MADRID, 13 (SERVIMEDIA)
La presidenta del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Isabel Perelló, aseguró este viernes que "lamentablemente" en los tiempos actuales los valores democráticos de equilibrio de poderes e independencia judicial "requieren de una defensa serena, firme y constante porque lo que está en juego no es un interés corporativo, ni una prerrogativa de los jueces. Lo que está en juego es la propia sociedad democrática".
Perelló se manifestó así durante el acto en el que recibió el Premio Gumersindo de Azcárate que concede el Colegio de Registradores de España junto con el Decanato Autonómico de los Registradores de Madrid y que en su XV edición ha recaído en el Poder Judicial.
"El poder judicial está únicamente sometido al imperio de la ley, pues solo una justicia independiente garantiza a los ciudadanos que sus derechos están protegidos frente a posibles excesos que pueden provenir de particulares o de otros poderes del estado", proclamó. "Es un contrapeso de los demás poderes del estado y en definitiva viene a servir de equilibrio a la sociedad democrática".
La presidenta del CGPJ también destacó que el galardón, que recibió de manos de Felipe VI, "encarna los valores de integridad, servicio público y respeto al Estado de derecho y cobra mayor significado con vuestra presencia, majestad. Lo sentimos como un respaldo de la jefatura del Estado a la independencia y a la dignidad del poder judicial y como un reconocimiento a la importante labor silenciosa de quienes desde la Justicia nos esforzamos para contribuir al fortalecimiento de nuestra democracia".
Entre las misiones que Perelló atribuyó al poder judicial está la de trabajar por una "sociedad más justa e igualitaria" y recordó "la responsabilidad que pesa sobre nosotros". "Queremos estar a la altura de lo que los ciudadanos esperan de una justicia independiente, imparcial y responsable".
La presidenta del Supremo agradeció al ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, presente en el acto, su "reconocimiento a los jueces pese a la situación complicada que los miembros de la carrera judicial estamos viviendo y que es especialmente llamativa estos últimos años". Y defendió la "independencia judicial que constituye uno de los pilares fundamentales del Estado de derecho" e insistió en que el "respeto nunca debió haberse perdido y es básico para la convivencia".
MÉRITO E IGUALDAD
Por su parte, la decana del Colegio de Registradores de España, María Emilia Adán, puso en valor el hecho de que el reconocimiento fuera recibido por la presidenta del órgano de gobierno de los jueces, que preside "por primera vez una magistrada, proporcionando visibilidad a la normalidad con la que jueces y juezas, codo con codo, ejercen su ministerio cotidianamente en los juzgados y tribunales. No hay ninguna duda de que sus indudables méritos profesionales han propiciado su elección, pero a través de ella también se reconoce a las numerosas mujeres que como consecuencia de un sistema de selección basado exclusivamente en el mérito y la capacidad ocupan hoy mayoritariamente los órganos judiciales en pie de igualdad".
Adán aseguró que España "es un Estado social y democrático de derecho" que sería imposible "sin el trabajo conjunto de los tres pilares sobre los que se sustenta: el poder ejecutivo, el poder legislativo, el poder judicial. Poderes que sin merma de su independencia cumplen con su función constitucional bajo la moderación del jefe del Estado, de su majestad del Rey, con pleno respeto siempre a los valores que proclama el artículo 10 de la Constitución Española".
La decana del Colegio de Registradores de España citó a Voltaire para añadir que "los pueblos a quienes no se hace justicia se la toman por sí mismo más tarde o más temprano. Los ciudadanos depositamos nuestra confianza en los jueces, en la seguridad de que ustedes trabajan para hacer posible en nuestra sociedad la libertad, la igualdad y la justicia. Es una gran responsabilidad, no nos pueden defraudar". Y concluyó su discurso agradeciendo al Rey su presencia y "estos 10 años de reinado, en los que la Corona ha cumplido magistralmente con la función que la Constitución le tiene encomendada, como símbolo de unidad y permanencia, arbitrando y moderando el funcionamiento regular de las instituciones".
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