MADRID, 25 (SERVIMEDIA)
La sobrepesca llevada a cabo por humanos y los cambios ambientales han dejado marcas en el genoma del bacalao del Báltico, ya que ha encogido de tamaño cuando solía ser un pez grande de más de un metro de longitud y hasta 40 kilos de peso, y su abundancia constituía la columna vertebral del sector pesquero báltico, junto con el arenque.
Hoy en día, un bacalao adulto cabría perfectamente en un plato si su pesca estuviera permitida, puesto que, debido al desplome de la población, la pesca selectiva de ese pez está prohibida en el Báltico desde 2019.
La disminución de la población de bacalao, tanto en número como en tamaño, es resultado de la influencia humana, según un nuevo estudio realizado por científicos del Centro Geomar Helmholtz para la Investigación Oceánica de Kiel (Alemania), que han demostrado por primera vez que décadas de pesca intensa, combinadas con el cambio ambiental, han afectado profundamente la composición genética de una especie completamente marina.
"La sobreexplotación selectiva ha alterado el genoma del bacalao del Báltico oriental", sentencia Kwi Young Han, primera autora del estudio y bióloga que completó su doctorado en el grupo de Ecología Evolutiva Marina de Geomar.
Han agrega: "Lo vemos en la disminución significativa del tamaño promedio, que podríamos vincular a una menor tasa de crecimiento. Por primera vez en una especie completamente marina, hemos aportado evidencia de cambios evolutivos en los genomas de una población de peces sometida a una explotación intensa, que la ha llevado al borde del colapso".
Para llevar a cabo estudio, publicado este miércoles en la revista 'Science Advances', los investigadores identificaron variantes genéticas asociadas con el crecimiento corporal que mostraban signos de selección direccional; es decir, se volvieron sistemáticamente más o menos frecuentes con el tiempo.
Los autores descubrieron que una inversión cromosómica conocida, un cambio estructural en el genoma comúnmente relevante para la adaptación ambiental, seguía un patrón de selección direccional. Esto confirma que el encogimiento del bacalao tiene una base genética y que las actividades humanas han dejado una huella medible en su ADN.
CRECIMIENTO LENTO
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron un archivo inusual: los diminutos otolitos de 152 bacalaos capturados en la cuenca de Bornholm entre 1996 y 2019.
Al igual que los anillos de crecimiento de los árboles, los otolitos registran el crecimiento anual, lo que los convierte en valiosos cronómetros biológicos. Estas muestras forman parte de la Serie Integrativa de Datos a Largo Plazo del Mar Báltico de Geomar, que recopila datos anuales desde 1996.
Este conjunto de datos permitió a los científicos realizar un ejercicio de viaje en el tiempo genético que se remonta al período anterior al colapso de la población de bacalao del Báltico oriental.
Utilizando una combinación de análisis químico de otolitos y secuenciación de ADN de alta resolución, los investigadores investigaron cómo el crecimiento y la composición genética del bacalao han cambiado a lo largo de 25 años bajo la presión pesquera.
Su hallazgo principal fue que los genomas de los individuos de crecimiento rápido y lento difieren sistemáticamente, y que los de crecimiento rápido casi han desaparecido.
El bacalao que crece lentamente, pero alcanza la madurez reproductiva a un tamaño menor, ha tenido una ventaja de supervivencia bajo una alta presión pesquera.
"Cuando los individuos más grandes son eliminados de la población de forma constante durante muchos años, los peces más pequeños y de maduración más rápida obtienen una ventaja evolutiva", explica Thorsten Reusch, jefe de la División de Investigación de Ecología Marina de Geomar, quien agrega: "Lo que observamos es la evolución en acción, impulsada por la actividad humana. Esto es fascinante desde el punto de vista científico, pero profundamente preocupante desde el punto de vista ecológico".
RECUPERACIÓN LENTA
Según el estudio, las consecuencias evolutivas son graves. Las variantes genéticas asociadas con un crecimiento más rápido y una maduración más tardía podrían haberse perdido ya, y los bacalaos supervivientes alcanzan la madurez con tamaños más pequeños y producen menos crías. Esto también implica una pérdida de potencial adaptativo, con implicaciones para la población ante futuros cambios ambientales.
"El cambio evolutivo se desarrolla a lo largo de muchas generaciones", recalca Reusch, antes de subrayar: "La recuperación lleva mucho más tiempo que el declive, y puede que ni siquiera sea posible".
El estudio recalca que las medidas de gestión y protección deben considerar escalas temporales generacionales. "Nuestros resultados demuestran el profundo impacto de las actividades humanas en las poblaciones silvestres, incluso a nivel de su ADN», señala Han, quien concluye: "También destacan que la pesca sostenible no es solo una cuestión económica, sino también de conservación de la biodiversidad, incluidos los recursos genéticos".
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