Medallas y nombramientos de Hijos Predilectos de Andalucía a los premiados de este año. Debo confesar que el acto resultó enormemente atractivo por su sencillez y emoción.
Nuestra conciencia emocional nos impele a denunciar a los cobardes poderosos. Cobardes -que gobiernan una superpotencia mundial en su ocaso- descaradamente agresivos y sólo “valientes” para atacar, saquear e insultar a los países y pueblos del mundo, incluyendo los países y pueblos europeos.
Sencillamente, no, no toca hoy mirar a otro lado mientras el mundo se adentra en el abismo de la sinrazón, el totalitarismo, el fascismo y el conflicto de la radicalidad entre polos. No, no toca hoy aparecer impávido ante la muerte de la libertad y al asesinato en directo del significado mismo del principio de igualad a golpe de talonario de los nuevos ideólogos del nazismo patrio 4.0 que con su riqueza quieren hacer claudicar el espíritu mismo de la democracia en el mundo actual.
Desde el arranque de su campaña electoral, Donald Trump dejó claro que la fecundación in vitro (FIV) iba a estar en el centro de su agenda. No lo dijo una vez ni dos, sino en repetidas ocasiones, proclamando que su administración haría lo necesario para que este tratamiento estuviera al alcance de todos los estadounidenses.
En las relaciones internacionales es habitual la utilización de la expresión latina «erga omnes», cuyo significado es «frente a todos». La traigo aquí a colación porque es el trato que el recién investido presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, que repite mandato representativo no consecutivo, está dando con sus decisiones al conjunto de la comunidad internacional como consecuencia de su forma de entender la democracia liberal.
Últimamente me levanto desajustado, como si, de repente, el mundo en el que me moviera ya no fuera de mi talla, sintiendo la holgura de la existencia por unos parámetros que ya no concuerdan con las medidas de mi conocimiento. Como cuando de pequeño, de un verano para otro, me ponía el bañador que tan bien me quedaba el curso anterior y, doce meses después, me sentía como el increíble Hulk en plena transformación.
No, no voy a hablar de la pistola con la misma denominación, sobre armas nada sé. Sí lo haré sobre la necesidad y obligación que tienen todos los gobernantes de un país de defender su integridad territorial y salvaguardar la vida y los bienes de sus ciudadanos. El título de este trabajo es un adagio latino que significa "si quieres paz, prepárate para la guerra".
Cuando Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos en 2016, muchos de sus votantes lo hicieron convencidos de que su éxito en los negocios sería su mayor fortaleza para dirigir el país. Se vendió como un estratega, un hombre de números y de resultados, alguien que supuestamente sabía cómo hacer crecer la economía y “negociar mejor” para su país. Pero gobernar una nación no es lo mismo que manejar una empresa.
El 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó una ofensiva a gran escala contra Ucrania, marcando el inicio de uno de los conflictos más devastadores en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Hoy, al cumplirse tres años de esa invasión, el panorama sigue siendo sombrío, con miles de vidas perdidas, desplazamientos masivos y una comunidad internacional cada vez más polarizada en sus respuestas.
Con la insignia de la libertad en lo alto, proclama a los cuatro vientos que la democracia enfrenta una amenaza. La multitud, al borde del delirio, aplaude y vitorea a sus ídolos, envueltos en un nacionalismo amenazante. Él, como un toro exhausto, toma aliento, resopla y retoma su embestida, cargada de afirmaciones y posturas presentadas como axiomas, que en esencia son meros dogmas.
“Nada es más indigno para un pueblo civilizado que dejarse 'gobernar', sin oponer resistencia, por una camarilla irresponsable de dirigentes guiados por instintos sombríos”. Así comienza el primer comunicado de la Rosa Blanca, un grupo clandestino de resistencia contra el nazismo integrado por jóvenes alemanes de la ciudad de Múnich, entre los que se encontraban los hermanos Hans y Sophie Scholl.
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