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Qué vida, puede ser un simpático saludo navarrico, la práctica habitual o los proyectos deseados

Qué vida

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Depende de como planteemos la cuestión. En un plano coloquial, de aire muy navarrico, resulta un saludo simpático dando por asentado el talante abierto de unas relaciones espontáneas de una franqueza respetuosa. En la brega diaria ya se introducen las cuitas acuciantes, el lamento se incluye en la respuesta, sin saber a quien dirigirse. Oteando los horizontes, la pregunta ya requiere de un mayor conocimiento de las PROYECCIONES previsibles a la vista de los procedimientos actualizados. Vislumbramos esa dirección en la cual circulamos lanzados de cabeza en el caso de mantener las actuales maneras de comportarnos, bien visibles en las decisiones adoptadas por la comunidad.


Aunque estamos implantados en unas circunstancias reales previas, la manera de percibirlas, la valoración consiguiente de sus pormenores está abierta a todo un abanico de miradas diferenciadas. Ubicados entre esa diversidad de puntos de vista, obligados a sus vivencias simultáneas compartidas en su mayor parte; parecería lógica la actitud dialógica por el grado de las conexiones existentes, sus matices compatibles o discordantes. Frente a esa suavización de las versiones contrapuestas, abundan las INTEMPERANCIAS dialécticas crispadoras de las relaciones. Disparamos así la enérgica radicalización que anula de raíz los posibles focos de un entendimiento razonable.


Antes de enfocar a los planos más profundos de la vida comunitaria, a sus trabados mecanismos, la mera contemplación de cuanto sucede al aire libre, pone de manifiesto rasgos preocupantes. Sobre todo cuando apreciamos la extensión de dichos comportamientos a numerosas áreas ciudadanas. Me refiero a esa tendencia a las reuniones tumultuosas, convocantes de la estridencia y los destrozos, bajo la efervescencia de influjos alienantes. Generan ALGARABÍAS frenéticas desbocadas, como síntomas de trastornos profundos. Los destrozos provocados no respetan ni bienes públicos ni privados; traducen una arrogancia descabellada montada sobre vehículos desvencijados.


Achacamos con excesiva ligereza los malos comportamientos a la disolución de las responsabilidades entre la masa de gente en plena ebullición. Como contrapunto percibimos otros estilos más individualizados, con el estigma de conductas degradantes. A nadie se le escapa la práctica creciente de AGRESIONES con la intervención de unos pocos ejecutores. Cuchilladas, violaciones, palizas, frecuentes abusos entre escolares, bajo la influencia de drogas, sexo o de la simple ventolera chulesca y libertaria. La profusión de estas conductas alevosas destaca por sí misma, aunque también y quizá más, por la escasa respuesta de la sociedad, sea en plan preventivo o corrector.


En la vida real, esa que compartimos a diario, con las sensaciones íntimas y las miserias particulares; su entidad se plasma de manera fiel en la serie de estructuras físicas creadas por doquier. Como obras de unos autores determinados, acaban reflejando aciertos, errores, negligencias e incluso estupideces. Por aquello de tomar uno de los ejemplos de estas actuaciones con mayor visibilidad, menciono aquí las construcciones URBANÍSTICAS. Junto a verdaderas obras memorables, se desparraman una serie de barbaridades de imposible justificación, en ciudades, campos, montes y laderas volcánicas. Vienen a expresar algunas señales de vida desaprensiva.


Los alardes en alabanza de la era informativa provocan muchas inquietudes referidas a la recepción de la misma por parte de la ciudadanía. La procedencia de los mensajes, sus tramas, su accesibilidad; aúnan posibilidades y trampas. Para una persona en concreto sirve de poco la inmensidad informativa si no se adapta a sus condiciones. Como contrapunto del progreso, nos encontramos ante una permanente actitud de CONQUISTA informativa si pretendemos desentrañar los aspectos cruciales de la misma. Existe una cantidad abrumadora de voluntades empeñadas en la imposición de sus criterios. La nitidez informativa y gratificante no es el hallazgo habitual.


Las desigualdades son inherentes a la propia constitución humana, querer hacer ver lo contrario es una importante alienación. Esa realidad no está reñida con la actitud orientada a suavizar dichas diferencias. Es menos comprensible la proliferación de actuaciones dirigidas a todo lo contrario, incrementando de forma escandalosa la diferenciación hasta poner en peligro a los menos favorecidos. Bastará una simple mirada, para poner de relieve las DERRAMAS dinerarias abusivas. Como denominaremos si no a los enormes beneficios de las empresas gigantescas, sueldos y jubilaciones millonarios, despilfarro de dinero público, rentas de grandes capitales acumulados; marcando así la vida comunitaria.


