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Llucià Pou Sabaté
Llucià Pou Sabaté
Es el dolor de la pérdida y el vínculo de los afectos

Corre por Internet un relato: la vida es como un viaje en tren. Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas que nos harán conocer el viaje hasta el fin: nuestros padres. Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más. Pero, a pesar de esto, nuestro viaje debe continuar; conoceremos otras interesantes personas, durante la larga travesía, subirán nuestros hermanos, amigos y amores.

A los 15 años del suceso, se estrena una miniserie de tres episodios sobre este triste evento

A los 15 años de la tragedia de Spanair, se estrena "Vuelo JK5022. La tragedia de Spanair", una miniserie de tres episodios sobre este triste evento que llevó a la muerte a 154 personas en el aeropuerto de Madrid: trata del proceso judicial y la comisión investigadora. Me ha parecido muy interesante el testimonios de las víctimas, familiares, técnicos, la recreación de los diálogos a partir de la caja negra, y los informes que muestran lo que ocurrió.

Muchas veces, cuando muere un ser querido buscamos culpables

Muchas veces, cuando muere un ser querido buscamos culpables. Pensamos que “si en lugar de hacer esto hubiera hecho lo otro”, no habría pasado eso malo… Que “podía haberle ido a ver y despedirme cuando se me ocurrió y pensé que iría al día siguiente, cuando ya fue tarde”, y cosas parecidas.

C. S. Lewis decía que el fallecimiento de los amigos le desnudaba como un árbol que pierde hojas, pero la pérdida de su amada fue el hacha que cayó sobre la raíz, que hería la profundidad de su alma

C. S. Lewis decía que la muerte de los amigos le desnudaba como un árbol que pierde hojas, pero la pérdida de su amada fue el hacha que cayó sobre la raíz, que hería la profundidad de su alma. La pérdida del ser querido golpea al cuerpo, las emociones, la razón, el espíritu…

El estrés es una enfermedad de nuestros días, que no viene de la acumulación de trabajos sino de la pre-ocupación por ellos, es decir la sensación de que hay muchas cosas pendientes por hacer. En cambio, la paz viene de que en lugar de pre-ocuparnos simplemente nos ocupemos de lo que toca ahora, del día a día, pero sin pre-ocuparnos.

¿Por qué Dios permite que se haya muerto esa persona a la que tanto quiero? El misterioso mundo de la pérdida del ser querido pasa por preguntas como esta. El sufrimiento que nos produce la pérdida no puede resolverse con la razón. Pienso que podemos integrar el sufrimiento en el alma, que no se trata de no tener esos apegos y disolverlos, sino integrarlos en un amor que no pierde a la persona que hemos perdido.

Muchos días nos enteramos de la muerte de un personaje importante: cantante, pensador, científico, empresario… y lo sentimos, lo recordamos. Pero cuando perdemos a un ser querido, alguien cercano a quien amamos, duele mucho. Nadie puede amar sin dolerse de esa pérdida. Nadie puede morir sin dejar dolor detrás.

Hace ya 25 años de un pequeño libro de Joan Vilar: “Antropología del dolor” (Eunsa 1998), donde habla muy bien de los fenómenos interiores que conlleva: el “fastidio que es consumirse por dentro y una cierta agresividad en el exterior y al ser una respuesta impotente lleva al resentimiento”.

El cambio de la hora del reloj que estos días hacemos, me ha hecho pensar en el tesoro del tiempo, más importante que cualquier tesoro material (y si no que se lo digan a Steve Jobs, que con sus miles de millones de dólares no pudo hacer nada para detener el cáncer que le mató).

Llega a los cines un reestreno remasterizado de Titanic para celebrar el 25 aniversario de su estreno tan exitoso. Rememora cuando el buque más lujoso y más seguro en la construcción naviera de aquellos años salió de Southampton con dirección a Nueva York en su primer viaje. Bajo la pintura del casco pintaron: “Ni Dios mismo podría hundir este barco”. Pero por Terranova colisionó con un icebert, y de los miles de pasajeros pocos pudieron salvarse.

A los 20 años de la aparición de esta novela del médico afgano Khaled Hosseini (refugiado político en Estados Unidos), podemos redescubrir Cometas en el cielo, que ha sido un superventas (Editorial Salamandra, 2003). Con carácter autobiográfico: “Con el tiempo he descubierto que lo que dicen del pasado, que es posible enterrarlo, no es cierto. Porque el pasado se abre paso a zarpazos…”.

Sorolla fue contemporáneo a las vanguardias parisinas, al impresionismo, y a la generación literaria del 98 (pero su estilo es alegre, en contraste con el sentido de pérdida de ese movimiento). Pero no fue considerado por los artistas de su tiempo, al situarse con las élites oficiales.

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