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César Valdeolmillos
César Valdeolmillos, profesional desde 1957, ha desempeñado su labor como periodista en multitud de medios de comunicación como Radio Madrid, Radio Granada de la Cadena Ser, La Crónica y un largo etcétera. También ha estado al frente del gabinete de prensa de la Federación Granadina de Comercio, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada y Vocal de prensa de Unicef y Cruz Roja Española en Granada.
Gran conferenciante, ha desarrollado una intensa labor como crítico musical, siendo miembro activo de la Cadena de Comentaristas de discos Latinoamericana y uno de los cronistas más antiguaos del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. En el campo de la política, desempeñó las funciones de Secretario Provincial de Información y Portavoz de la UCD en Granada. Asimismo, fue Primer Teniente de Alcalde y presidente de la Comisión Delegada de Fiestas del Ayuntamiento de Granada. En 1983 recibió el premio ACYME por unos artículos en defensa de la españolidad de Ceuta y Melilla y en 2004 le fue entregada la insignia de Oro del Ayuntamiento de Granada. |
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A pesar de los ataques encubiertos que desde hace cinco años viene recibiendo, la Constitución aún resiste y ha logrado cumplir 45 años. Es una de las más jóvenes del mundo occidental, y podría decirse que de las más estables, de no ser por el decidido empeño del presidente del Gobierno en avalar las tesis que indefectiblemente nos conducen a la desmembración del país.
Cientos de miles de personas se han manifestado en contra de la política de Pedro Sánchez. Personas de todas las edades y condición social, han expresado en las calles españolas su rechazo a la forma de gobernar de Pedro Sánchez. Rechazo a sus mentiras, a sus engaños, a su cinismo, a su falta de honestidad política, a su desmedida ambición de poder, a la arrogancia con que se comporta con quien está disconforme con sus decisiones.
Al llegar a su mayoría de edad, la princesa Leonor, heredera al trono de España, cumplió con una de las obligaciones más trascendentes, como futura reina de España: jurar la Constitución ante las Cortes generales, en las que reside la soberanía del pueblo español. No hay mayor supremacía. Todos los demás poderes, emanan de la misma raíz.
Siempre he mantenido que aquellos que viven de la política, encubiertos tras la artificiosa máscara que pretende representar al pueblo —la realidad es que solo se representan a sí mismos— han convertido el templo que debería albergar la soberanía de la nación española, en un miserable Rastro, en el que como moneda de cambio, solo circulan sus inconfesables intereses.
“Es típico de los regímenes en los que todo el poder llueve de arriba, y a los que ninguna crítica puede llegarles desde abajo, debilitar y confundir la capacidad de raciocinio y crear una vasta franja de conciencias grises que abarca desde los grandes malhechores a las víctimas puras", Primo Levi.
Cuando alguien decide recorrer el camino de la deshonestidad para alcanzar sus metas, está sembrando las semillas de la desconfianza y la inestabilidad en sus relaciones personales y en la sociedad en general. A medida que se descubren sus maniobras, sus mentiras y manipulaciones, se van desvaneciendo la credibilidad y el respeto que se hubiesen podido obtener momentáneamente.
La transición española fue un proceso histórico que permitió el paso sin traumas de una dictadura a una democracia. Sin embargo, en los últimos años, los partidos nacionalistas y la izquierda radical, han cuestionado la legitimidad de este proceso, acusándolo de ser una farsa o una traición. Estos intentos de deslegitimar el espíritu de la transición se basan en argumentos falaces, sesgados, incompletos o tergiversados.
Cuando se ejerce el poder de forma absolutista y dictatorial, se suele perder la perspectiva de la realidad y los límites del mismo. Quien así lo administra, puede llegar a creerse invulnerable, sobre todo si acostumbra a presentarse como adalid de la justicia y regenerador de todos los males que atentan a los más desfavorecidos.
Decía Montesquieu —aquel al que el PSOE declaró muerto apenas alcanzó el poder en 1982— que: “La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”. Pero bien sabía el célebre filósofo y jurista de la ilustración que la realidad era muy diferente. Por ello dijo “debe ser” en vez de “es”.
Argentina, un país aclimatado desde hace muchos años a vivir sumido en la aflicción, la injusticia y el dolor, ha contenido el aliento estremecido de estupor. Lucio Dupuy, un ángel inocente de cinco años, perdió la vida a manos de su madre y la novia de esta, como consecuencia de una última golpiza salvaje.
En cualquier país, la bandera es un símbolo poco menos que sagrado. Simboliza el compendio de su historia, de su ser y su sentir, su identidad y sus raíces, lo que une a todos sin distinción. Por eso, generalmente, en todas partes es amada y respetada. Bueno, en todas partes menos algunas excepciones como las comunidades autónomas vasca y catalana de España, en las que una parte de la sociedad, la odia y la ultraja impunemente.
Se han cumplido 44 años de aquel hecho histórico en el que los españoles, al aprobar por una abrumadora mayoría de casi el 92%, la Constitución de 1978, decidimos cerrar las heridas producidas por la guerra civil del 36, y juntos, encarar un nuevo futuro.
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