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La Tierra pierde cada año alrededor de 10 millones de hectáreas de bosques, una extensión equivalente a 14 millones de campos de fútbol y algo superior a la de Castilla y León, pese a que estos ecosistemas son esenciales para las personas y el planeta.
Ya desde el exterior, Daira observaba el gran castillo que hasta hacía unos días había considerado su hogar y que ahora ardía entre las llamas, aquellos que creía su familia iban a entregarla en sacrificio al gran Dios. Sus ojos aún inundados en lágrimas bajo el dolor de la traición convirtieron sus poderes en destructivos, todos los que quisieron hacerle daño, ahora perecían entre las llamas consumidos por sus pecados.
Estoy convencido de que los seres humanos somos como los árboles, que son más fuertes cuando viven en el bosque, potenciados por la otredad y el “nosotros”; pero que de no ser por sus raíces, no podrían sobrevivir, pese a estar en la más exuberante floresta. Los seres humanos no seríamos lo que somos y no tendríamos esperanza de evolucionar, si no viviéramos en sociedad.
Naciones Unidas llama a la protección de la Amazonía en medio de temores de que miles de incendios en todo Brasil destruyan rápidamente la selva tropical más grande del mundo y se allane el camino para una catástrofe climática.
Los distintos medios así como los diferentes organismos y autoridades con competencias en el sector, han puesto todo su empeño, y no es para menos, en hacer que la población mundial tome conciencia de la grave contaminación que está sufriendo el planeta y que camina a pasos agigantados hacia sufrir consecuencias que difícilmente serán reparables.
Se ha reducido más de un 50 por ciento en los últimos tres años, según los ingenieros forestales, que advierten de la necesidad de mejorar la prevención ante el riesgo de incendios.
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