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Frente al tener es mejor el ser. Pero en la civilización digital actual se insiste en el aparentar y consumir

Normalidad o diversidad

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Realmente, se puede afirmar que la ejemplaridad en la vida es lo que dota a las aspiraciones humanas de un gran valor, no medible en dinero. El concepto de normal, que parece muy claro a priori, no lo es tanto, si se piensa más profundamente, ya que lo habitual, ordinario o corriente no es siempre lo mejor, ni mucho menos.


Como escribe Javier Gomá, la victoria final de la ejemplaridad sobre la vulgaridad depende en último término de las costumbres. Vivimos en una época en la que la vulgaridad banalizada se ha instalado, en una considerable parte de la sociedad. Si deseamos vivir más y mejor, el cultivo del carácter y el desarrollo del talento son lo prioritario, en la búsqueda de la excelencia. Las costumbres sociales no son eternas, sino que cambian o se modifican y dependen también de los cambios históricos, que se suceden con el transcurrir del tiempo. La diversidad de formas de vida enriquece a los individuos, que son seres sociales y también a la propia sociedad. Genialidad y diversidad forman unidad en los sujetos, que construyen su forma de ser y de vivir de acuerdo con sus creencias, sentimientos y razones personales. Un genio no es un anormal ni un autista, aunque así lo crea una parte de la colectividad.  Vivimos en una sociedad masificada, en que lo excelente o extraordinario se infravalora y desprecia en muchas situaciones. La objetividad y la alta cultura son despreciadas, de forma general. También es cierto que, afortunadamente, existen minorías que aprecian la creatividad y la cultura de calidad. Una gran parte de las personas tiende a prejuzgar a los demás, sin tener conocimiento ninguno de su vida, razones y motivaciones, simplemente critican lo que ellos consideran que está mal, sin saber absolutamente nada.


Existen numerosos estereotipos sociales que son absurdos, desde una perspectiva social, política y cultural. Parece que existen unas costumbres estándar, que todos tienen que cumplir y si no lo hacen es que son raros, anormales o frikis. No es verdad, lo que es negativo es el pensamiento único y la uniformización de la existencia. Los genios, artistas, inventores, creadores y científicos a lo largo de la historia han sido excéntricos en muchos casos, pero no anormales o locos. Buscar la excelencia es positivo y no perseguirla es respetable, pero produce una vida muy limitada y solo dedicada al consumismo material, que es lo predominante. Indica Mill que los hombres de genio probablemente estarán siempre en minoría. Como expresa Javier Gomá Lanzón en su libro titulado Universal concreto “El poder autocrático no sólo disculpa la vulgaridad popular, sino que la busca y la fomenta por cuanto propicia la mansa obediencia de la gente”. Ser audaz es algo necesario y realmente muy apropiado y útil  en la vida.


Frente al tener es mejor el ser. Pero en la civilización digital actual se insiste en el aparentar y consumir.  Esto no es suficiente para una vida con sentido y plena, pero bastante gente cree que lo es, aunque se equivoca. Se pueden crear nuevos modos de vida, que deben estar basados en el respeto a los valores éticos. Formas de vivir que supongan un crecimiento personal en sentimientos, emociones, saber y experiencia. 


También el pensamiento profundo es clave y estratégico en una sociedad tecnológicamente avanzada, en la que la creatividad es cada vez más decisiva, aunque siempre ha sido esencial a lo largo de la historia. El dilema se manifiesta de modo muy claro: perseguir los sueños o vegetar. Y parece que bastante gente actualmente opta por la comodidad del confort frente a la autorrealización, con todo lo que esto supone.


Mucha gente se conforma con la mediocridad y no busca la excelencia, a través de una dedicación placentera y gozosa a la creatividad. La vida no solo es diversión y egoísmo absoluto: es mucho más. Muchas personas no quieren sacar lo mejor de sí mismas y se conforman con unas vidas mediocres o de supervivencia pura y dura. En mi opinión, no es una actitud acertada, aunque es respetable, ya que ejercitan su libertad, como es lógico.


El esfuerzo que se realiza en el logro de sueños, metas y proyectos no es un tiempo perdido, todo lo contrario, es un espacio temporal ganado.  El gasto de tiempo en el desarrollo del talento y la creatividad, en infinidad de formas, es profundamente satisfactorio y llena a las personas que lo hacen de una gran alegría, porque están siendo lo que en verdad son. No limitan su existencia a lo superficial, sino que se conectan con lo extraordinario y valioso. Esto hace que su existencia sea mucho más amplia y profunda en todos los sentidos. Es a lo que todo ser humano debería aspirar.

