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El PSOE se ha estrellado, algo que era de esperar. Ha perdido siete procuradores respecto a 2019, aunque porcentualmente no haya perdido gran cosa

​Las urnas han hablado en Castilla y León

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Alfonso Fernández Mañueco ha subido dos escaños, pero si tenemos en cuenta que comenzó la campaña electoral con uno por debajo de la mayoría absoluta, bien podemos decir que ha fracasado.

Pretendía emular a Díaz Ayuso y ha resultado ser un monigote que, la última semana de campaña, ha tenido que recurrir a la presidenta madrileña porque se veía perdido y aterrorizado. Cuentan sus más cercanos de Presidencia de la Junta que temblaba ante la sucesión de acontecimientos con los que no contaba. Es evidente que no ha sido digno sucesor de José María Aznar ni de Juan José Lucas ni de Juan Vicente Herrera. En Castilla y León tenemos un problema con Mañueco y una rémora duradera.


Ha llegado el momento de que VOX --empieza a ser un fenómeno social creciente y sin complejos, dado su sentido común y de Estado-- pida responsabilidades al Partido Popular. Han sido muchos los desprecios del PP a VOX, desde la falta de apoyo para derrocar a Pedro Sánchez hasta su desprecio en la moción de censura.


Si VOX quiere apoyar al PP, allá él. No le arriendo las ganancias. Otra alternativa es apoyar al PP, pero sin entrar en el Gobierno de la Junta de Castilla y León, salvo que el Partido Popular cambie de candidato. Fernández Mañueco está amortizado; es más, está quemado. Insisto, es una rémora y un problema que debe resolver el partido en Castilla y León. No nos sirven los «incendiarios» que, plegados a «Génova» carecen de iniciativa y planes de trabajo o proyectos de futuro.


El PSOE se ha estrellado, algo que era de esperar. Ha perdido siete procuradores respecto a 2019, aunque porcentualmente no haya perdido gran cosa. Se espera la dimisión de Luis Tudanca en los próximos días: el PSOE de Castilla y León agoniza con él, no inspira confianza y tendrá muy difícil tocar poder, además de carecer de un equipo eficaz y responsable. Con Tudanca para la Junta y Óscar Puente para la alcaldía de Valladolid, los socialistas pierden la esperanza y desesperan ante la falta de liderazgo serio y eficaz.


Con Ciudadanos tenemos lo que se esperaba. A pesar de obtener un procurador, se le puede dar por desaparecido. Francisco Igea va a pasar de vicepresidente de la Junta a procurador de a pie. Dudo que le dejen trabajar a su ritmo, como dudo que aguante toda la legislatura en las Cortes de la carretera de Salamanca. De abajo hacia arriba se va bien, pero a la inversa es más problemático. Además no tendrá al lado a sus «joyas», las exconsejeras de Empleo e Industria (Carlota Amigo) y la de Sanidad (Verónica Casado).


Los partidos provincialistas están exultantes, pero no sabemos qué resultado pueden dar. Hay que confiar en que no se conviertan en el fracaso sonado del líder socialista de Teruel Existe o del típico «Mazón» del PRC. Hay esperanza en Soria, ¡Ya! como la hay en Por Ávila, pero, al no poder tocar pelo, pueden convertirse en una rémora más para la gobernabilidad y en un vacío caro. No tardaremos en comprobar si quieren trabajar por sus provincias o lo que buscaban era la alfombra roja y las prebendas con las que la Junta riega a sus procuradores. En pocas palabras: no tardarán en asomar la oreja. Sinceramente, veo una legislatura propicia para las traiciones y las decepciones, además de un enfrentamiento permanente y cutre entre Mañueco (insisto en que hay que sustituirle por otro candidato) y Francisco Igea, salvo que ahora Roma sí pague a traidores.


