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Psicología y sexualidad
Etiquetas | Fumar | Tabaco | Adolescentes
Saber cómo evitar que los adolescentes fumen es la mejor prevención para lograr que no lleguen a iniciarse en el consumo, o lo abandonen lo antes posible

Cómo evitar que los adolescentes fumen desde la psicología

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Desde hace años existe una campaña de concienciación dirigida en mayor medida a los fumadores, pero también de manera preventiva para disuadir el consumo. Ésta adquiere su punto álgido cuando el 1 de enero del 2006 entra en vigor la “Ley antitabaco” en España. Esta ley prohíbe fumar en espacios comunes. Años más tarde, en 2012, se suma el dar una mayor visibilidad en las cajetillas. Se incluyen mensajes disuasorios e imágenes que advierten sobre los efectos devastadores del tabaco.

Pero entonces, ¿qué empuja al adolescente a fumar? El tabaco pertenece a las denominadas drogas sociales. Forman parte de nuestra cultura y estilo de vida. Aunque es de considerar que, desde que existe la prohibición de fumar en “espacios públicos cerrados”, puede estar perdiendo esa connotación social entre los adultos. “Entre los jóvenes el factor social es el que ejerce mayor presión entre el grupo de iguales. A esto hay que añadir una mayor vulnerabilidad propia de esta etapa y escasos recursos en habilidades sociales. En concreto en la dificultad para decir “NO”. Todo esto se convierte en “el caldo de cultivo” propicio para comenzar a fumar siendo la edad media de inicio al consumo de tabaco entre 11-14 años”, explica Marta Sánchez Galiana, Psicóloga de Haztúa Psicología Positiva, Máster en Psicología Clínica y de la Salud y especialista en Intervención con adolescentes.

Algunos de los factores ambientales que predisponen a los adolescentes a fumar son los grupos que facilitan el consumo y, por otro lado, familias donde se tenga una cierta tolerancia al consumo del tabaco. “En esta edad, la amistad ejerce un valor fundamental. Adquiere gran importancia el grupo y la necesidad de aceptación del mismo. Estar mejor considerado en el grupo, sentirse más adulto, son elementos en esta etapa que pueden empujar al adolescente a la hora de iniciarse al consumo”, apunta Marta Sánchez. También existen factores individuales como la baja autoestima, inquietud por sensaciones nuevas, fracaso escolar, su uso como inhibidor de apetito y dificultades en habilidades sociales.

Por otra parte, existen creencias erróneas sobre el consumo al tabaco que siguen muy vigentes entre los jóvenes. Es como si se fueran transmitiendo de generación en generación de forma equivoca. “Podemos nombrar algún ejemplo como “yo lo puedo dejar cuando quiera” “Fumar mola”, “Por uno no pasa nada”, “Las drogas legales no son peligrosas”, “fumar me relaja” …Los adolescentes dan poco valor al poder de adicción tan elevado del tabaco. No lo consideran tan peligroso porque los efectos nocivos los contemplan como a largo plazo”, afirma la psicóloga. Otro elemento que fomenta el consumo entre los adolescentes es la imitación. Los adolescentes imitan a otros adolescentes porque les parece que disfrutan del efecto y quieren sentir esa experiencia.

El inicio de enganche en muchos de los casos se hace a través de la nueva moda de los cigarrillos electrónicos “Vaper”. Los jóvenes consideran que es una forma segura de fumar y se sienten atraídos por sus sabores como chocolate, vainilla o menta…Esto hace que no se perciba como nocivo. “Pero nada más allá de la realidad. Hay multitud de modelos en el mercado. Algunas de las sustancias que contiene el líquido de vaporeo son propilenglicol, glicerol, sustancias aromáticas y, en el 90% de las ocasiones, concentraciones variables de nicotina”, comenta Marta Sánchez.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido a los consumidores que no considera que el cigarrillo electrónico sea un tratamiento legítimo para quienes estén tratando de dejar de fumar. No existen estudios rigurosos que avalen al respecto. La OMS alerta de que personas que nunca han fumado pueden iniciarse al uso de la nicotina a través del cigarrillo electrónico.

