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Etiquetas | Entrevista | Ricard Borràs | Teatro | Estreno | comedia
Entrevista al actor Ricard Borràs

​“Hacer comedia es una cosa muy seria y muy complicada”

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RICARD BORRAS


Ricard Borràs lleva cincuenta años como  actor. De la mano de grandes autores ha interpretado todo tipo de personajes. Vive de una profesión en la que pocos actores y actrices pueden pagar el alquiler al final del mes. Según los cálculos, claros y concisos, de este actor, sólo un 3% de la población española va al teatro.


El  31 de  agosto, jueves, en el Aquitània Teatre de Barcelona estrenará la comedia, “Cat Falling”, en catalán, “Aka Katfollin”, en castellano, “Que te den”.


En esta obra también participa como actriz su hija Aina, que en la obra interpreta el papel de una chica que toca la batería en un conjunto de rock llamado ”Cat Falling” y que para ganarse la vida da clases de batería a las que acude un jubilado de 70 años (su padre en la vida real), creándose una relación de amistad entre ambos personajes a pesar de la diferencia de edad.


Estamos ante una obra familiar,  padre e hija en escena, la madre de la protagonista y esposa  del actor es  Liza Frediani,   productora y subdirectora de la obra,  y la banda musical de la misma corre a cargo de Roger Borràs, hijo y hermano de los protagonistas de “Cat Falling”.


El 31 de agosto, las vacaciones, en general, ya han tocado a su fin, la mayoría de los mortales ya tenemos la mente puesta en el otoño, dicen que será más “caliente” que este verano. Lo mejor que pueden hacer para entrar con fuerza en el tiempo es pasarse por el teatro para reír y pasar un rato divertido. Y ahora lean lo que nos ha explicado Ricardo Borràs, cuyo sitio web pueden visitar en www.botarga.es.


¿Cuantos años lleva como actor?

El pasado  mayo cumplí  cincuenta años como actor, empecé a los 17 años, en 1973, con Puigcorbé en una obra que hicimos  en el desaparecido  Teatro Barcelona. Interpretamos “El retablo de las maravillas” de Cervantes. Durante los años del Institut del Teatre fui compaginando trabajos y después ya empezamos con el Saló Diana hasta hoy. Fui fundador del Saló Diana, curiosamente he estado en la primera función del teatro Lliure, con Rosa Novell, en la primera función de Dagoll Dagom, he estado el primer día que se inauguró la Fira de Tàrrega, he estado en la primera función de Temporada Alta. He estado  en todo lo que ha sucedido en estos cincuenta años en el mundo del teatro.


Ha trabajado con grandes directores, tanto en teatro, cine y televisión, cuando he entrado en Internet para conocerle más sólo he encontrado tres entrevistas suyas, ¿qué pasa, no sale en las redes?

Siempre he sido poco amigo de las redes sociales, es un error, ahora estoy intentando solucionarlo porque me he dado cuenta que ha llegado un momento en que, o bien entras en Internet, o mejor que no hagas nada, las redes, ¡han cogido tanta importancia! Siempre había estado como haciéndome el longuis, al final,  veo que no tengo escapatoria y que tengo que estar presente en este medio, pero, si le digo la verdad, no me gustan nada.


Ha interpretado series en Francia e Inglaterra, debe tener un buen nivel en cuestión de idiomas.

En francés tengo un nivel muy alto, no diré que mi francés es como el de los nativos pero es muy bueno. En inglés me defiendo bastante bien y lo que siempre me ha interesado mucho es ese contacto, especialmente con Francia. Para mí sería lo que nosotros hubiésemos podido ser si no se hubieran puesto por en medio los políticos de la forma con la que se entrometieron, a causa de ello, no ha podido ser así.


¿En Inglaterra representó una serie llamada “El Cid”?

Exactamente, y otra que se llamaba “Advancer”, “El Cid”, lo hice con “Granada Films", una productora inglesa muy importante en la que me  trataban divinamente, el protagonista de ésta serie es Alfred Molina. Su padre, un refugiado de la guerra civil, era de Badalona. Molina es inglés pero habla castellano perfectamente.


En esta serie también me encontré con Simón Andreu, los ingleses le llaman “Saimon Andriu”. Es un hombre muy apreciado fuera de España, encantador. Él es de Sa Pobla, y era divertido porque nosotros estábamos rodeados de ingleses y hablábamos en mallorquín. Simón estaba muy en forma, ya que se preparaba para hacer triatlón, es un tío muy fuerte, muy atlético, muy preparado, bellísima persona.


¿Siempre quiso ser actor?

Siempre. Cuando salí del colegio hice un seminario con Juanjo Puigcorbé y los dos dijimos "¿cómo podemos hacer teatro?". Le estoy hablando del año 1971/72, decir a mi familia que quería ser actor era como contarles que quería ser astronauta. Los dos intentamos ayudarnos el máximo posible para aterrizar en el mundo del teatro, estudiamos juntos en el Institut del Teatre y aún somos amigos.


Ser actor, para mí, es una vocación, como aquel que le da por ser cura, a mí me dio por ser actor. Estoy inmensamente agradecido de haber tomado esta decisión porque me ha permitido vivir una vida llena, he viajado, he conocido a gente interesantísima, estoy contentísimo.


Una de las personas que conoció fue Jean Claude Carrière, usted representó una obra teatral de Carrière, “Les mots et la chose” (“Las palabras y la cosa”).

Representé esta obra suya y nos hicimos muy amigos. Estuve en su casa de París, en el pueblo donde nació que está al lado de Beziers, es la persona más interesante que he conocido. Era un humanista, cuando estabas a su lado te hacía sentir más ocurrente, más inteligente, más simpático, más todo. Era un hombre que, para mí, todo el tiempo que estuve colaborando con él fue un regalo de la profesión, era maravilloso.