La Unión del Pueblo Leonés me ha sorprendido. Sólo suma en León, de ahí que sea también provincialista. Apenas lo hace en las otras provincias de lo que fue el antiguo Reino. Confieso que me equivoqué con UPL: estaba convencido de que esa formación podía llegar a desaparecer y me he estrellado, al menos de momento. No me duelen prendas reconocerlo: pido disculpas por dar como hecho algo que sólo estaba latente. Una vez más, vuelve a hacerse realidad el refrán: «Hasta el final del rabo todo es toro».


Lo de Unidas Podemos se veía venir. Todos sus seguidores entusiastas hicieron un mitin en un bar; es decir, el fracaso empezó a sonar el mismo día que se convocaron las elecciones. La extrema izquierda no tiene cabida en Castilla y León; máxime, tras los bandazos, los condenados, los intentos de destrozar la economía rural y la degeneración que acompaña al comunismo reaccionario, bolivariano, perroflauta, catastrófico y desnortado. Vamos, algo así como el demonio con cuernos, rabo y tridente.


Ni siquiera el apoyo del «marqués» resolvió nada de nada. Ha demostrado que Iglesias es gafe: cuanto toca lo degenera y devalúa. Está suficientemente demostrado que el antagonismo entre él y la «reina» madrileña es abismal. ¿A quién se le ocurre presentarse en Castilla y en León después de haber atacado a la agricultura y la ganadería? ¿A quién se le ocurre pasear por esta tierra bocachanclas y dañino, Alberto Garzón? ¿A quién se le ocurre plantear una reforma fiscal superior a los treinta mil millones de euros en nuevos impuestos y sólo por la envidia que les suscita el falso éxito de Yolanda Díaz?


Lo que venimos llamando «Hundidas Podemos» ha entrado en descomposición. La afiliación está nerviosa y ya ha empezado a pedir la dimisión de Pablo Fernández en las redes sociales y en los muros de las ciudades. «¡Vete al quiosco, carajo!», «¿Cuándo empezarás a trabajar?», «Desertas de León para poder tener escaño por Valladolid, dañando a quien iba a ser candidata por esta provincia» ... Y esperen un poco más porque los próximos días pueden ser la bomba en cuanto a la descomposición de la extrema izquierda. Al tiempo.


Pasadas las elecciones en esta parte de la España vacía, los más se olvidarán de nosotros. Los menos, nos mirarán desde la distancia por conocer la evolución de la «empanada» electoral que se ha montado. Ahora le toca a Andalucía, esa comunidad tan querida, pero sangrada por el PSOE hasta el punto de robar dinero del paro para gastárselo en una Administración paralela (FAFFE), emplearlo en orgías en los lupanares y dedicarlo al trapicheo con coca, que no precisamente en Coca-Cola.


Las próximas semanas habrá que mirar a la posible convocatoria andaluza. Juanma Moreno tiene que tener una duda plena porque, viendo la subida de VOX, no sé si le conviene perder el tiempo en nuevas elecciones. Y si Macarena Olona llega a ser la candidata de Abascal, créanme que el cambio puede ser abrumador. Aún no me atrevo a decir si a mejor o debo esperar.


Confío en que no meta las manos el PP nacional en Castilla-León ni en Andalucía. La presión, traiciones y la dictadura que impone Teodoro García Egea desde «Génova» es indigna. Cayetana Álvarez de Toledo cuenta en su último libro las intrigas que se trae don Teo y cómo, aprovechando chivatas del partido en «Génova», llega con sus tentáculos a todas partes, hasta el punto de haber convertido la represión en un hábito y la presión en su hábitat. No hay papel de fumar que pueda moverse sin que él lo sepa y lo autorice.


Si el PP no acaba con don Teo desplazándolo de la Secretaría General, el «paletillo» acabará con el partido. Y el jefe no deja de ser uno más que se pliega a Teodoro. Si, como dice Cayetana, a Casado le tiemblan las canillas cuanto interviene Teodoro García Egea, resulta que el garrote y el «bullying» lo maneja el murciano, hasta llegar a comprar voluntades. Pero eso, otro día y con más detalle.