Pienso también en la actitud despreocupada de pretender encajar las responsabilidades a los demás, sin el análisis pertinente de las circunstancias involucradas; tanto por parte de quienes ejercen de líderes, como de la gente corriente. Con esta falta de asiento mental se suceden las oleadas de negación para cualquier evidencia; o viceversa, dar por sentadas falsedades notorias. Se producen llamativas FOGATAS populistas de alcances imprevisibles, sin el respaldo de argumentos consistentes. Mal, cuando derivan de la ignorancia o terquedad de personas con pocas luces, pero mucho peor si proceden de personas situadas en puestos directivos con mayor requerimiento formativo.


Los desencantos, las frustraciones forman parte de las experiencias indeseadas; los hay inevitables, pero otros se deben a comportamientos improcedentes. Sin una dedicación atenta a las causas, pronto acudimos a la queja, con frecuencia un tanto desorientada, por aquello de a donde dirigirnos con ella. Ante las violencias, corrupción o desmanes varios es frecuente el DESENFOQUE de las protestas. Los agentes del orden, los profesionales en los primeros eslabones, los jueces; estando implicados, aparecen en las imágenes. El trasfondo familiar y los educadores se difuminan. Respecto a los legisladores apoltronados, son permisivos, al son de su orientación política.


La decisión correctora de las situaciones insatisfactorias, pudiera parecer preferencial. Aunque la terquedad social del momento la desmiente por el trato dedicado a la acaparación de capitales, la desfachatez legislativa ante los ocupantes ilegales de viviendas, suavización de las condenas para delincuentes causantes de daños irreparables, mentalidades crispadas desentendidas del cotarro y un largo etcétera. La DISGREGACIÓN progresa con una tendencia inexplicable, pero bien visible.


Las rendijas por donde se cuelan los desmanes son traicioneras; su reparación exige labores esmeradas. Si por el contrario, predomina el desdén por las colaboraciones, el agrietamiento cerebral y la falta de coherencia en los comportamientos diremos escuetamente ES lo QUE HAY, sin parar en disquisiciones de mayor rango.

Qué vida

Qué vida, puede ser un simpático saludo navarrico, la práctica habitual o los proyectos deseados
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 3 de diciembre de 2021, 09:36 h (CET)

Depende de como planteemos la cuestión. En un plano coloquial, de aire muy navarrico, resulta un saludo simpático dando por asentado el talante abierto de unas relaciones espontáneas de una franqueza respetuosa. En la brega diaria ya se introducen las cuitas acuciantes, el lamento se incluye en la respuesta, sin saber a quien dirigirse. Oteando los horizontes, la pregunta ya requiere de un mayor conocimiento de las PROYECCIONES previsibles a la vista de los procedimientos actualizados. Vislumbramos esa dirección en la cual circulamos lanzados de cabeza en el caso de mantener las actuales maneras de comportarnos, bien visibles en las decisiones adoptadas por la comunidad.


Aunque estamos implantados en unas circunstancias reales previas, la manera de percibirlas, la valoración consiguiente de sus pormenores está abierta a todo un abanico de miradas diferenciadas. Ubicados entre esa diversidad de puntos de vista, obligados a sus vivencias simultáneas compartidas en su mayor parte; parecería lógica la actitud dialógica por el grado de las conexiones existentes, sus matices compatibles o discordantes. Frente a esa suavización de las versiones contrapuestas, abundan las INTEMPERANCIAS dialécticas crispadoras de las relaciones. Disparamos así la enérgica radicalización que anula de raíz los posibles focos de un entendimiento razonable.


Antes de enfocar a los planos más profundos de la vida comunitaria, a sus trabados mecanismos, la mera contemplación de cuanto sucede al aire libre, pone de manifiesto rasgos preocupantes. Sobre todo cuando apreciamos la extensión de dichos comportamientos a numerosas áreas ciudadanas. Me refiero a esa tendencia a las reuniones tumultuosas, convocantes de la estridencia y los destrozos, bajo la efervescencia de influjos alienantes. Generan ALGARABÍAS frenéticas desbocadas, como síntomas de trastornos profundos. Los destrozos provocados no respetan ni bienes públicos ni privados; traducen una arrogancia descabellada montada sobre vehículos desvencijados.