Esta obra de  Carrière es muy creativa y difícil creer que se podía representar

De aquí vino nuestra amistad. Carrière tuvo dos obras que hizo a lo largo de la vida, una “Le Diccionnaire de la bêtise”, es decir “El Diccionario de la tontería”, en donde había escritas todas las estupideces que habían dicho o escrito las personas a lo largo de la vida. Es un libro divertidisimo que recomiendo que lo lea todo el mundo, porque se ve hasta qué punto la estupidez manda.


El segundo, “Els mots i la cosa”, vi la obra en París interpretada por un amigo de Carrière, actor excelente que ya ha muerto, Jean Pierre Marielle, y me fascinó. Entré en contacto con Carrière y cuando vio que una persona de Barcelona le pedía los derechos de esta obra pensó que estaba loco, porque es una obra que es un homenaje a la literatura libertina francesa. Jean Claude creyó que en Cataluña y en España, con todo el tema de la Inquisición, esta obra  no se podía representar. Me puse a trabajar, pedí ayuda a Alberto Blecua, el catedrático, también a Anton Espadaler y conseguimos traducir la obra del francés al catalán y castellano. Jean Claude Carrière vino a los estrenos en Barcelona y en Madrid. Me ayudó, me dio citas, trabajamos juntos. La obra es tan espléndida en donde se habla del lenguaje, esa cosa tan magnífica que ha inventado el ser humano, pero desde el punto de vista de un lenguaje que todos sabemos pero no utilizamos, las palabrotas y el lenguaje grosero.


¿Él qué hace? Transforma el lenguaje grosero en poético de forma sublime y le da la vuelta, es de una genialidad absoluta.


Usted ha interpretado obras de Shakespeare, de Pirandello, de Carrière, de Yasmina Reza, obras escritas por gente muy grande, con personajes con acento muy diverso, ¿cómo entran en su vida de actor estos personajes? ¿Cuándo deja de ser Ricard Borràs en su casa y se transforma en cada uno de los personajes?

Se pueden tener cincuenta años como actor,  pero ahora estoy pasándolo mal por que el personaje que tengo que interpretar el 31 de agosto sea el que tiene que ser. El actor tiene que trabajar y esperar a que el personaje te sorprenda, porque ésta es la única manera que tienes de interpretarlo. El trabajo puede ser intelectual, pero al final lo tienes que representar y para poder interpretarlo lo que debe suceder es que un buen día el personaje se te abra como si se abriera una flor. Hay que esperar este momento con angustia, siempre piensas que en esta ocasión no llegará y toda la experiencia de tantos años no sirve de nada. 


Cada obra es una nueva vivencia, un nuevo  reto al que tienes que enfrentarte. Pasas por un proceso bastante complicado porque representar ya no depende de ti tienes que esperar que eso se solidifique, vas trabajando y esperando ese momento mágico con el que el personaje y tú consigues ese punto de unión. Ese es el veneno del teatro y por eso quedas enganchado, porque nunca lo puedes dominar, siempre está por encima tuyo.


Mientras interpreta un personaje en una obra tiene que mantener el  contacto con el personaje, ¿en qué momento vuelve a reencontrarse consigo mismo?

La gracia de un actor y de una actriz es que tú te haces una película mental, que nada tiene que ver con el texto del personaje interpretado. Cuando empiezas la función das rienda suelta a esta película. Esta película va asociada a un texto que, a veces (es peligroso) juegas a olvidarlo, porque lo que manda más en ti, como actor, es la película. Vas siguiendo esta película que te va provocando emociones, estados de ánimo... Hasta que acabas cada día tu trabajo, hay que intentar que esta película salga exactamente como la tienes prevista. En algún momento determinado te puede también sorprender y así hasta el final de la obra, esto es apasionante.


¿Y ese día y los sucesivos adónde deja usted al personaje y regresa a su casa?

Una vez acabas es como aquel que apaga el ordenador y se va a casa, tranquilamente a cenar, vuelvo a ser yo, es como algo automático. Tengo una serie de rituales antes de representar una función, siempre voy al teatro andando, aunque esté lejos, salgo de casa, camino, un poco para dejar mi vida personal y seguir con mi vida profesional, llego al teatro con tiempo, y una vez estoy en el teatro, “¡pam!”, abro el “ordenador” y voy pasando mi película delante del público y cuando se termina la función, ¡se ha acabado!


¿En estos momentos ya se está preparando para el estreno y representación de “Cat Falling” (“Aka Katfollin”)?

Ahora estoy trabajando mi personaje, que tiene que ser un calzonazos. Debo buscar la manera de serlo, calzonazos es aquel que deja que los demás impongan su opinión por encima de la suya, es una persona que siempre quiere ser afable con los demás, es una persona que es inseguro de sí mismo... Todo esto es un cóctel que un día espero que haga un "clic"  y el Ricard calzonazos y el Ricard yo se encuentren, estoy en este proceso.


¿Hacer reír a la gente es un milagro?

Con Paco Mir, que somos amigos y es la persona que me ha pasado esta obra, siempre decimos lo mismo: “hacer comedia es una cosa muy seria y muy complicada”. Todo es un tema de ritmos, de tiempos, todo debe estar perfectamente pulido porque un gag fuera de tiempo ya no hace gracia. Es realmente complicado llevarlo adelante, hay que ser muy preciso, requiere un gran esfuerzo, un suplemento al lado de lo que es hacer una obra convencional. La comedia es muy exigente para quién la representa.


Su hija Aina, que co-protagoniza con usted esta obra, representa a una mujer de 25 años, empoderada, independiente y libre, ¿está suficientemente preparada para trabajar en una comedia?

