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Vicente Manjón Guinea
(Madrid, 9 de noviembre de 1968). Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Criminología por la Universidad Camilo José Cela de Madrid. Ha trabajado en prensa en diversos medios de comunicación, entre otros, un gabinete de prensa, Terra, Ecuality, Diversia, el portal de Internet Kataweb, del grupo La Repubblica, y para la confección de varios programas televisivos de monográficos sobre personajes célebres de la vida cultural. Fundador y director de la extinta revista literaria en internet Satiria. Cuenta con varios premios de poesía y relatos cortos. Actualmente se dedica a la peritación judicial, especializada en robos y fraudes. Así mismo, vinculo su profesión a la educación y reinserción de menores infractores en la Consejería de Justicia de la Comunidad de Madrid. Autor del ensayo literario titulado DE LA LITERATURA Y LAS PEQUEÑAS COSAS, del libro de relatos inédito ALTAS MIRAS y de las novelas UNA LLUVIA FINA Y MENTIROSA y CON TAL DE VERTE REÍR. Editor y escritor del blog de artículos Memorias de un náufrago. |
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Fue Dostoievski quien dijo que «llegará un día en que la tolerancia será tan intensa que se prohibirá pensar a los inteligentes para no molestar a los imbéciles». No estoy seguro de que ese momento haya llegado ya, pero de lo que sí estoy seguro es de que vivimos un momento donde ya reina, sin duda, el poder hegemónico y mediático de los ignorantes.
Puede que el momento sea el oportuno para determinados intereses, pero que no le quepa a nadie la menor duda de que el dictamen final de lo que se dice acierta de pleno. Según el CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, nueve de cada diez ciudadanos no cree que la justicia sea igual para todos. El 89,9% no comparte que se trate igual a los políticos que a los ciudadanos.
Todas y cada una de las lecturas que hacemos a lo largo de nuestra vida van dejando un pequeño poso en la configuración de nuestro carácter y nuestra personalidad. Incluso aquellas que abandonamos a mitad de lectura por parecernos insufribles, nos enseñan que, a veces, tendremos que asumir la frustración. Haber perdido el tiempo dedicado, por nuestra insistencia, a leer un panfleto lleno de estereotipos.
El dos de abril. Esa es la fecha que el nuevo colonialista americano ha decidido llamar como el «Día de la liberación». Con ello, el actual presidente americano Donald Trump pretende simbolizar el cambio drástico en la política económica americana. Su estandarte, la implementación de aranceles a la mayoría de los países que pretendan vender sus productos en el interior de las fronteras americanas.
La vida suspendida, de Eduardo Laporte, es uno de esos libros que tienen la valentía de descender, como un espeleólogo, hacia las entrañas de un mundo desconocido. Sus páginas abordan la pérdida de un hijo no nato, que tomó camino hacia la inexistencia, al poco tiempo de que el autor hubiera conocido a su pareja y haberse concebido.
Dijo en cierta ocasión Lord Acton, allá por mitad del siglo XIX, que «el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los grandes hombres son casi siempre hombres malos...». Parece que hoy día a esos «grandes hombres» se les ha investido con una especie de capa de visionario del futuro, de emprendedor de la gloria y, cómo no, de salvador de la humanidad.
El mar siempre ha sido un compañero de la buena literatura. Un ser andrógino convertido en hombre o mujer, según la inspiración de los poetas. Proclives a cantar su fiereza y su bravura como consecuencia de grandes y musculadas epopeyas oceánicas. En la memoria anidan los recuerdos de aventuras como las descritas por Joseph Conrad, Robert Louis Stevenson, Julio Verne, Herman Melville o Daniel Defoe entre muchos otros.
Ya no queda nada, absolutamente nada, de lo que podamos decir que es blanco, o, por el contrario, negro. Se acabaron las verdades inmutables. Se han derruido los pilares sobre los que se sustentaba nuestra educación y nuestras creencias. Más bien nuestras esperanzas. Los espigones de acero, insertados entre los moldes de hormigón, como cimientos de grandes edificios, se han convertido en juncos flexibles que se doblegan según sopla el viento o según interese.
Hay pueblos que están condenados a vagar por el mundo sin un lugar donde poder asentarse. Son pueblos convertidos en nómadas porque así lo han decidido las grandes potencias colonialistas e imperialistas que dominan el mundo. Al recuerdo me vienen los kurdos, un pueblo de más de treinta millones de personas repartidas entre Turquía, Irán, Irak, y Siria, sin la posibilidad de tener un estado propio.
El libro de Eduardo Laporte conserva en sus páginas un olor húmedo a abeto y a haya. Un sonido de adoquines y rumor de hojarasca. Un sabor a chato de vino elaborado en bodegas benedictinas. Una mirada a la naturaleza y lo rural. Al apego de la tierra. Al esfuerzo en la labranza olvidada. Una mirada al alma de lo terrenal, con todos sus colores y contradicciones. Sin tanto maniqueísmo como el que ahora parece dogma a seguir.
«Para todos aquellos que habéis sufrido abusos o habéis sido traicionados… yo soy vuestra venganza». Con esta frase, pronunciada por Trump antes de ganar las elecciones, introduce Andrea Rizzi su ensayo publicado por Anagrama 'La era de la revancha'.
¿Verdaderamente alguien piensa que la elección de Trump como presidente de los EE.UU. es una aberración? No, en absoluto. El cuadragésimo séptimo presidente de la nación más potente del mundo es la revelación del verdadero rostro de América. Trump es, a pecho descubierto, el descarnado poder de la oligarquía estadounidense. La adoración de la riqueza obscena, sin miramiento alguno.
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