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La ciudadanía exigirá más pronto que tarde la finalización de la guerra en Ucrania como consecuencia de la propia merma de sus capacidades económicas y su bienestar

El invierno se acerca

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La partida de ajedrez por el liderazgo global se juega hoy en diferentes escenarios del globo. Y todo ello, en una pulsión permanente entre un modelo el occidental y el oriental, entre dos realidades que conforman hoy bloques o diversas sensibilidades en un planeta cada vez más multipolar en el que la toma de decisiones estratégicas pasa necesariamente por el área indopacífico.  Es aquí, en este escenario, en donde la guerra de Ucrania alcanza su máxima expresión en un choque de interés que por debajo de la epidermis de la geopolítica permite adivinar los movimientos de unos y otros para ocupar espacios en un mundo que hoy se está transformando a un ritmo vertiginoso.


Es aquí, donde Putin juega sus cartas de posicionamiento territorial y de interés en la construcción de su “espacio vital”, en un tablero que juega a su favor en la victoria tardía pero segura de sus intereses. No por menos, claves como las de la dependencia Europea de las materias primas energéticas, fertilizantes, químicas y agrícolas de Rusia y Ucrania permiten vislumbrar lo que parece será el final de la partida iniciada en 2014. Así, hoy el nuevo Zar ruso ha visto como su jugada, lejos de llevar al “default” de su país, hoy le ha hecho enriquecerse con la oscilación de los precios de la energía y de paso granjearse la cercanía – tal vez interesada- de una China que ha visto una oportunidad de refortalecimiento a su liderazgo global en este conflicto. Se configura así hoy, un nuevo bloque en los que países como Irán, India, China, Nicaragua, Cuba, Venezuela, Corea del Norte o las Antiguas Repúblicas Soviéticas reivindican su “modelo global” de gobernanza frente al modelo occidental.


Así, la partida parece que se acerca a su final con la llegada de un invierno en sentido práctico y figurado para Europa que hoy en estado de pánico contenido, observa como el cierre del Gaseoducto Nord Stream 1 supondrá de no remediarse la caída como señalo recientemente el Fondo Monetario Internacional de hasta 6 puntos del PIB en Europa del Este y Central. Un escenario con daños demoledores para las economías de Alemania, Italia, Eslovaquia o República Checa, siendo en el caso de la primera traducido en el desplome de 3 puntos sobre su PIB, la generación de un aumento directo del desempleo en sectores productivos claves para Europa y el freno en seco a la maquinaría europea. No por menos, en este sentido, la agencia de calificación Fitch estima de esta forma que si se mantiene el cierre total del suministro durante el invierno, la eurozona sufrirá un impacto de entre 1,5 y 2 puntos porcentuales del PIB a lo largo del 2023. 


Y frente todo ello, una ciudadanía  que exigirá más pronto que tarde la finalización de la guerra en Ucrania como consecuencia de la propia merma de sus capacidades económicas y de su sociedad de bienestar, o del aumento de  su incertidumbre en un escenario inflacionista en un marco de colisión de diversas crisis que hoy eclosionan ante nosotros : La de los suministros, la logística, la derivada del conflicto ucraniano o la propia del cambio de modelo productivo y laboral en el marco de la denominada cuarta revolución tecnológica.  


Es así, como el juego del ajedrez del mandatario ruso hoy impulsa su estrategia al desgaste de la economía europea, el aumento del descontento de la ciudadanía del viejo continente o la generación del descontento ante la clase política europea ante la incapacidad de la toma de decisiones acertadas para su ciudadanía como hoy repiten constantemente los altavoces mediáticos del imperio ruso. El tiempo dirá, quien gana la partida, por el momento lo que está claro es que Europa es la que está perdiendo frente al beneficio que este conflicto hoy genera en los bloques en conflicto.

El invierno se acerca

La ciudadanía exigirá más pronto que tarde la finalización de la guerra en Ucrania como consecuencia de la propia merma de sus capacidades económicas y su bienestar
Josu Gómez Barrutia
sábado, 10 de septiembre de 2022, 08:15 h (CET)

La partida de ajedrez por el liderazgo global se juega hoy en diferentes escenarios del globo. Y todo ello, en una pulsión permanente entre un modelo el occidental y el oriental, entre dos realidades que conforman hoy bloques o diversas sensibilidades en un planeta cada vez más multipolar en el que la toma de decisiones estratégicas pasa necesariamente por el área indopacífico.  Es aquí, en este escenario, en donde la guerra de Ucrania alcanza su máxima expresión en un choque de interés que por debajo de la epidermis de la geopolítica permite adivinar los movimientos de unos y otros para ocupar espacios en un mundo que hoy se está transformando a un ritmo vertiginoso.


Es aquí, donde Putin juega sus cartas de posicionamiento territorial y de interés en la construcción de su “espacio vital”, en un tablero que juega a su favor en la victoria tardía pero segura de sus intereses. No por menos, claves como las de la dependencia Europea de las materias primas energéticas, fertilizantes, químicas y agrícolas de Rusia y Ucrania permiten vislumbrar lo que parece será el final de la partida iniciada en 2014. Así, hoy el nuevo Zar ruso ha visto como su jugada, lejos de llevar al “default” de su país, hoy le ha hecho enriquecerse con la oscilación de los precios de la energía y de paso granjearse la cercanía – tal vez interesada- de una China que ha visto una oportunidad de refortalecimiento a su liderazgo global en este conflicto. Se configura así hoy, un nuevo bloque en los que países como Irán, India, China, Nicaragua, Cuba, Venezuela, Corea del Norte o las Antiguas Repúblicas Soviéticas reivindican su “modelo global” de gobernanza frente al modelo occidental.


Así, la partida parece que se acerca a su final con la llegada de un invierno en sentido práctico y figurado para Europa que hoy en estado de pánico contenido, observa como el cierre del Gaseoducto Nord Stream 1 supondrá de no remediarse la caída como señalo recientemente el Fondo Monetario Internacional de hasta 6 puntos del PIB en Europa del Este y Central. Un escenario con daños demoledores para las economías de Alemania, Italia, Eslovaquia o República Checa, siendo en el caso de la primera traducido en el desplome de 3 puntos sobre su PIB, la generación de un aumento directo del desempleo en sectores productivos claves para Europa y el freno en seco a la maquinaría europea. No por menos, en este sentido, la agencia de calificación Fitch estima de esta forma que si se mantiene el cierre total del suministro durante el invierno, la eurozona sufrirá un impacto de entre 1,5 y 2 puntos porcentuales del PIB a lo largo del 2023. 


Y frente todo ello, una ciudadanía  que exigirá más pronto que tarde la finalización de la guerra en Ucrania como consecuencia de la propia merma de sus capacidades económicas y de su sociedad de bienestar, o del aumento de  su incertidumbre en un escenario inflacionista en un marco de colisión de diversas crisis que hoy eclosionan ante nosotros : La de los suministros, la logística, la derivada del conflicto ucraniano o la propia del cambio de modelo productivo y laboral en el marco de la denominada cuarta revolución tecnológica.  


Es así, como el juego del ajedrez del mandatario ruso hoy impulsa su estrategia al desgaste de la economía europea, el aumento del descontento de la ciudadanía del viejo continente o la generación del descontento ante la clase política europea ante la incapacidad de la toma de decisiones acertadas para su ciudadanía como hoy repiten constantemente los altavoces mediáticos del imperio ruso. El tiempo dirá, quien gana la partida, por el momento lo que está claro es que Europa es la que está perdiendo frente al beneficio que este conflicto hoy genera en los bloques en conflicto.

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