Aina me recuerda mucho a mí cuando tenía 26/27 años. Ha estudiado en una Escuela de Madrid, en Cristina Rota, una escuela muy potente por donde han pasado Javier Bardem, Penélope Cruz... Ha estado estudiando durante cuatro años y Aina tiene esta misma habilidad que tengo yo por hacer comedia, estoy contento de poder trabajar con ella, para mí es un placer.


AINA BORRÀS INTERPRETA A UNA JOVEN DE 25 AÑOS QUE ENSEÑ A TOCAR LA BATERÍA


La obra la ha escrito Gerard Florejachs, un guionista muy conocido pues ha trabajado en programas de TV3 como Crackòvia, Polònia, Buenafuente y más, ¿ha hecho una obra pensando en ser representada en un teatro y no para TV?

Gerard está acostumbrado a escribir para televisión, y la televisión y el teatro no son lo mismo.El trabajo que hemos hecho es precisamente darle más llaves, para que escribiese una obra de teatro y no una sitcom para televisión. Hemos estado trabajando con él desde el minuto cero y ha hecho una comedia muy divertida.


En esta obra trabaja con su familia, ¿por qué?

Ha sido querido, he querido representar una obra con mi familia, con los míos. Recientemente Mario Gas hizo una obra en el teatre Romea con su mujer, su hija,  y con su hijo, que compuso la música. Tortell Poltrona ha trabajado toda la vida con su familia; Pepito Santpere también representaba obras con su familia... y yo he querido hacer este homenaje a todas estas familias de teatro que a lo largo de los años. Ya en el siglo pasado, ha sido muy habitual ver familias teatrales que trabajaban en el mundo de la escena. Se ha dado así en mi caso, además me gusta decirlo y venderla como una obra realizada por una familia que trabaja en el teatro.


¿Cómo conoció a  Liza, su mujer?

Mientras interpretaba “Golfus de Roma” dirigida por Mario Gas, junto con Gabino Diego y Javier Gurruchaga. Liza es la quinta generación de una familia de acróbatas italianos, los Frediani. Mi hija,  es la sexta generación de artistas por parte de madre. Mi suegro, Gigi, trabajó en Londres con el Gordo y el Flaco, y explica anécdotas de cuando trabajaba con ellos muy divertidas. Uno de los  bisabuelos de mi mujer fue un payaso que trabajó en el circo Méliès, que después fue uno de los precursores del cine. Se llamaba Beby, trabajó con los mejores payasos de aquella época.


Los Frediani fueron los mejores acróbatas del mundo en este momento. Están en los museos de circo. Las hermanas Frediani, Liza y Marcela vinieron a  Barcelona contratadas por La Maña para hacer un espectáculo en el Paralelo. Mario Gas las vio, le fascinó lo que hacían, las contrató y así fue cómo conocí a mi mujer, con quien llevo desde hace treinta años.


¿Quién puede acudir a ver “Cat Falling”?

Cualquier persona, una de cuatro años no, pero si es una niña o un niño que tengan nueve años, no hay nada que no se pueda entender, ni nada que sea especialmente difícil de comprender.


“Cat Falling”, quiere decir “El Gato que cae”, es el nombre del grupo de rock en el que toca Rita, que es el nombre de la protagonista de la obra. Mi hija, que interpreta a Rita, hace un año que está aprendiendo a tocar la batería para poder interpretar esta obra. Yo también he tenido que recibir clases para tocar la batería, no lo hago como ella, interpreto a un personaje que es un jubilado que va a aprender a tocar la batería y las clases me las da Rita. Ella es la profesora y es quién debe saber tocar. Yo, como aprendiz, sé hacer lo más elemental.


¿Cual es la relación que existe entre los protagonistas?

Es una relación de amistad. La razón por la que interpreto esta obra es porque hay muchísima gente que está jubilada y vive sola, y hay mucha gente joven que está muy perdida, que no saben qué hacer en la vida. Quizá el consejo de una de estas personas mayores, que no son de su familia, les podría ir muy bien. La sociedad ha puesto una barrera que no vemos pero que existe: entre la gente mayor y los jóvenes, no se comunican, no existe ningún vínculo. Lo que me gustó de esta obra, y por eso la llamo intergeneracional,  es que puede ser enriquecedor lo que puede aportar una persona joven a una persona mayor y al revés. Desgraciadamente nuestra sociedad ha perdido estos valores.


AINA I RICARD BORRÀS


¿Qué le queda por hacer?

Mi ventaja es que al producirme mis espectáculos desde hace unos doce o catorce años, todo depende de mí. Tengo que competir con las otras empresas que están subvencionadas, que tienen mucha visibilidad, que tienen dinero para hacer campañas de publicidad. Como ahora ya lo conozco un poco, ya sé cómo moverme, ya sé lo que me toca hacer, sé que no tendré las fechas que quiero tener en los teatros, ni podré ir con mi obra a según qué teatros porque a estos teatros siempre van los mismos, ¿sabe lo que le quiero decir, verdad? Es un mundo muy sectario y yo que, de alguna manera, intento ir por libre, he de pagar un precio por ello.


¿Cómo es que se ha lanzado a producir sus obras?

Es apasionante, es mucho trabajo, en estos momentos no hay día que no trabaje como mínimo 12 horas al día. Quiero demostrar que es posible ir por libre en esta profesión, hay mucha gente que quieren que ante las dificultades digas "lo dejo y que las cosas sigan como son".


Creo que la profesión tiene que evolucionar y si hay un momento en que no estás de acuerdo en seguir por el mismo camino, dices "no" y vas por libre. Quiero hacer lo que quiero hacer, y gracias a eso me encuentro con una persona como Carrière, que me entiende perfectamente y no sólo me ayuda sino que lo tengo a mi lado. Estuvo a mi lado y me hizo las campañas de prensa, fue una persona que cuando murió, en febrero de 2021, sufrí como si se hubiera muerto un familiar cercano.


Tiene una ventaja, puede escoger los espectáculos que a usted le apetecen.

