Dicen que el hombre sensato es aquel que sabe ceder, y en este sentido, Suecia ha mostrado con sensatez a Europa el camino para poner fin al longevo y anacrónico conflicto en el Sáhara Occidental.

A través de la televisión pública SVT, trascendió que Suecia no reconocerá a la fantasmagórica república fantasma RASD, revocando una resolución anterior favorable al reconocimiento sancionada por el Parlamento. La noticia que Suecia se proponía reconocer a la república inspirada y sufragada por Argelia en busca de una salida al Atlántica, generó fuertes reacciones de la opinión pública y la diplomacia marroquíes.

Varias manifestaciones multitudinarias se celebraron en distintas ciudades de Marruecos, y un sentimiento anti-nórdico empezó a gestarse a raíz de los errores cometidos por Estocolmo en su manejo del tema.

La socialdemócrata Margot Wallström, secretaria de relaciones exteriores, se apresuró por entonces a declarar que la postura sueca no estaba definida, y que solo se estudiaba el tema para tomar determinaciones relacionadas al problema.

En una declaración de magistral realismo, Suecia anticipó que considera que el Sáhara Occidental “no cumple los criterios tradicionales para su reconocimiento como Estado, como un territorio delimitado o un gobierno que lo controle”.

.Aunque se ha exagerado desde carpas argelinas el rol de medidas comerciales en la decisión sueca, no puede olvidarse que los más brillantes intelectuales que abordaron el tema del problema sahariano, han develado suficientes argumentos para avalar decisiones como la tomada desde Estocolmo.

Hace ya décadas el laureado escritor español Juan Goytisolo había notado en su libro “El Problema del Sahara” que Argelia intenta hacer pasa por refugiados del Sáhara Occidental no sólo a sus propios erguibats sino también a decenas de miles de tuaregs, chaambas y otros nómadas procedentes de Mali y aún de Níger (que abandonaron sus habituales zonas de pastoreo a consecuencia de la dramática sequía del Sahel).

Los que se benefician de la tragedia lucrando con la ayuda humanitaria también hacen oídos sordos a las opiniones de Bernard Lugan, profesor asociado y especialista en historia africana en la Universidad Jean Moulin Lyon III. Tiene el rango académico de Maître de conférences en Francia, autor de varios libros sobre el continente africano y editor de la revista « L’Afrique réelle ».

Es autor de una tesis de doctorado titulada L’Economie d’échange au Rwanda de 1850 à 1914. Vivió muchos años en África, principalmente en Ruanda dónde dirigió unas búsquedas arqueológicas significativas y enseñó la historia africana en la Universidad Nacional de Ruanda. En 1982, escribió ótra tesis para obtener un doctorado de Estado titulada « Entre les servitudes de la houe et les sortilèges de la vache : le monde rural dans l’ancien Rwanda ».

Los trabajos notables de Lugan incluyen varios libros principalmente sobre Sudáfrica, Marruecos y Ruanda. Bernard Lugan es también un testigo experto para el Tribunal Penal Internacional para Ruanda.

A través de artículos, videos y libros ha respaldado con autoridad intelectual las tesis marroquíes sobre la cuestión del Sáhara, pero la ceguera de los detractores de Marruecos les impide considerar argumentos de tales kilates.

Otra ilustre voz que se ignora al considerar el problema del Sáhara es la de Paul Pascon, quien realizó la obra mejor documentada sobre los derechos de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. No sacó barata su posición.

En enero de 1976, sus dos hijos Nadine y Gilles desaparecieron en un secuestro atribuído al Polisario. Paul Pascon trató sin éxito de rastrearlos, jamás volvió a verlos.

Que exista una versión única de la izquierda favorable a la RASD, y una sola argumentación e la derecha favorable a Rabbat, es fácil de desmentir. Uno de los mejores alegatos a favor de la marroquinidad del Sáhara lo redactó el fundador del partido comunista marroquí, Alí Yata.

La opinión pública argelina, a diferencia de la marroquí, está lejos de tener una opinión uniforme respecto al problema del Sáhara, sobre el cual Mohammed Boudiaf dijo que “no tenía donde tocar tierra”. Precisamente Boufiaf, presidente argelino en 1992, fue asesinado por reconocer que el Sáhara pertenecía legítimamente a Marruecos, de acuerdo a lo que declaró hace unos días su ex ministro de defensa.

“Argelia debe de respetar la soberanía y la unidad del territorio marroquí”, ha declarado reiteradas veces la presidenta del partido argelino de los trabajadores Louisa Hanoune.

Todo parece indicar que Suecia, más que tomar una decisión presionada por intereses comerciales, está señalando el camino de la sensatez al resto de Europa.

Dicen que sensato es aquel que acepta su equivocación, y sabio aquel que aprende de ella. La vieja y culta Europa tiene la oportunidad de posicionarse al respecto, optando por el camino señalado por Suecia para el Sáhara Occidental.