​Las urnas han hablado en Castilla y León

El PSOE se ha estrellado, algo que era de esperar. Ha perdido siete procuradores respecto a 2019, aunque porcentualmente no haya perdido gran cosa
Jesús  Salamanca
lunes, 14 de febrero de 2022, 10:40 h (CET)

Alfonso Fernández Mañueco ha subido dos escaños, pero si tenemos en cuenta que comenzó la campaña electoral con uno por debajo de la mayoría absoluta, bien podemos decir que ha fracasado.

Pretendía emular a Díaz Ayuso y ha resultado ser un monigote que, la última semana de campaña, ha tenido que recurrir a la presidenta madrileña porque se veía perdido y aterrorizado. Cuentan sus más cercanos de Presidencia de la Junta que temblaba ante la sucesión de acontecimientos con los que no contaba. Es evidente que no ha sido digno sucesor de José María Aznar ni de Juan José Lucas ni de Juan Vicente Herrera. En Castilla y León tenemos un problema con Mañueco y una rémora duradera.


Ha llegado el momento de que VOX --empieza a ser un fenómeno social creciente y sin complejos, dado su sentido común y de Estado-- pida responsabilidades al Partido Popular. Han sido muchos los desprecios del PP a VOX, desde la falta de apoyo para derrocar a Pedro Sánchez hasta su desprecio en la moción de censura.


Si VOX quiere apoyar al PP, allá él. No le arriendo las ganancias. Otra alternativa es apoyar al PP, pero sin entrar en el Gobierno de la Junta de Castilla y León, salvo que el Partido Popular cambie de candidato. Fernández Mañueco está amortizado; es más, está quemado. Insisto, es una rémora y un problema que debe resolver el partido en Castilla y León. No nos sirven los «incendiarios» que, plegados a «Génova» carecen de iniciativa y planes de trabajo o proyectos de futuro.


El PSOE se ha estrellado, algo que era de esperar. Ha perdido siete procuradores respecto a 2019, aunque porcentualmente no haya perdido gran cosa. Se espera la dimisión de Luis Tudanca en los próximos días: el PSOE de Castilla y León agoniza con él, no inspira confianza y tendrá muy difícil tocar poder, además de carecer de un equipo eficaz y responsable. Con Tudanca para la Junta y Óscar Puente para la alcaldía de Valladolid, los socialistas pierden la esperanza y desesperan ante la falta de liderazgo serio y eficaz.


Con Ciudadanos tenemos lo que se esperaba. A pesar de obtener un procurador, se le puede dar por desaparecido. Francisco Igea va a pasar de vicepresidente de la Junta a procurador de a pie. Dudo que le dejen trabajar a su ritmo, como dudo que aguante toda la legislatura en las Cortes de la carretera de Salamanca. De abajo hacia arriba se va bien, pero a la inversa es más problemático. Además no tendrá al lado a sus «joyas», las exconsejeras de Empleo e Industria (Carlota Amigo) y la de Sanidad (Verónica Casado).


Los partidos provincialistas están exultantes, pero no sabemos qué resultado pueden dar. Hay que confiar en que no se conviertan en el fracaso sonado del líder socialista de Teruel Existe o del típico «Mazón» del PRC. Hay esperanza en Soria, ¡Ya! como la hay en Por Ávila, pero, al no poder tocar pelo, pueden convertirse en una rémora más para la gobernabilidad y en un vacío caro. No tardaremos en comprobar si quieren trabajar por sus provincias o lo que buscaban era la alfombra roja y las prebendas con las que la Junta riega a sus procuradores. En pocas palabras: no tardarán en asomar la oreja. Sinceramente, veo una legislatura propicia para las traiciones y las decepciones, además de un enfrentamiento permanente y cutre entre Mañueco (insisto en que hay que sustituirle por otro candidato) y Francisco Igea, salvo que ahora Roma sí pague a traidores.