No todos los que quiero representar, muchos de ellos están ya cogidos y hasta aquí puedo leer.


Habrá tenido muchos ínputs políticos

Evidentemente, muchas de las desgracias y lo que explica el hecho de que sólo un 3% de la población vaya al teatro,  es porque los políticos han hecho un trabajo muy mal hecho, los políticos, quieren que las cosas estén bajo control, eso quiere decir que todos tenemos que hacer lo que ellos quieren que hagamos, no solo en teatro, en muchos otros ámbitos también.


¿Ha notado alguna diferencia en la influencia de los políticos en el mundo del espectáculo según mande una u otra tendencia política?

Sí, cada una de ellas quiere que hagamos lo que ellos quieren que hagas, por eso creo que es necesario que esta profesión pueda ir por libre, ganar este espacio de libertad para hablar de lo que quieres y no de lo que los políticos quieren. En definitiva, yo quiero hacer teatro y no quiero hacer propaganda.


¿Ahora iría a trabajar a  Palma de Mallorca, lugar donde  nació?

¿Ahora? Lo tengo difícil.


¿Y al País Valenciano?

También difícil.


¿Ha vivido en Valencia, Bilbao, Madrid, y la mayor parte de su vida la pasa en Barcelona, el público de estas ciudades recibe sus interpretaciones de distinta forma?

Hay grandes diferencias, por ejemplo, en Andalucía,  hay un público que te pide un poco más de expresión, en el norte son más contenidos. Hay una gran diferencia entre el público de Madrid y el de Barcelona: el de Madrid es más expansivo, es mucho más cariñoso con los actores, la profesión. Madrid está más cuidada, más mimada, el público de Barcelona es un poco seco.


¿Es cierto que cada representación de una obra cada día es distinta?

Sí, no hay ninguna obra en el mundo ni ha habido nunca ningún actor que haya dicho todo el texto desde el principio al fin de la misma manera, siempre hay pequeñas variaciones, siempre hay aquella pequeña cosa que lo cambia, te cae algo al suelo, se te va una palabra, todos estos pequeños cambios hacen que eso sea así.


¿Usted que ha trabajado en Francia y en Inglaterra ha visto un público tan diferente?

En Francia mucho. En Francia hay una cosa que siempre digo que sería muy bueno que pasara aquí en España o en Cataluña, y es que en Francia ves mucha gente en la platea, abuelos, principalmente abuelas, que van al teatro con sus nietos, que son las que transmiten la afición por el teatro. En Francia, el público que va al teatro es un 21% de la población. ¿Eso que quiere decir? Que en Francia, a los actores y a su gente, los cuidan mucho, es gente muy próxima. Conozco a muchos actores franceses que son excelentes profesionales y de primera línea y son gente muy sencilla, muy normal. Los miman, el Estado francés mima la cultura y a sus actores, cosa que aquí no puedo decir lo mismo.


Tengo entendido que para este “Cat Falling”, que van a estrenar el día 31 de agosto en el teatro Aquitania de Barcelona,  tienen prevista una oferta en taquilla.

Sí, quiero que durante la primera semana venga el máximo público posible y hacemos esta oferta por eso que le decía del teatro intergeneracional, el público de teatro ha envejecido mucho, normalmente el público que viene al teatro son mujeres que tienen más de cuarenta y cinco años y en cambio el  público joven escasea.


Hacemos una oferta que llamamos  “senior/junior” consistente en que si viene al teatro una persona de más de sesenta años con una de menos de treinta años,  la persona senior paga su entrada (que son doce euros) pero el junior paga solo dos euros. Tienen que acudir  juntos a la taquilla.


Si un abuelo quiere venir con su nieto, le favorecemos; si una persona quiere venir con su vecino que tiene menos de treinta años, que venga. Queremos favorecer que el público joven tenga esta opción de venir al teatro con un precio simbólico, pero aportando algo de su parte, venir acompañado de una persona de más de sesenta años.


Ustedes trabajan jueves, viernes, sábado y domingo, las cuentas de taquilla salen muy escuetamente.

La segunda semana ya ponemos las entradas a precio normal. Queremos que la primera semana, con esta oferta, venga el máximo de público posible porque esta es una manera de ayudarnos a que se haga el boca oreja, esta es la mejor publicidad que el público puede hacer a nuestra comedia. La primera semana, perdemos, eso que quede bien claro.


¿Hasta cuando esperan estar en el teatro Aquitania?

Hasta el uno de octubre, en principio, si la obra va muy bien, podemos trabajar más días durante la semana, y si se acaba este tiempo, y va muy bien, volveríamos en otras fechas a interpretar “Cat Falling”.


¿Es cierto que el teatro va mal?

Sí, sólo el 3% de la población de Cataluña pisa un teatro. Las cifras oficiales, lo que sale en los diarios, es el 7%, pero el 60% sólo va al teatro una vez al año y van a ver musicales, la realidad es que el público que va al teatro es un 3% de la población. Es una ridiculez, en España, estos números son iguales en todas partes menos en Madrid, Madrid es una excepción. Ya no hablo de espectáculos de danza o de otros espectáculos que aún es mucho peor. En Francia, va al teatro un 21% de la población, en Alemania, un 28%, pero aquí esto no es así.


Hace unos años estos tantos por ciento eran mejores, la gente joven iba al teatro, había más movimiento, ¿qué ha pasado?

El público joven se ha perdido, principalmente, porque el teatro ha empezado a hacer obras aburridas y, como estaban subvencionadas, tanto les daba a la personas que lo hacían que el público asistiera  o no al teatro. Ha habido un error en un momento dado y es que se ha querido educar al público y el público lo que ha hecho es irse, la gente quería ir al teatro educada de casa, no necesita que nadie le eduque desde el escenario.


