BARCELONA, 06 (SERVIMEDIA | Pablo Taboada y Nuria Val, enviados especiales)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, consumó este viernes su amenaza y abandonó la Conferencia de Presidentes en Barcelona durante las intervenciones en catalán y euskera de sus homólogos en Cataluña y el País Vasco, Salvador Illa e Imanol Pradales. Pocos minutos antes, protagonizó un nuevo encontronazo con la ministra de Sanidad, Mónica García, a quien negó dos besos tras las acusaciones de "asesina" lanzadas por Más Madrid, eclipsando así una Conferencia de Presidentes que concluyó sin acuerdos.
El choque entre Ayuso y García fue el preludio de una cumbre marcada por el clima de hostilidad entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los barones del PP, que le reclamaron uno a uno la convocatoria de elecciones anticipadas. La presidenta madrileña estrechó la mano de forma fría, aunque institucional, a todos los miembros del Gobierno, incluido a Sánchez. La tensión estalló cuando la ministra de Sanidad intentó darle dos besos.
"¿Vas a darle un beso a una asesina?", le espetó Ayuso, según fuentes de su entorno, a una sorprendida Mónica García, que le recriminó el gesto. Ambas se encararon hasta que intervino una encargada de protocolo, que instó a la ministra a continuar con el desfile de apretones de manos y zanjó el incidente. "No quiero que me dé dos besos una persona que nos llama asesinos", se justificó Ayuso en rueda de prensa. "Con habernos dado la mano, como ha hecho con la inmensa mayoría de presidentes o ministros, hubiera sobrado".
La titular de Sanidad, por su parte, calificó la reacción de Ayuso de "desproporcionada y reveladora", y negó haberla llamado "asesina". "Jamás". Desde el Gobierno madrileño aseguran que Mónica García ha acusado al Ejecutivo autonómico de condenar a los mayores a "una muerte indigna" durante la pandemia de la covid-19 en al menos tres ocasiones.
"LA FARSA DE LOS PINGANILLOS"
Con estos mimbres, Sánchez dio comienzo a una Conferencia de Presidentes de alto voltaje. Tras una breve intervención del presidente del Gobierno, seguida de otra de 10 minutos del presidente de Canarias, Fernando Clavijo, tomó la palabra el lehendakari, Imanol Pradales, quien se arrancó en euskera. Y Ayuso cumplió su amenaza y abandonó temporalmente la sala. Otros presidentes del PP, como el valenciano Carlos Mazón y el murciano Fernando López Miras, decidieron prescindir del sistema de traducción simultánea.
Pradales tildó de "intolerable falta de respeto al euskera" el "numerito" de Ayuso, a quien acusó de querer volver a los tiempos de la dictadura, y cargó contra los presidentes que "no se han puesto el pinganillo, que han sido más de uno". La escena se repitió con Illa, que avisó a Ayuso en rueda de prensa de que "el uso del catalán, euskera y gallego son patrimonio de todos y son una riqueza colectiva".
Ayuso justificó su posición, apoyada por la dirección nacional del PP y otros barones de su partido que no se retiraron. "No tiene sentido que en los pasillos estemos hablando en perfecto español entre todos y que luego me tenga que poner un pinganillo para entenderme en mi casa, en España, en Cataluña, con presidentes autonómicos", declaró. La presidenta madrileña dijo abrazar "la riqueza cultural" de España, pero acusó al Gobierno y a los nacionalistas de utilizar las lenguas cooficiales como un "arma para dividir" y "mostrar una España plurinacional que no existe".
JUANMA MORENO Y LA 'AYUSOLOGÍA'
Ayuso esperó en una sala contigua y se reincorporó con la intervención del presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, quien hizo un breve saludo en gallego y se mostró "orgulloso" de su lengua propia. Sin embargo, optó por intervenir en castellano para que se le entendiera "sin intermediarios". Misma decisión que Mazón o la balear Marga Prohens. "Visto lo visto yo empezaría mi intervención en panocho", arrancó irónicamente López Miras para rebajar la tensión de la cita.
Mazón y el presidente de Aragón, Jorge Azcón, lamentaron que "la noticia" de la Conferencia de Presidentes sea el uso de los pinganillos y responsabilizaron al Gobierno por utilizar las lenguas cooficiales para dividir. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en cambio, evitó respaldar el desplante de Ayuso y se limitó a afirmar que no es "ayusólogo" y, por ende, no es "capaz de interpretar las decisiones ni las posiciones" de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Moreno fue uno de los barones del PP que sí escuchó la traducción simultánea de Illa y Pradales.
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