Aportamos cinco consejos para prevenir el consumo de tabaco en los adolescentes y hacerle frente desde casa:

1. Emprender el dialogo sobre el tema del tabaco. Es importante que, desde un ambiente de tranquilidad, preguntemos a nuestros hijos abiertamente: ¿Qué opina del tabaco? ¿Si conoce a alguien de su entorno que fume y qué le parece? Con este tipo de preguntas nos va a situar en un punto de partida para poder tener una idea de cómo percibe el consumo.


2. Concienciación a través de la información de los efectos nocivos del tabaco. Podéis ayudaros de las nuevas tecnologías para ver algún video. Advertirles de las consecuencias que provoca el fumar a corto plazo: olor desagradable en ropa, pelo y boca, produce un color amarillento en los dientes y puede provocar tos crónica. A largo plazo aumenta la posibilidad de ataques cerebrales, afecta a las cuerdas vocales, cáncer de laringe y cáncer de pulmón entre muchos otros efectos.

3. Cuéntales la fuerza de adicción del tabaco. Los adolescentes tienen la creencia de que pueden manejar el tabaco y dejarlo cuando deseen. Pero nada más lejos de la realidad. La adicción se adquiere con relativamente pocos cigarros y rápidamente. La mayoría de los adultos comenzaron en la adolescencia. Es buen momento para dar ejemplo si sois padres fumadores y transmitirles lo difícil que es dejar de fumar.

4. Ayuda a prevenir la presión del grupo frente a la invitación a fumar. Enseñar imitando escenarios posibles donde puedas ensayar con diálogos y poner en práctica una técnica denominada “disco rayado”. Consiste en dar respuesta negando a cada pregunta. Un ejemplo pueden ser frases sencillas: “¡venga fuma, que mola! – No, gracias” “¡Venga, por probar uno no pasa nada! – No gracias, no fumo” “¡Vamos! – No, no me interesa”

5. Fomentar la autoestima para que pueda responder “no” a quien le invita a fumar. Esto les ayudará para que se consideren suficientemente valiosos y no tengan la necesidad de sentirse más valorados en el grupo por el hecho de fumar.

Si al final descubres que tu hijo adolescente comienza a fumar, evita las amenazas y los castigos. Busca la finalidad que hay detrás del consumo (presión, autoestima, falta de habilidades sociales) y busca la forma de ayudar o pedir ayuda para dejarlo.

Cómo evitar que los adolescentes fumen desde la psicología

Saber cómo evitar que los adolescentes fumen es la mejor prevención para lograr que no lleguen a iniciarse en el consumo, o lo abandonen lo antes posible
Redacción
miércoles, 24 de julio de 2019, 12:18 h (CET)

Desde hace años existe una campaña de concienciación dirigida en mayor medida a los fumadores, pero también de manera preventiva para disuadir el consumo. Ésta adquiere su punto álgido cuando el 1 de enero del 2006 entra en vigor la “Ley antitabaco” en España. Esta ley prohíbe fumar en espacios comunes. Años más tarde, en 2012, se suma el dar una mayor visibilidad en las cajetillas. Se incluyen mensajes disuasorios e imágenes que advierten sobre los efectos devastadores del tabaco.

Pero entonces, ¿qué empuja al adolescente a fumar? El tabaco pertenece a las denominadas drogas sociales. Forman parte de nuestra cultura y estilo de vida. Aunque es de considerar que, desde que existe la prohibición de fumar en “espacios públicos cerrados”, puede estar perdiendo esa connotación social entre los adultos. “Entre los jóvenes el factor social es el que ejerce mayor presión entre el grupo de iguales. A esto hay que añadir una mayor vulnerabilidad propia de esta etapa y escasos recursos en habilidades sociales. En concreto en la dificultad para decir “NO”. Todo esto se convierte en “el caldo de cultivo” propicio para comenzar a fumar siendo la edad media de inicio al consumo de tabaco entre 11-14 años”, explica Marta Sánchez Galiana, Psicóloga de Haztúa Psicología Positiva, Máster en Psicología Clínica y de la Salud y especialista en Intervención con adolescentes.

Algunos de los factores ambientales que predisponen a los adolescentes a fumar son los grupos que facilitan el consumo y, por otro lado, familias donde se tenga una cierta tolerancia al consumo del tabaco. “En esta edad, la amistad ejerce un valor fundamental. Adquiere gran importancia el grupo y la necesidad de aceptación del mismo. Estar mejor considerado en el grupo, sentirse más adulto, son elementos en esta etapa que pueden empujar al adolescente a la hora de iniciarse al consumo”, apunta Marta Sánchez. También existen factores individuales como la baja autoestima, inquietud por sensaciones nuevas, fracaso escolar, su uso como inhibidor de apetito y dificultades en habilidades sociales.