CARTELL CAT FALLING

​“Hacer comedia es una cosa muy seria y muy complicada”

Entrevista al actor Ricard Borràs
Teresa Berengueras
miércoles, 9 de agosto de 2023, 10:36 h (CET)

RICARD BORRAS


Ricard Borràs lleva cincuenta años como  actor. De la mano de grandes autores ha interpretado todo tipo de personajes. Vive de una profesión en la que pocos actores y actrices pueden pagar el alquiler al final del mes. Según los cálculos, claros y concisos, de este actor, sólo un 3% de la población española va al teatro.


El  31 de  agosto, jueves, en el Aquitània Teatre de Barcelona estrenará la comedia, “Cat Falling”, en catalán, “Aka Katfollin”, en castellano, “Que te den”.


En esta obra también participa como actriz su hija Aina, que en la obra interpreta el papel de una chica que toca la batería en un conjunto de rock llamado ”Cat Falling” y que para ganarse la vida da clases de batería a las que acude un jubilado de 70 años (su padre en la vida real), creándose una relación de amistad entre ambos personajes a pesar de la diferencia de edad.


Estamos ante una obra familiar,  padre e hija en escena, la madre de la protagonista y esposa  del actor es  Liza Frediani,   productora y subdirectora de la obra,  y la banda musical de la misma corre a cargo de Roger Borràs, hijo y hermano de los protagonistas de “Cat Falling”.


El 31 de agosto, las vacaciones, en general, ya han tocado a su fin, la mayoría de los mortales ya tenemos la mente puesta en el otoño, dicen que será más “caliente” que este verano. Lo mejor que pueden hacer para entrar con fuerza en el tiempo es pasarse por el teatro para reír y pasar un rato divertido. Y ahora lean lo que nos ha explicado Ricardo Borràs, cuyo sitio web pueden visitar en www.botarga.es.


¿Cuantos años lleva como actor?

El pasado  mayo cumplí  cincuenta años como actor, empecé a los 17 años, en 1973, con Puigcorbé en una obra que hicimos  en el desaparecido  Teatro Barcelona. Interpretamos “El retablo de las maravillas” de Cervantes. Durante los años del Institut del Teatre fui compaginando trabajos y después ya empezamos con el Saló Diana hasta hoy. Fui fundador del Saló Diana, curiosamente he estado en la primera función del teatro Lliure, con Rosa Novell, en la primera función de Dagoll Dagom, he estado el primer día que se inauguró la Fira de Tàrrega, he estado en la primera función de Temporada Alta. He estado  en todo lo que ha sucedido en estos cincuenta años en el mundo del teatro.


Ha trabajado con grandes directores, tanto en teatro, cine y televisión, cuando he entrado en Internet para conocerle más sólo he encontrado tres entrevistas suyas, ¿qué pasa, no sale en las redes?

Siempre he sido poco amigo de las redes sociales, es un error, ahora estoy intentando solucionarlo porque me he dado cuenta que ha llegado un momento en que, o bien entras en Internet, o mejor que no hagas nada, las redes, ¡han cogido tanta importancia! Siempre había estado como haciéndome el longuis, al final,  veo que no tengo escapatoria y que tengo que estar presente en este medio, pero, si le digo la verdad, no me gustan nada.


Ha interpretado series en Francia e Inglaterra, debe tener un buen nivel en cuestión de idiomas.

En francés tengo un nivel muy alto, no diré que mi francés es como el de los nativos pero es muy bueno. En inglés me defiendo bastante bien y lo que siempre me ha interesado mucho es ese contacto, especialmente con Francia. Para mí sería lo que nosotros hubiésemos podido ser si no se hubieran puesto por en medio los políticos de la forma con la que se entrometieron, a causa de ello, no ha podido ser así.


¿En Inglaterra representó una serie llamada “El Cid”?

Exactamente, y otra que se llamaba “Advancer”, “El Cid”, lo hice con “Granada Films", una productora inglesa muy importante en la que me  trataban divinamente, el protagonista de ésta serie es Alfred Molina. Su padre, un refugiado de la guerra civil, era de Badalona. Molina es inglés pero habla castellano perfectamente.


En esta serie también me encontré con Simón Andreu, los ingleses le llaman “Saimon Andriu”. Es un hombre muy apreciado fuera de España, encantador. Él es de Sa Pobla, y era divertido porque nosotros estábamos rodeados de ingleses y hablábamos en mallorquín. Simón estaba muy en forma, ya que se preparaba para hacer triatlón, es un tío muy fuerte, muy atlético, muy preparado, bellísima persona.


¿Siempre quiso ser actor?

Siempre. Cuando salí del colegio hice un seminario con Juanjo Puigcorbé y los dos dijimos "¿cómo podemos hacer teatro?". Le estoy hablando del año 1971/72, decir a mi familia que quería ser actor era como contarles que quería ser astronauta. Los dos intentamos ayudarnos el máximo posible para aterrizar en el mundo del teatro, estudiamos juntos en el Institut del Teatre y aún somos amigos.


Ser actor, para mí, es una vocación, como aquel que le da por ser cura, a mí me dio por ser actor. Estoy inmensamente agradecido de haber tomado esta decisión porque me ha permitido vivir una vida llena, he viajado, he conocido a gente interesantísima, estoy contentísimo.


Una de las personas que conoció fue Jean Claude Carrière, usted representó una obra teatral de Carrière, “Les mots et la chose” (“Las palabras y la cosa”).

Representé esta obra suya y nos hicimos muy amigos. Estuve en su casa de París, en el pueblo donde nació que está al lado de Beziers, es la persona más interesante que he conocido. Era un humanista, cuando estabas a su lado te hacía sentir más ocurrente, más inteligente, más simpático, más todo. Era un hombre que, para mí, todo el tiempo que estuve colaborando con él fue un regalo de la profesión, era maravilloso.


