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Desde que asumió la presidencia, Trump ha sido fiel a su promesa de tomar represalias, como lo ha hecho con las deportaciones masivas que había anunciado y su constante demonización de los inmigrantes. Tomemos, por ejemplo, el caso de Kilmar Abrego García, un ciudadano salvadoreño que abandonó su país a los 16 años.
Mientras el mundo lidia con desafíos cada vez más complejos, desde el cambio climático hasta las tensiones geopolíticas y la fragilidad económica, que Donald Trump esté en el poder en Estados Unidos no solo sacude el tablero político de ese país, sino que amenaza con desencadenar consecuencias graves a escala global.
Para ello, después de una limpieza étnica a fondo, se ha propuesto arrasar el resto de los países que le puedan hacer sombra, cuyos gobernantes deben ponerse en cola para “besarle el culo” (sic) y pedirle por favor que nos deje seguir buscándonos la vida.
Es lamentable el giro que viene dando el mundo, con “ciertas potencias mundiales” por falta de prudencia, y lo mejor y lo peor son las potencias mundiales inmiscuidas en ese laberinto pernicioso, neutralizador para los pueblos, la paz, el desarrollo su futuro , entre otras cosas buenas.
Hace medio siglo, el tono magistral con el inevitable acento alemán del idioma aprendido en la juventud, sonaba en el Madrid desacostumbrado a grandes fastos, ni siquiera a medianos eventos: “Se sorprenderían si supieran el escaso número de congresistas que se han molestado en sacar el pasaporte o el reducido número de acertantes entre aquellos dirigentes capaces de decir sin equivocarse las principales capitales del mundo…”.
Las decisiones arancelarias unilaterales de Donald Trump se cumplieron como una profecía, lo mismo que las réplicas esperables de las demás potencias de cara a esta guerra comercial y tecnológica explícita. Argentina es una de los territorios expósitos que quedaron a merced de la propia debilidad del rumbo aperturista elegido, otra de las graves catástrofes que suma un gobierno de nula imbricación con la ética política.
Aclaremos el panorama. Si el presidente de la única superpotencia realmente existente lanza su ofensiva mundial de aranceles clamando -como si fuera un muy debilitado llorica- “nos han engañado durante más de 50 años, (…) América empezará a ser rica de nuevo”, desvela dos realidades. Una, que la hegemonía estadounidense realmente camina hacia su ocaso mundial. Y dos, que su burguesía monopolista apuesta por golpear a los países y pueblos del mundo.
Ya nadie duda que el largo período de paz que hemos disfrutado en el mundo, a pesar de algunas escaramuzas o guerras muy localizadas en los últimos años, como las de Vietnam, Afganistán, Irak, Yemen o Gaza, ha llegado a su fin. La invasión de Ucrania por el zar Putin y la llegada del supermillonario Trump al poder de la nación más poderosa de Occidente, han desorientado a los grandes países y ha provocado un caos comercial en el mundo de consecuencias inimaginables.
Cuando las leyes se convierten en adorno, mandan los tanques, las bombas y los discursos vociferantes y, no es que estemos volviendo a los años treinta: es que algunos ni siquiera se molestaron en salir de ellos. La historia, burlona, nos guiña un ojo mientras repite los mismos trucos con distinto decorado.
La campaña de persecución que el Gobierno de Trump está llevando a cabo contra estudiantes extranjeros acusados de sostener opiniones que no le agradan se está intensificando y ha sembrando el miedo, separado familias y forzado a muchas personas a vivir en la clandestinidad o a abandonar Estados Unidos.
La opinión que más escucho cuando oigo hablar de Donald Trump, incluso en boca de académicos o gente bien informada, es que está loco. Es cierto que su comportamiento, tan diferente al de quienes nos hemos acostumbrado a ver como dirigentes y líderes mundiales, induce a pensar así.
El dos de abril. Esa es la fecha que el nuevo colonialista americano ha decidido llamar como el «Día de la liberación». Con ello, el actual presidente americano Donald Trump pretende simbolizar el cambio drástico en la política económica americana. Su estandarte, la implementación de aranceles a la mayoría de los países que pretendan vender sus productos en el interior de las fronteras americanas.
La imposición de aranceles por Trump podría desembocar en una guerra comercial que tendría como efectos colaterales una desbocada inflación, una contracción del consumo interno, un peligroso coqueteo con la recesión de las economías tractoras mundiales para el 2026 y el riesgo evidente de un nuevo 'crash' bursátil.
Donald Trump ha encendido la mecha de una guerra comercial global, al imponer aranceles desmesurados a las importaciones de prácticamente todos los países. Con un aumento de la tasa arancelaria con promedio hasta el 22%, la más alta en más de un siglo, el presidente apuesta por una política proteccionista que, lejos de beneficiar a Estados Unidos, podría provocar efectos devastadores en su propia economía.
Los bajitos del Gobierno, José Manuel Albares y Margarita Robles, andan a la gresca. Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, quiere la cartera de Defensa de Robles. Pero ésta, que fue y estuvo en Exteriores, parece que no quiere irse. Por preparación y el oficio de exjuez, Robles sabe leyes, ayudó en la Moción de Censura contra Rajoy, el sanchismo le debe la Moncloa, Sánchez la presidencia.
El presidente Trump ha revocado el permiso imperial para que Repsol exporte petróleo de Venezuela y ha anunciado que impedirá que invierta en aquel país alrededor de 1.590 millones en nuevos yacimientos. Inmediatamente, el gobierno de España, presidido por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el Partido Popular han salido en defensa de la empresa con un mismo argumento.
Jeanette Vizguerra comprende demasiado bien la injusticia inherente al sistema de inmigración de Estados Unidos. El lunes pasado, agentes del Servicio de Inmigración arrestaron a Jeanette frente a su lugar de trabajo, en el estado de Colorado. Según se informó, los agentes se le “reían en la cara” mientras la llevaban a una cárcel para inmigrantes de la ciudad de Aurora.
El oro está registrando niveles nunca vistos en los mercados financieros. Su precio ha superado los 3.000 dólares la onza por primera vez en su historia, y la tendencia es alcista. ¿Qué ha sucedido para que a principios de 2025 esté pasando esto?
El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos.
Desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca, los pueblos del mundo sentimos una gran incertidumbre y una profunda consternación ante cómo los EEUU con tal presidente a la cabeza ha lanzado una ofensiva global que nos está sacudiendo de nuevas y diversas maneras, desde Gaza a Ucrania, desde los aranceles al impulso de la ultraderecha, y siempre con la guía del saqueo económico y el dominio político-militar del planeta.
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