Por otra parte, existen creencias erróneas sobre el consumo al tabaco que siguen muy vigentes entre los jóvenes. Es como si se fueran transmitiendo de generación en generación de forma equivoca. “Podemos nombrar algún ejemplo como “yo lo puedo dejar cuando quiera” “Fumar mola”, “Por uno no pasa nada”, “Las drogas legales no son peligrosas”, “fumar me relaja” …Los adolescentes dan poco valor al poder de adicción tan elevado del tabaco. No lo consideran tan peligroso porque los efectos nocivos los contemplan como a largo plazo”, afirma la psicóloga. Otro elemento que fomenta el consumo entre los adolescentes es la imitación. Los adolescentes imitan a otros adolescentes porque les parece que disfrutan del efecto y quieren sentir esa experiencia.

El inicio de enganche en muchos de los casos se hace a través de la nueva moda de los cigarrillos electrónicos “Vaper”. Los jóvenes consideran que es una forma segura de fumar y se sienten atraídos por sus sabores como chocolate, vainilla o menta…Esto hace que no se perciba como nocivo. “Pero nada más allá de la realidad. Hay multitud de modelos en el mercado. Algunas de las sustancias que contiene el líquido de vaporeo son propilenglicol, glicerol, sustancias aromáticas y, en el 90% de las ocasiones, concentraciones variables de nicotina”, comenta Marta Sánchez.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido a los consumidores que no considera que el cigarrillo electrónico sea un tratamiento legítimo para quienes estén tratando de dejar de fumar. No existen estudios rigurosos que avalen al respecto. La OMS alerta de que personas que nunca han fumado pueden iniciarse al uso de la nicotina a través del cigarrillo electrónico.

Aportamos cinco consejos para prevenir el consumo de tabaco en los adolescentes y hacerle frente desde casa:

1. Emprender el dialogo sobre el tema del tabaco. Es importante que, desde un ambiente de tranquilidad, preguntemos a nuestros hijos abiertamente: ¿Qué opina del tabaco? ¿Si conoce a alguien de su entorno que fume y qué le parece? Con este tipo de preguntas nos va a situar en un punto de partida para poder tener una idea de cómo percibe el consumo.


2. Concienciación a través de la información de los efectos nocivos del tabaco. Podéis ayudaros de las nuevas tecnologías para ver algún video. Advertirles de las consecuencias que provoca el fumar a corto plazo: olor desagradable en ropa, pelo y boca, produce un color amarillento en los dientes y puede provocar tos crónica. A largo plazo aumenta la posibilidad de ataques cerebrales, afecta a las cuerdas vocales, cáncer de laringe y cáncer de pulmón entre muchos otros efectos.

3. Cuéntales la fuerza de adicción del tabaco. Los adolescentes tienen la creencia de que pueden manejar el tabaco y dejarlo cuando deseen. Pero nada más lejos de la realidad. La adicción se adquiere con relativamente pocos cigarros y rápidamente. La mayoría de los adultos comenzaron en la adolescencia. Es buen momento para dar ejemplo si sois padres fumadores y transmitirles lo difícil que es dejar de fumar.

4. Ayuda a prevenir la presión del grupo frente a la invitación a fumar. Enseñar imitando escenarios posibles donde puedas ensayar con diálogos y poner en práctica una técnica denominada “disco rayado”. Consiste en dar respuesta negando a cada pregunta. Un ejemplo pueden ser frases sencillas: “¡venga fuma, que mola! – No, gracias” “¡Venga, por probar uno no pasa nada! – No gracias, no fumo” “¡Vamos! – No, no me interesa”

5. Fomentar la autoestima para que pueda responder “no” a quien le invita a fumar. Esto les ayudará para que se consideren suficientemente valiosos y no tengan la necesidad de sentirse más valorados en el grupo por el hecho de fumar.

Si al final descubres que tu hijo adolescente comienza a fumar, evita las amenazas y los castigos. Busca la finalidad que hay detrás del consumo (presión, autoestima, falta de habilidades sociales) y busca la forma de ayudar o pedir ayuda para dejarlo.

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