Esta obra de  Carrière es muy creativa y difícil creer que se podía representar

De aquí vino nuestra amistad. Carrière tuvo dos obras que hizo a lo largo de la vida, una “Le Diccionnaire de la bêtise”, es decir “El Diccionario de la tontería”, en donde había escritas todas las estupideces que habían dicho o escrito las personas a lo largo de la vida. Es un libro divertidisimo que recomiendo que lo lea todo el mundo, porque se ve hasta qué punto la estupidez manda.


El segundo, “Els mots i la cosa”, vi la obra en París interpretada por un amigo de Carrière, actor excelente que ya ha muerto, Jean Pierre Marielle, y me fascinó. Entré en contacto con Carrière y cuando vio que una persona de Barcelona le pedía los derechos de esta obra pensó que estaba loco, porque es una obra que es un homenaje a la literatura libertina francesa. Jean Claude creyó que en Cataluña y en España, con todo el tema de la Inquisición, esta obra  no se podía representar. Me puse a trabajar, pedí ayuda a Alberto Blecua, el catedrático, también a Anton Espadaler y conseguimos traducir la obra del francés al catalán y castellano. Jean Claude Carrière vino a los estrenos en Barcelona y en Madrid. Me ayudó, me dio citas, trabajamos juntos. La obra es tan espléndida en donde se habla del lenguaje, esa cosa tan magnífica que ha inventado el ser humano, pero desde el punto de vista de un lenguaje que todos sabemos pero no utilizamos, las palabrotas y el lenguaje grosero.


¿Él qué hace? Transforma el lenguaje grosero en poético de forma sublime y le da la vuelta, es de una genialidad absoluta.


Usted ha interpretado obras de Shakespeare, de Pirandello, de Carrière, de Yasmina Reza, obras escritas por gente muy grande, con personajes con acento muy diverso, ¿cómo entran en su vida de actor estos personajes? ¿Cuándo deja de ser Ricard Borràs en su casa y se transforma en cada uno de los personajes?

Se pueden tener cincuenta años como actor,  pero ahora estoy pasándolo mal por que el personaje que tengo que interpretar el 31 de agosto sea el que tiene que ser. El actor tiene que trabajar y esperar a que el personaje te sorprenda, porque ésta es la única manera que tienes de interpretarlo. El trabajo puede ser intelectual, pero al final lo tienes que representar y para poder interpretarlo lo que debe suceder es que un buen día el personaje se te abra como si se abriera una flor. Hay que esperar este momento con angustia, siempre piensas que en esta ocasión no llegará y toda la experiencia de tantos años no sirve de nada. 


Cada obra es una nueva vivencia, un nuevo  reto al que tienes que enfrentarte. Pasas por un proceso bastante complicado porque representar ya no depende de ti tienes que esperar que eso se solidifique, vas trabajando y esperando ese momento mágico con el que el personaje y tú consigues ese punto de unión. Ese es el veneno del teatro y por eso quedas enganchado, porque nunca lo puedes dominar, siempre está por encima tuyo.


Mientras interpreta un personaje en una obra tiene que mantener el  contacto con el personaje, ¿en qué momento vuelve a reencontrarse consigo mismo?

La gracia de un actor y de una actriz es que tú te haces una película mental, que nada tiene que ver con el texto del personaje interpretado. Cuando empiezas la función das rienda suelta a esta película. Esta película va asociada a un texto que, a veces (es peligroso) juegas a olvidarlo, porque lo que manda más en ti, como actor, es la película. Vas siguiendo esta película que te va provocando emociones, estados de ánimo... Hasta que acabas cada día tu trabajo, hay que intentar que esta película salga exactamente como la tienes prevista. En algún momento determinado te puede también sorprender y así hasta el final de la obra, esto es apasionante.


¿Y ese día y los sucesivos adónde deja usted al personaje y regresa a su casa?

Una vez acabas es como aquel que apaga el ordenador y se va a casa, tranquilamente a cenar, vuelvo a ser yo, es como algo automático. Tengo una serie de rituales antes de representar una función, siempre voy al teatro andando, aunque esté lejos, salgo de casa, camino, un poco para dejar mi vida personal y seguir con mi vida profesional, llego al teatro con tiempo, y una vez estoy en el teatro, “¡pam!”, abro el “ordenador” y voy pasando mi película delante del público y cuando se termina la función, ¡se ha acabado!


¿En estos momentos ya se está preparando para el estreno y representación de “Cat Falling” (“Aka Katfollin”)?

Ahora estoy trabajando mi personaje, que tiene que ser un calzonazos. Debo buscar la manera de serlo, calzonazos es aquel que deja que los demás impongan su opinión por encima de la suya, es una persona que siempre quiere ser afable con los demás, es una persona que es inseguro de sí mismo... Todo esto es un cóctel que un día espero que haga un "clic"  y el Ricard calzonazos y el Ricard yo se encuentren, estoy en este proceso.


¿Hacer reír a la gente es un milagro?

Con Paco Mir, que somos amigos y es la persona que me ha pasado esta obra, siempre decimos lo mismo: “hacer comedia es una cosa muy seria y muy complicada”. Todo es un tema de ritmos, de tiempos, todo debe estar perfectamente pulido porque un gag fuera de tiempo ya no hace gracia. Es realmente complicado llevarlo adelante, hay que ser muy preciso, requiere un gran esfuerzo, un suplemento al lado de lo que es hacer una obra convencional. La comedia es muy exigente para quién la representa.


Su hija Aina, que co-protagoniza con usted esta obra, representa a una mujer de 25 años, empoderada, independiente y libre, ¿está suficientemente preparada para trabajar en una comedia?