La Unión del Pueblo Leonés me ha sorprendido. Sólo suma en León, de ahí que sea también provincialista. Apenas lo hace en las otras provincias de lo que fue el antiguo Reino. Confieso que me equivoqué con UPL: estaba convencido de que esa formación podía llegar a desaparecer y me he estrellado, al menos de momento. No me duelen prendas reconocerlo: pido disculpas por dar como hecho algo que sólo estaba latente. Una vez más, vuelve a hacerse realidad el refrán: «Hasta el final del rabo todo es toro».


Lo de Unidas Podemos se veía venir. Todos sus seguidores entusiastas hicieron un mitin en un bar; es decir, el fracaso empezó a sonar el mismo día que se convocaron las elecciones. La extrema izquierda no tiene cabida en Castilla y León; máxime, tras los bandazos, los condenados, los intentos de destrozar la economía rural y la degeneración que acompaña al comunismo reaccionario, bolivariano, perroflauta, catastrófico y desnortado. Vamos, algo así como el demonio con cuernos, rabo y tridente.


Ni siquiera el apoyo del «marqués» resolvió nada de nada. Ha demostrado que Iglesias es gafe: cuanto toca lo degenera y devalúa. Está suficientemente demostrado que el antagonismo entre él y la «reina» madrileña es abismal. ¿A quién se le ocurre presentarse en Castilla y en León después de haber atacado a la agricultura y la ganadería? ¿A quién se le ocurre pasear por esta tierra bocachanclas y dañino, Alberto Garzón? ¿A quién se le ocurre plantear una reforma fiscal superior a los treinta mil millones de euros en nuevos impuestos y sólo por la envidia que les suscita el falso éxito de Yolanda Díaz?


Lo que venimos llamando «Hundidas Podemos» ha entrado en descomposición. La afiliación está nerviosa y ya ha empezado a pedir la dimisión de Pablo Fernández en las redes sociales y en los muros de las ciudades. «¡Vete al quiosco, carajo!», «¿Cuándo empezarás a trabajar?», «Desertas de León para poder tener escaño por Valladolid, dañando a quien iba a ser candidata por esta provincia» ... Y esperen un poco más porque los próximos días pueden ser la bomba en cuanto a la descomposición de la extrema izquierda. Al tiempo.


Pasadas las elecciones en esta parte de la España vacía, los más se olvidarán de nosotros. Los menos, nos mirarán desde la distancia por conocer la evolución de la «empanada» electoral que se ha montado. Ahora le toca a Andalucía, esa comunidad tan querida, pero sangrada por el PSOE hasta el punto de robar dinero del paro para gastárselo en una Administración paralela (FAFFE), emplearlo en orgías en los lupanares y dedicarlo al trapicheo con coca, que no precisamente en Coca-Cola.


Las próximas semanas habrá que mirar a la posible convocatoria andaluza. Juanma Moreno tiene que tener una duda plena porque, viendo la subida de VOX, no sé si le conviene perder el tiempo en nuevas elecciones. Y si Macarena Olona llega a ser la candidata de Abascal, créanme que el cambio puede ser abrumador. Aún no me atrevo a decir si a mejor o debo esperar.


Confío en que no meta las manos el PP nacional en Castilla-León ni en Andalucía. La presión, traiciones y la dictadura que impone Teodoro García Egea desde «Génova» es indigna. Cayetana Álvarez de Toledo cuenta en su último libro las intrigas que se trae don Teo y cómo, aprovechando chivatas del partido en «Génova», llega con sus tentáculos a todas partes, hasta el punto de haber convertido la represión en un hábito y la presión en su hábitat. No hay papel de fumar que pueda moverse sin que él lo sepa y lo autorice.


Si el PP no acaba con don Teo desplazándolo de la Secretaría General, el «paletillo» acabará con el partido. Y el jefe no deja de ser uno más que se pliega a Teodoro. Si, como dice Cayetana, a Casado le tiemblan las canillas cuanto interviene Teodoro García Egea, resulta que el garrote y el «bullying» lo maneja el murciano, hasta llegar a comprar voluntades. Pero eso, otro día y con más detalle.

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