MADRID, 25 (SERVIMEDIA)
Investigadores del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y la Universidad de Constanza (Alemania), en colaboración con científicos de la Universidad Nacional de Indonesia, han descubierto que los orangutanes se echan la siesta como los humanos cuando no han dormido lo suficiente.
"Moverse por el dosel, buscar alimento, resolver problemas, relacionarse socialmente; todas estas son tareas agotadoras y cognitivamente exigentes", afirma Alison Ashbury, primera autora del estudio, publicado este miércoles en la revista 'Current Biology'.
Ashbury añade: "Cuando un orangután no duerme lo suficiente, hace lo que cualquier humano con falta de sueño haría: se mete en la cama, se acuesta y echa una siesta".
El equipo de investigación trabajó en la selva tropical de Indonesia para examinar los patrones de sueño de orangutanes adultos salvajes, que nunca se habían estudiado específicamente por su capacidad para resolver los problemas del sueño.
Esto abrió una nueva perspectiva para comprender cómo evolucionó el sueño en los grandes simios y en los ancestros humanos.
Los científicos recopilaron datos de 53 orangutanes adultos durante 14 años en la Estación de Monitoreo Suaq Balimbing en Sumatra, y registraron 455 días y noches de comportamiento orangután.
DESAFÍOS LOGÍSTICOS
El seguimiento del sueño en la naturaleza planteó desafíos logísticos para los observadores humanos. Los orangutanes salvajes duermen en camas, conocidas como 'nidos', que les proporcionan un lugar seguro para descansar.
Cada noche, un orangután adulto se instala en un lugar alto del dosel de la selva tropical. Allí, pasa unos 10 minutos construyendo un nido: doblando, rompiendo y entrelazando ramas de árboles para crear una plataforma sólida, con un colchón de hojas y una almohada para mayor comodidad.
Las madres comparten los nidos con sus crías lactantes, pero, por lo demás, salvo contadas excepciones, los orangutanes adultos duermen solos. Al amanecer, abandonan sus 'camas' para comenzar el día.
"Desde nuestra perspectiva sobre el terreno, normalmente no podemos ver a los orangutanes en sus nidos nocturnos, pero podemos oírlos moviéndose, acomodándose", indica Caroline Schuppli, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, quien añade: "Finalmente, todo se vuelve silencioso y silencioso. Y ocurre lo contrario por la mañana".
Fue ese lapso de silencio intermedio lo que los investigadores denominaron 'período de sueño' y lo que utilizaron como indicador del sueño. Descubrieron que las etapas de sueño de sueño de los orangutanes duraban, en promedio, casi 13 horas.
Los investigadores también descubrieron que varios factores estaban asociados con periodos de sueño nocturno más cortos, como dormir cerca de otros orangutanes, temperaturas nocturnas más frías y mayores viajes diarios.
"Nos pareció muy interesante que el simple hecho de estar cerca de otros orangutanes al construir un nido nocturno estuviera relacionado con periodos de sueño más cortos", recalca Ashbury.
Esta investigadora subraya: "Imagina que te quedas despierto hasta tarde con tus amigos o que tu compañero de piso ronca tan fuerte por la mañana que te levantas temprano. Creo que es algo parecido. Priorizan la socialización sobre el sueño, o su sueño se ve interrumpido por otros animales cercanos, o incluso ambas cosas".
SIESTA ENERGÉTICA
Para comprender cómo se recuperan los orangutanes de la pérdida de sueño, el equipo analizó cómo variaba la duración de las siestas en relación con el descanso de la noche anterior.
Encontraron un claro efecto compensatorio: las siestas de los orangutanes eran más largas los días después de haber tenido periodos de sueño nocturno más cortos. Cuando dormían, lo hacían de 5 a 10 minutos más por cada hora menos de sueño la noche anterior.
"Para las personas, incluso una siesta corta puede tener efectos restauradores significativos", señala Meg Crofoot, profesora de la Universidad de Constanza, que agrega: "Es posible que estas siestas ayuden a los orangutanes a restablecerse fisiológica y cognitivamente tras una noche de sueño deficiente, al igual que ocurre con los humanos".
Los nidos diurnos son fundamentales para esta estrategia. En comparación con los orangutanes de muchas otras poblaciones, los de Suaq construyen nidos con mayor frecuencia durante el día. Esas 'camas' son más sencillas y rápidas de construir que las nocturnas, ya que suelen tardar menos de dos minutos, pero aun así ofrecen un lugar estable y seguro para dormir la siesta.
"Los nidos diurnos son menos sofisticados, tienen menos elementos de confort y se construyen más rápido que los nocturnos", recalca Schuppli, antes de añadir: "Aun así, cuando vemos a un orangután descansando en un nido diurno, vemos que su cuerpo está relajado y sus ojos cerrados. Realmente parece que estén durmiendo".
COGNICIÓN
Los investigadores creen que estos hallazgos también podrían estar relacionados con la cognición de los orangutanes. La población Suaq es conocida por su uso de herramientas y su complejidad cultural, rasgos que podrían requerir mecanismos robustos para protegerse de la privación del sueño.
"Entre todas las poblaciones de orangutanes estudiadas, los orangutanes de Suaq exhiben posiblemente la gama más amplia de comportamientos cognitivamente exigentes", afirma Schuppli, quien destaca: "Esto podría estar relacionado con su relativa alta propensión a usar nidos diurnos. O bien necesitan estas siestas de alta calidad para satisfacer sus necesidades cognitivas, o bien sus capacidades cognitivas pueden surgir de la frecuencia con la que toman siestas de alta calidad en nidos diurnos".
Esta estrategia para dormir la siesta también podría deberse a su estilo de vida semisolitario. Mientras que los primates en grupos cohesionados deben coordinarse constantemente con los demás, los orangutanes tienen la libertad de dormir la siesta cuando y donde quieran. En un 41% de los días observados, los orangutanes tomaron al menos una siesta, con un promedio de 76 minutos de duración.
Este estudio contribuye a la creciente evidencia de que los animales salvajes deben encontrar un equilibrio entre su necesidad de dormir y la de satisfacer otras demandas sociales y ecológicas.
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