Aina me recuerda mucho a mí cuando tenía 26/27 años. Ha estudiado en una Escuela de Madrid, en Cristina Rota, una escuela muy potente por donde han pasado Javier Bardem, Penélope Cruz... Ha estado estudiando durante cuatro años y Aina tiene esta misma habilidad que tengo yo por hacer comedia, estoy contento de poder trabajar con ella, para mí es un placer.


AINA BORRÀS INTERPRETA A UNA JOVEN DE 25 AÑOS QUE ENSEÑ A TOCAR LA BATERÍA


La obra la ha escrito Gerard Florejachs, un guionista muy conocido pues ha trabajado en programas de TV3 como Crackòvia, Polònia, Buenafuente y más, ¿ha hecho una obra pensando en ser representada en un teatro y no para TV?

Gerard está acostumbrado a escribir para televisión, y la televisión y el teatro no son lo mismo.El trabajo que hemos hecho es precisamente darle más llaves, para que escribiese una obra de teatro y no una sitcom para televisión. Hemos estado trabajando con él desde el minuto cero y ha hecho una comedia muy divertida.


En esta obra trabaja con su familia, ¿por qué?

Ha sido querido, he querido representar una obra con mi familia, con los míos. Recientemente Mario Gas hizo una obra en el teatre Romea con su mujer, su hija,  y con su hijo, que compuso la música. Tortell Poltrona ha trabajado toda la vida con su familia; Pepito Santpere también representaba obras con su familia... y yo he querido hacer este homenaje a todas estas familias de teatro que a lo largo de los años. Ya en el siglo pasado, ha sido muy habitual ver familias teatrales que trabajaban en el mundo de la escena. Se ha dado así en mi caso, además me gusta decirlo y venderla como una obra realizada por una familia que trabaja en el teatro.


¿Cómo conoció a  Liza, su mujer?

Mientras interpretaba “Golfus de Roma” dirigida por Mario Gas, junto con Gabino Diego y Javier Gurruchaga. Liza es la quinta generación de una familia de acróbatas italianos, los Frediani. Mi hija,  es la sexta generación de artistas por parte de madre. Mi suegro, Gigi, trabajó en Londres con el Gordo y el Flaco, y explica anécdotas de cuando trabajaba con ellos muy divertidas. Uno de los  bisabuelos de mi mujer fue un payaso que trabajó en el circo Méliès, que después fue uno de los precursores del cine. Se llamaba Beby, trabajó con los mejores payasos de aquella época.


Los Frediani fueron los mejores acróbatas del mundo en este momento. Están en los museos de circo. Las hermanas Frediani, Liza y Marcela vinieron a  Barcelona contratadas por La Maña para hacer un espectáculo en el Paralelo. Mario Gas las vio, le fascinó lo que hacían, las contrató y así fue cómo conocí a mi mujer, con quien llevo desde hace treinta años.


¿Quién puede acudir a ver “Cat Falling”?

Cualquier persona, una de cuatro años no, pero si es una niña o un niño que tengan nueve años, no hay nada que no se pueda entender, ni nada que sea especialmente difícil de comprender.


“Cat Falling”, quiere decir “El Gato que cae”, es el nombre del grupo de rock en el que toca Rita, que es el nombre de la protagonista de la obra. Mi hija, que interpreta a Rita, hace un año que está aprendiendo a tocar la batería para poder interpretar esta obra. Yo también he tenido que recibir clases para tocar la batería, no lo hago como ella, interpreto a un personaje que es un jubilado que va a aprender a tocar la batería y las clases me las da Rita. Ella es la profesora y es quién debe saber tocar. Yo, como aprendiz, sé hacer lo más elemental.


¿Cual es la relación que existe entre los protagonistas?

Es una relación de amistad. La razón por la que interpreto esta obra es porque hay muchísima gente que está jubilada y vive sola, y hay mucha gente joven que está muy perdida, que no saben qué hacer en la vida. Quizá el consejo de una de estas personas mayores, que no son de su familia, les podría ir muy bien. La sociedad ha puesto una barrera que no vemos pero que existe: entre la gente mayor y los jóvenes, no se comunican, no existe ningún vínculo. Lo que me gustó de esta obra, y por eso la llamo intergeneracional,  es que puede ser enriquecedor lo que puede aportar una persona joven a una persona mayor y al revés. Desgraciadamente nuestra sociedad ha perdido estos valores.


AINA I RICARD BORRÀS


¿Qué le queda por hacer?

Mi ventaja es que al producirme mis espectáculos desde hace unos doce o catorce años, todo depende de mí. Tengo que competir con las otras empresas que están subvencionadas, que tienen mucha visibilidad, que tienen dinero para hacer campañas de publicidad. Como ahora ya lo conozco un poco, ya sé cómo moverme, ya sé lo que me toca hacer, sé que no tendré las fechas que quiero tener en los teatros, ni podré ir con mi obra a según qué teatros porque a estos teatros siempre van los mismos, ¿sabe lo que le quiero decir, verdad? Es un mundo muy sectario y yo que, de alguna manera, intento ir por libre, he de pagar un precio por ello.


¿Cómo es que se ha lanzado a producir sus obras?

Es apasionante, es mucho trabajo, en estos momentos no hay día que no trabaje como mínimo 12 horas al día. Quiero demostrar que es posible ir por libre en esta profesión, hay mucha gente que quieren que ante las dificultades digas "lo dejo y que las cosas sigan como son".


Creo que la profesión tiene que evolucionar y si hay un momento en que no estás de acuerdo en seguir por el mismo camino, dices "no" y vas por libre. Quiero hacer lo que quiero hacer, y gracias a eso me encuentro con una persona como Carrière, que me entiende perfectamente y no sólo me ayuda sino que lo tengo a mi lado. Estuvo a mi lado y me hizo las campañas de prensa, fue una persona que cuando murió, en febrero de 2021, sufrí como si se hubiera muerto un familiar cercano.


Tiene una ventaja, puede escoger los espectáculos que a usted le apetecen.

