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Desde 1943 que se formula la pirámide de las necesidades humanas podríamos decir que entendemos que el hombre necesita estar seguro, tener amigos, estar alimentado, no tener frío, ni calor, ni hambre, ni sed, ni ser despreciado, sino todo lo contrario, tener éxito en lo que emprenda en su vida…, y así hasta un sinfín de aportes y bienes materiales e inmateriales al ser humano, para sentirse como tal o al menos como un ser vivo con necesidades satisfechas.
El pasado viernes se dio el pistoletazo de salida a las elecciones del 28-M, pero la realidad es que hace semanas que el ambiente ya se había caldeado ante la proximidad del último domingo de mayo, fecha marcada en rojo por todos los aspirantes a ocupar un puesto en los ayuntamientos o en los parlamentos autonómicos.
Cuando esta semana pasada saltó la noticia de la inclusión de 44 etarras condenados por terrorismo en las listas municipales del País Vasco, de los que siete lo han sido por asesinato, confieso que me inundó una extraña sensación de indignación y tristeza. Es como si la sangre que riega el cerebro a través de sus arterias y venas, lo hubiera anegado con la fuerza de una lluvia torrencial.
Los hispanos “los de abundantes refranes” (nos llamaría Homero), los tenemos para todo y también para cualquier ocasión. Quien lo ponga en duda que inquiera en el Quijote y comprobará la abundancia de ellos que tenía el cazurro Sancho, aplicables a cada momento y, en ocasiones, aunque no viniesen a cuento.
Las encuestas son resúmenes de una probabilidad acotada en una zona y un momento para una consulta electoral. Se hacen recogiendo opiniones, con fiabilidad dudosa, de electores con características estables a veces, o anónimas y cambiantes casi siempre.
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