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Nuñez Feijóo debe “fortalecer” su autoridad en el partido y redefinir ideas y principios sobre la centralidad de la persona

Redefinir el centro-derecha

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No me resulta nada atractivo, ni es mi propósito ahondar en los líderes y formaciones políticas de la izquierda más radical y revolucionaria que sufrimos desde la II República, pero que acaba de ser respaldada por más de once millones de españoles, dato en modo alguno baladí. Me preocupa mucho más la otra media España que se ha mostrado incapaz de articular un modelo político y social alternativo, capaz de superar a quienes, desde hace cinco años, se han propuesto desmantelarla social y culturalmente. “De la extrema derecha a la derecha extrema”, ha sido unos de los mensajes más eficaces que los gurús de Sánchez han fabricado para propagar el miedo entre los indecisos, jóvenes, pensionistas y otros colectivos progres beneficiados por el “régimen” y que han propiciado la “remontada” de la “extrema izquierda a la izquierda extrema”.


El Partido Popular que hasta el año 2015, fin de la era Mariano Rajoy, representaba con nitidez el centro-derecha refundado por Aznar en el año 1990, se mueve hoy en un incierto espacio político. Algunos de sus dirigentes prefieren adaptarse a los movimientos o cambios que un sector de la sociedad actual de “avanzado progresismo”, está imponiendo desde el poder público, en ámbitos tan sensibles como la familia, la educación, el derecho a la vida o incluso el de las relaciones interpersonales, sexualizándo a la sociedad hasta extremos insospechados.


La sociedad española ha sufrido cambios sustanciales como consecuencia de los avances tecnológicos y de poderosos grupos internacionales que tratan de construir una nuevo modelo de sociedad “bajo una cosmovisión filosófica y revolucionaria que está calando y transformando nuestro humus cultural” (Antonio Lucas, sociólogo). Lo cierto es que la izquierda extrema lo ha sabido interpretar para sus intereses utilizando todo el poder económico, mediático e ideológico, que como se ha comprobado en estas elecciones, tiene a su disposición. Por el contrario el Partido Popular se encuentra en el centro de un huracán, “azotado” por Vox que le acosa y que beneficia a quienes hipotéticamente dicen querer derrotar y por los líderes de la izquierda revolucionaria e independentistas que se han propuesto superar la Constitución de 1978 en sus fundamentos más elementales como son la Monarquía, la unidad territorial de España o el imperio del derecho y la ley. con la inestimable colaboración del domesticado Tribunal Constitucional.


“Me gustaría volver a refundar un partido amplio de centro-derecha para frenar el independentismo y el populismo en España”. Son declaraciones de Núñez Feijóo al diario ABC en plena campaña electoral. No creo que sea este el momento de refundar nada, sino de “fortalecer” su autoridad en el partido, de redefinir ideas y principios sobre la centralidad de la persona y de gestionar el amplio poder municipal, autonómico que ha conseguido junto con la mayoría absoluta en el Senado, para hacer “causa común” con quienes deseen unirse a un único proyecto de España. 

Redefinir el centro-derecha

Nuñez Feijóo debe “fortalecer” su autoridad en el partido y redefinir ideas y principios sobre la centralidad de la persona
Jorge Hernández Mollar
sábado, 29 de julio de 2023, 11:07 h (CET)

No me resulta nada atractivo, ni es mi propósito ahondar en los líderes y formaciones políticas de la izquierda más radical y revolucionaria que sufrimos desde la II República, pero que acaba de ser respaldada por más de once millones de españoles, dato en modo alguno baladí. Me preocupa mucho más la otra media España que se ha mostrado incapaz de articular un modelo político y social alternativo, capaz de superar a quienes, desde hace cinco años, se han propuesto desmantelarla social y culturalmente. “De la extrema derecha a la derecha extrema”, ha sido unos de los mensajes más eficaces que los gurús de Sánchez han fabricado para propagar el miedo entre los indecisos, jóvenes, pensionistas y otros colectivos progres beneficiados por el “régimen” y que han propiciado la “remontada” de la “extrema izquierda a la izquierda extrema”.


El Partido Popular que hasta el año 2015, fin de la era Mariano Rajoy, representaba con nitidez el centro-derecha refundado por Aznar en el año 1990, se mueve hoy en un incierto espacio político. Algunos de sus dirigentes prefieren adaptarse a los movimientos o cambios que un sector de la sociedad actual de “avanzado progresismo”, está imponiendo desde el poder público, en ámbitos tan sensibles como la familia, la educación, el derecho a la vida o incluso el de las relaciones interpersonales, sexualizándo a la sociedad hasta extremos insospechados.


La sociedad española ha sufrido cambios sustanciales como consecuencia de los avances tecnológicos y de poderosos grupos internacionales que tratan de construir una nuevo modelo de sociedad “bajo una cosmovisión filosófica y revolucionaria que está calando y transformando nuestro humus cultural” (Antonio Lucas, sociólogo). Lo cierto es que la izquierda extrema lo ha sabido interpretar para sus intereses utilizando todo el poder económico, mediático e ideológico, que como se ha comprobado en estas elecciones, tiene a su disposición. Por el contrario el Partido Popular se encuentra en el centro de un huracán, “azotado” por Vox que le acosa y que beneficia a quienes hipotéticamente dicen querer derrotar y por los líderes de la izquierda revolucionaria e independentistas que se han propuesto superar la Constitución de 1978 en sus fundamentos más elementales como son la Monarquía, la unidad territorial de España o el imperio del derecho y la ley. con la inestimable colaboración del domesticado Tribunal Constitucional.


“Me gustaría volver a refundar un partido amplio de centro-derecha para frenar el independentismo y el populismo en España”. Son declaraciones de Núñez Feijóo al diario ABC en plena campaña electoral. No creo que sea este el momento de refundar nada, sino de “fortalecer” su autoridad en el partido, de redefinir ideas y principios sobre la centralidad de la persona y de gestionar el amplio poder municipal, autonómico que ha conseguido junto con la mayoría absoluta en el Senado, para hacer “causa común” con quienes deseen unirse a un único proyecto de España. 

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