Achacamos con excesiva ligereza los malos comportamientos a la disolución de las responsabilidades entre la masa de gente en plena ebullición. Como contrapunto percibimos otros estilos más individualizados, con el estigma de conductas degradantes. A nadie se le escapa la práctica creciente de AGRESIONES con la intervención de unos pocos ejecutores. Cuchilladas, violaciones, palizas, frecuentes abusos entre escolares, bajo la influencia de drogas, sexo o de la simple ventolera chulesca y libertaria. La profusión de estas conductas alevosas destaca por sí misma, aunque también y quizá más, por la escasa respuesta de la sociedad, sea en plan preventivo o corrector.


En la vida real, esa que compartimos a diario, con las sensaciones íntimas y las miserias particulares; su entidad se plasma de manera fiel en la serie de estructuras físicas creadas por doquier. Como obras de unos autores determinados, acaban reflejando aciertos, errores, negligencias e incluso estupideces. Por aquello de tomar uno de los ejemplos de estas actuaciones con mayor visibilidad, menciono aquí las construcciones URBANÍSTICAS. Junto a verdaderas obras memorables, se desparraman una serie de barbaridades de imposible justificación, en ciudades, campos, montes y laderas volcánicas. Vienen a expresar algunas señales de vida desaprensiva.


Los alardes en alabanza de la era informativa provocan muchas inquietudes referidas a la recepción de la misma por parte de la ciudadanía. La procedencia de los mensajes, sus tramas, su accesibilidad; aúnan posibilidades y trampas. Para una persona en concreto sirve de poco la inmensidad informativa si no se adapta a sus condiciones. Como contrapunto del progreso, nos encontramos ante una permanente actitud de CONQUISTA informativa si pretendemos desentrañar los aspectos cruciales de la misma. Existe una cantidad abrumadora de voluntades empeñadas en la imposición de sus criterios. La nitidez informativa y gratificante no es el hallazgo habitual.


Las desigualdades son inherentes a la propia constitución humana, querer hacer ver lo contrario es una importante alienación. Esa realidad no está reñida con la actitud orientada a suavizar dichas diferencias. Es menos comprensible la proliferación de actuaciones dirigidas a todo lo contrario, incrementando de forma escandalosa la diferenciación hasta poner en peligro a los menos favorecidos. Bastará una simple mirada, para poner de relieve las DERRAMAS dinerarias abusivas. Como denominaremos si no a los enormes beneficios de las empresas gigantescas, sueldos y jubilaciones millonarios, despilfarro de dinero público, rentas de grandes capitales acumulados; marcando así la vida comunitaria.


Pienso también en la actitud despreocupada de pretender encajar las responsabilidades a los demás, sin el análisis pertinente de las circunstancias involucradas; tanto por parte de quienes ejercen de líderes, como de la gente corriente. Con esta falta de asiento mental se suceden las oleadas de negación para cualquier evidencia; o viceversa, dar por sentadas falsedades notorias. Se producen llamativas FOGATAS populistas de alcances imprevisibles, sin el respaldo de argumentos consistentes. Mal, cuando derivan de la ignorancia o terquedad de personas con pocas luces, pero mucho peor si proceden de personas situadas en puestos directivos con mayor requerimiento formativo.


Los desencantos, las frustraciones forman parte de las experiencias indeseadas; los hay inevitables, pero otros se deben a comportamientos improcedentes. Sin una dedicación atenta a las causas, pronto acudimos a la queja, con frecuencia un tanto desorientada, por aquello de a donde dirigirnos con ella. Ante las violencias, corrupción o desmanes varios es frecuente el DESENFOQUE de las protestas. Los agentes del orden, los profesionales en los primeros eslabones, los jueces; estando implicados, aparecen en las imágenes. El trasfondo familiar y los educadores se difuminan. Respecto a los legisladores apoltronados, son permisivos, al son de su orientación política.


La decisión correctora de las situaciones insatisfactorias, pudiera parecer preferencial. Aunque la terquedad social del momento la desmiente por el trato dedicado a la acaparación de capitales, la desfachatez legislativa ante los ocupantes ilegales de viviendas, suavización de las condenas para delincuentes causantes de daños irreparables, mentalidades crispadas desentendidas del cotarro y un largo etcétera. La DISGREGACIÓN progresa con una tendencia inexplicable, pero bien visible.


Las rendijas por donde se cuelan los desmanes son traicioneras; su reparación exige labores esmeradas. Si por el contrario, predomina el desdén por las colaboraciones, el agrietamiento cerebral y la falta de coherencia en los comportamientos diremos escuetamente ES lo QUE HAY, sin parar en disquisiciones de mayor rango.

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