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La esperada adhesión multitudinaria e inquebrantable a la convocatoria del Comité Federal del PSOE, para adular al vanidoso Pedro Sánchez, ha resultado un rotundo fracaso que traerá consecuencias poco gratas para este cuentista. Ya me dirán si no es así, cuando ellos mismos (que multiplican siempre) dan una asistencia de 12.500 personas.
Y es que Pedro, contrariamente a lo que sus seguidores proclaman, es un ignorante integral y no se ha dado cuenta de que carece de la intuición e inteligencia necesarias para tomar decisiones razonables.
En esta ocasión, ha rizado el rizo con la escritura de una carta dirigida, nada más y nada menos que a “la Ciudadanía”. ¿Y que ha ocurrido?: Pues que la Ciudadanía no le ha hecho ni puñetero caso. Los que han ido a adularle, unas 4.000 personas, según apreciaciones más ajustadas, han sido sus beneficiarios de chollos y prebendas, compañeros de gobierno y unos cuantos ancianos desplazados de distintos lugares del solar patrio. Porque la Ciudadanía (¡a ver si aprende!) este fin de semana había decidido asistir a estadios, Romerías, Cruces y excursiones primaverales como todos los años y no le interesaba responder a tan plañidera misiva.
Esta vez, el tiro le ha salido por la culata.
En 2007, cuando José Luis Rodríguez Zapatero finalizaba su primera legislatura, empezó a cuajar en la sociedad catalana una sensación de cansancio y disgusto. Los problemas crónicos en Cercanías, un aeropuerto que entonces era insuficiente para responder a la proyección de Barcelona, la baja inversión pública por parte del Estado o el acentuado déficit fiscal acabaron por engendrar lo que se bautizó como el 'català emprenyat' (catalán enfadado).
Un sistema de Monarquía Parlamentaria o República Parlamentaria que obligue a lo que, de forma concisa y clara ha manifestado el señor Javier Lambán, presidente de Aragón y secretario general del PSOE regional, terminará siempre en un fracaso social y en una realidad disimulada en la que “ordenan e imponen” los poderosos.
La denuncia del sicofante tardofranquista, el seudo sindicato Manos Limpias contra la mujer de Sánchez por "presunto tráfico de influencias", y la posterior admisión a trámite por el juez Peinado, se convirtió en todo un misil en la línea de estabilidad emocional y de resiliencia de Sánchez al dejarle paralizadas las hormonas segregadoras del arrojo político.
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