Normalidad o diversidad

Frente al tener es mejor el ser. Pero en la civilización digital actual se insiste en el aparentar y consumir
José Manuel López García
lunes, 15 de enero de 2024, 08:46 h (CET)

Realmente, se puede afirmar que la ejemplaridad en la vida es lo que dota a las aspiraciones humanas de un gran valor, no medible en dinero. El concepto de normal, que parece muy claro a priori, no lo es tanto, si se piensa más profundamente, ya que lo habitual, ordinario o corriente no es siempre lo mejor, ni mucho menos.


Como escribe Javier Gomá, la victoria final de la ejemplaridad sobre la vulgaridad depende en último término de las costumbres. Vivimos en una época en la que la vulgaridad banalizada se ha instalado, en una considerable parte de la sociedad. Si deseamos vivir más y mejor, el cultivo del carácter y el desarrollo del talento son lo prioritario, en la búsqueda de la excelencia. Las costumbres sociales no son eternas, sino que cambian o se modifican y dependen también de los cambios históricos, que se suceden con el transcurrir del tiempo. La diversidad de formas de vida enriquece a los individuos, que son seres sociales y también a la propia sociedad. Genialidad y diversidad forman unidad en los sujetos, que construyen su forma de ser y de vivir de acuerdo con sus creencias, sentimientos y razones personales. Un genio no es un anormal ni un autista, aunque así lo crea una parte de la colectividad.  Vivimos en una sociedad masificada, en que lo excelente o extraordinario se infravalora y desprecia en muchas situaciones. La objetividad y la alta cultura son despreciadas, de forma general. También es cierto que, afortunadamente, existen minorías que aprecian la creatividad y la cultura de calidad. Una gran parte de las personas tiende a prejuzgar a los demás, sin tener conocimiento ninguno de su vida, razones y motivaciones, simplemente critican lo que ellos consideran que está mal, sin saber absolutamente nada.


Existen numerosos estereotipos sociales que son absurdos, desde una perspectiva social, política y cultural. Parece que existen unas costumbres estándar, que todos tienen que cumplir y si no lo hacen es que son raros, anormales o frikis. No es verdad, lo que es negativo es el pensamiento único y la uniformización de la existencia. Los genios, artistas, inventores, creadores y científicos a lo largo de la historia han sido excéntricos en muchos casos, pero no anormales o locos. Buscar la excelencia es positivo y no perseguirla es respetable, pero produce una vida muy limitada y solo dedicada al consumismo material, que es lo predominante. Indica Mill que los hombres de genio probablemente estarán siempre en minoría. Como expresa Javier Gomá Lanzón en su libro titulado Universal concreto “El poder autocrático no sólo disculpa la vulgaridad popular, sino que la busca y la fomenta por cuanto propicia la mansa obediencia de la gente”. Ser audaz es algo necesario y realmente muy apropiado y útil  en la vida.


Frente al tener es mejor el ser. Pero en la civilización digital actual se insiste en el aparentar y consumir.  Esto no es suficiente para una vida con sentido y plena, pero bastante gente cree que lo es, aunque se equivoca. Se pueden crear nuevos modos de vida, que deben estar basados en el respeto a los valores éticos. Formas de vivir que supongan un crecimiento personal en sentimientos, emociones, saber y experiencia. 


También el pensamiento profundo es clave y estratégico en una sociedad tecnológicamente avanzada, en la que la creatividad es cada vez más decisiva, aunque siempre ha sido esencial a lo largo de la historia. El dilema se manifiesta de modo muy claro: perseguir los sueños o vegetar. Y parece que bastante gente actualmente opta por la comodidad del confort frente a la autorrealización, con todo lo que esto supone.


Mucha gente se conforma con la mediocridad y no busca la excelencia, a través de una dedicación placentera y gozosa a la creatividad. La vida no solo es diversión y egoísmo absoluto: es mucho más. Muchas personas no quieren sacar lo mejor de sí mismas y se conforman con unas vidas mediocres o de supervivencia pura y dura. En mi opinión, no es una actitud acertada, aunque es respetable, ya que ejercitan su libertad, como es lógico.


El esfuerzo que se realiza en el logro de sueños, metas y proyectos no es un tiempo perdido, todo lo contrario, es un espacio temporal ganado.  El gasto de tiempo en el desarrollo del talento y la creatividad, en infinidad de formas, es profundamente satisfactorio y llena a las personas que lo hacen de una gran alegría, porque están siendo lo que en verdad son. No limitan su existencia a lo superficial, sino que se conectan con lo extraordinario y valioso. Esto hace que su existencia sea mucho más amplia y profunda en todos los sentidos. Es a lo que todo ser humano debería aspirar.

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