No todos los que quiero representar, muchos de ellos están ya cogidos y hasta aquí puedo leer.


Habrá tenido muchos ínputs políticos

Evidentemente, muchas de las desgracias y lo que explica el hecho de que sólo un 3% de la población vaya al teatro,  es porque los políticos han hecho un trabajo muy mal hecho, los políticos, quieren que las cosas estén bajo control, eso quiere decir que todos tenemos que hacer lo que ellos quieren que hagamos, no solo en teatro, en muchos otros ámbitos también.


¿Ha notado alguna diferencia en la influencia de los políticos en el mundo del espectáculo según mande una u otra tendencia política?

Sí, cada una de ellas quiere que hagamos lo que ellos quieren que hagas, por eso creo que es necesario que esta profesión pueda ir por libre, ganar este espacio de libertad para hablar de lo que quieres y no de lo que los políticos quieren. En definitiva, yo quiero hacer teatro y no quiero hacer propaganda.


¿Ahora iría a trabajar a  Palma de Mallorca, lugar donde  nació?

¿Ahora? Lo tengo difícil.


¿Y al País Valenciano?

También difícil.


¿Ha vivido en Valencia, Bilbao, Madrid, y la mayor parte de su vida la pasa en Barcelona, el público de estas ciudades recibe sus interpretaciones de distinta forma?

Hay grandes diferencias, por ejemplo, en Andalucía,  hay un público que te pide un poco más de expresión, en el norte son más contenidos. Hay una gran diferencia entre el público de Madrid y el de Barcelona: el de Madrid es más expansivo, es mucho más cariñoso con los actores, la profesión. Madrid está más cuidada, más mimada, el público de Barcelona es un poco seco.


¿Es cierto que cada representación de una obra cada día es distinta?

Sí, no hay ninguna obra en el mundo ni ha habido nunca ningún actor que haya dicho todo el texto desde el principio al fin de la misma manera, siempre hay pequeñas variaciones, siempre hay aquella pequeña cosa que lo cambia, te cae algo al suelo, se te va una palabra, todos estos pequeños cambios hacen que eso sea así.


¿Usted que ha trabajado en Francia y en Inglaterra ha visto un público tan diferente?

En Francia mucho. En Francia hay una cosa que siempre digo que sería muy bueno que pasara aquí en España o en Cataluña, y es que en Francia ves mucha gente en la platea, abuelos, principalmente abuelas, que van al teatro con sus nietos, que son las que transmiten la afición por el teatro. En Francia, el público que va al teatro es un 21% de la población. ¿Eso que quiere decir? Que en Francia, a los actores y a su gente, los cuidan mucho, es gente muy próxima. Conozco a muchos actores franceses que son excelentes profesionales y de primera línea y son gente muy sencilla, muy normal. Los miman, el Estado francés mima la cultura y a sus actores, cosa que aquí no puedo decir lo mismo.


Tengo entendido que para este “Cat Falling”, que van a estrenar el día 31 de agosto en el teatro Aquitania de Barcelona,  tienen prevista una oferta en taquilla.

Sí, quiero que durante la primera semana venga el máximo público posible y hacemos esta oferta por eso que le decía del teatro intergeneracional, el público de teatro ha envejecido mucho, normalmente el público que viene al teatro son mujeres que tienen más de cuarenta y cinco años y en cambio el  público joven escasea.


Hacemos una oferta que llamamos  “senior/junior” consistente en que si viene al teatro una persona de más de sesenta años con una de menos de treinta años,  la persona senior paga su entrada (que son doce euros) pero el junior paga solo dos euros. Tienen que acudir  juntos a la taquilla.


Si un abuelo quiere venir con su nieto, le favorecemos; si una persona quiere venir con su vecino que tiene menos de treinta años, que venga. Queremos favorecer que el público joven tenga esta opción de venir al teatro con un precio simbólico, pero aportando algo de su parte, venir acompañado de una persona de más de sesenta años.


Ustedes trabajan jueves, viernes, sábado y domingo, las cuentas de taquilla salen muy escuetamente.

La segunda semana ya ponemos las entradas a precio normal. Queremos que la primera semana, con esta oferta, venga el máximo de público posible porque esta es una manera de ayudarnos a que se haga el boca oreja, esta es la mejor publicidad que el público puede hacer a nuestra comedia. La primera semana, perdemos, eso que quede bien claro.


¿Hasta cuando esperan estar en el teatro Aquitania?

Hasta el uno de octubre, en principio, si la obra va muy bien, podemos trabajar más días durante la semana, y si se acaba este tiempo, y va muy bien, volveríamos en otras fechas a interpretar “Cat Falling”.


¿Es cierto que el teatro va mal?

Sí, sólo el 3% de la población de Cataluña pisa un teatro. Las cifras oficiales, lo que sale en los diarios, es el 7%, pero el 60% sólo va al teatro una vez al año y van a ver musicales, la realidad es que el público que va al teatro es un 3% de la población. Es una ridiculez, en España, estos números son iguales en todas partes menos en Madrid, Madrid es una excepción. Ya no hablo de espectáculos de danza o de otros espectáculos que aún es mucho peor. En Francia, va al teatro un 21% de la población, en Alemania, un 28%, pero aquí esto no es así.


Hace unos años estos tantos por ciento eran mejores, la gente joven iba al teatro, había más movimiento, ¿qué ha pasado?

El público joven se ha perdido, principalmente, porque el teatro ha empezado a hacer obras aburridas y, como estaban subvencionadas, tanto les daba a la personas que lo hacían que el público asistiera  o no al teatro. Ha habido un error en un momento dado y es que se ha querido educar al público y el público lo que ha hecho es irse, la gente quería ir al teatro educada de casa, no necesita que nadie le eduque desde el escenario.


CARTELL CAT FALLING

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