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Llucià Pou Sabaté
Buscador de la verdad. Enamorado de la vida. Con pasión por ayudar a los demás. Con ganas de construir un mundo mejor por el amor. Nacido en Gerona (1960), estudió en las Universidades de Sevilla y Córdoba la Licenciatura en Geografía e Historia (1984), vivió en Roma 10 años donde cursó el Doctorado en Teología, y ahora vive en Granada donde hizo el máster de profesorado de Educación Secundaria, y colabora con la Universidad mientras está cursando un programa de Doctorado en filosofía. Profesor de Teología y humanidades, actualmente del Claustro de la Universidad internacional de la Rioja, ha dirigido y participado en Congresos: Simposios de Teología de la Universidad de Navarra, Sociedad Internacional Santo Tomás de Aquino (Barcelona, Roma), Universidad de Granada. Entre sus publicaciones destacan el libro de la Tesis doctoral: "La filiación divina y el obrar moral en Santo Tomás de Aquino" (2007), y las comunicaciones sobre estos temas que publicó en libros (Universidad de Navarra, Universidad de Roma, Editorial Vaticana de Roma, etc.). También tiene libros de ayuda a los demás, como "La pérdida de un ser querido", "Mi querida misa", "Carta a un cónyuge con dudas", "Jesús Maestro modelo del educador", "Esperanza y salvación", etc. Colabora con sus artículos en algunos periódicos y portales de internet, además de desarrollar una actividad de difusión en las Redes sociales. |
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Freud habló de los dos instintos básicos de la persona: vida y muerte, a los que llamó con sus términos griegos deificados "Eros y Thanatos", y aunque el freudismo ha dominado en nuestra cultura, los dos son los grandes olvidados en la educación: Amor y Muerte. Y están relacionados, pues si has perdido un ser querido, querría decirte: “a ti que lloras, porque has amado, has perdido a quien amas, y te duele… El dolor de la pérdida es el precio de haber amado”.
Cuando todo se vuelve gris y el dolor embarga nuestro corazón, no vemos la realidad, sino que absolutizamos, como es lógico, una parte, la que sentimos... El rey bíblico David escribió: “El dolor me nubla la vista; ¡se me nubla por culpa de mis enemigos!” (Salmo 6,7).
Resiliencia es una palabra que la psicología toma de los materiales que se doblegan sin romperse para después volver a la situación original. Cuando tenemos un trauma físico, por ejemplo perdemos una pierna, eso es irremediable. Pero si tenemos un trauma interior, de la mente o el alma, se produce una deformación en los sentimientos, por ejemplo en la depresión, que sin embargo pueden volver a recuperarse.
Todos tenemos secretos, y podemos confiarnos a quien queremos. Hay personas que los quieren llevar a la tumba, que no quiere compartirlos con nadie y que permanecen confidenciales hasta su muerte. Pueden ser cosas de las que se sienten avergonzadas o culpables, o relacionados con asuntos familiares delicados.
Cuando ha habido una pérdida, una crisis, da consuelo poder hablar con alguien digno de nuestra confianza. Con ciertas personas hablaremos del tiempo, de fútbol o de política, pero con otros podemos entrar en intimidad porque nos sentimos “en casa”. Son amigos y además tenemos confianza. Podemos hablar. Y hablar consuela.
¿Qué es la “pérdida”? Algo tan amplio que va desde la ruptura de un matrimonio, el fin de una relación de pareja, el alejamiento forzado de las personas que amamos, la pérdida de un empleo, los cambios físicos repentinos debidos a una enfermedad o accidente, la pérdida de bienes (para algunos también, aunque para muchos quedan lejos de las relaciones personales), la desilusión al ver que las personas nos han fallado y que aquello no era lo que esperábamos…
La eutanasia está siendo debatida en varios parlamentos. Pero el problema no está resuelto. De una parte se plantea la solución de casos de enfermedad muy dolorosa o de muerte segura, y en el fondo está la emoción que hemos tenido todos al vivir de cerca algunos casos. De otra parte tenemos la novela Amsterdam de Ian McEwan, historia de un pacto de eutanasia entre dos amigos.
A veces hay personas buenas, que sufren injusticias, dolor, penalidades. Pueden ser desastres naturales como inundaciones o terremotos, no entendemos por qué pasa. Nos parece que debería haber un orden mejor, que entendiéramos, pues nos desconcierta. Pero algo nos dice que hay un sentido escondido en todo ello.
Sufre la mujer en el parto, el hijo ante la muerte de la madre, sufren los que están en guerra, o sufren una calamidad climática, sufren las personas que están en medio de una ley de la selva en la economía y sociedad, sufren los animales en su selva cuando unos se comen a otros. Hay muchos sufrimientos.
Cuando nos quedamos con lo malo dentro, aquello puede podrirse, las emociones contenidas pueden hacer daño. Necesitamos desaguaderos para las cosas sucias, como las lavadoras. El agua estancada y sucia se pudre, esas emociones pueden dar energía negativa, que se acumula en el cuerpo provocando tensiones de todo tipo, también musculares.
Por desgracia, son muchas las personas que hoy día mueren en hospitales con poca presencia de su familia y sin un ambiente acogedor. Y eso es porque la muerte está proscrita en nuestra cultura. No me gustan esas colas de gente que va a ver a alguien cuando ha muerto, cuando podían haberlo visitado antes, mientras estaba enfermo.
Una cuarta parte de la humanidad tiene dificultades para acceder al agua potable. Los políticos se reúnen para afrontar inversiones pues sin agua hay pobreza y no hay sostenibilidad en el desarrollo y no tenemos bienestar por las racionalizaciones que vemos que hay cuando falta el agua. Por eso nos preguntamos ¿es posible resolver la creciente escasez de agua? ¿Cómo se puede garantizar su suministro futuro? El agua es vida.
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