MADRID, 25 (SERVIMEDIA)
La imagen del 'tiburón asesino' retratado en algunas películas no se corresponde con la realidad porque algunas mordeduras se deben a la autodefensa o el instinto de supervivencia en lugar de ataques planificados.
Esa es la conclusión principal de un estudio realizado por investigadores de instituciones de Estados Unidos y Francia, y publicado este viernes en la revista 'Frontiers in Conservation Science'. Las mordeduras de tiburón resultan poco frecuentes, ya que ocurren unas 100 veces al año y alrededor de un 10% de ellas son mortales, según el estudio.
Los escualos pueden morder por diversas razones, desde la competencia y el territorialismo hasta la depredación. El nuevo estudio refleja que podría haber un factor adicional y poco conocido que provoca los ataques: la autodefensa.
"Demostramos que las mordeduras defensivas de tiburones a humanos -una reacción a la agresión humana inicial- son una realidad y que el animal no debe ser considerado responsable ni culpable cuando ocurren", sentencia Eric Clua, primer autor del estudio, especialista en tiburones e investigador de la Universidad de Ciencias y Letras PSL (Francia).
Clua añader: "Estas mordeduras son, simplemente, una manifestación del instinto de supervivencia y es necesario revertir la responsabilidad del incidente".
PÁNICO
En la Polinesia Francesa se han registrado mordeduras de tiburón desde principios de la década de 1940. Sin embargo, los registros que incluyen información fiable sobre el motivo de los mordiscos comienzan más tarde. Entre 2009 y 2023, se documentaron 74, cuatro de ellos probablemente motivadas por defensa propia, lo que supone entre un 3% y un 5% de todas las mordeduras.
Las mordeduras de defensa propia se producen en respuesta a acciones humanas agresivas, o percibidas como tales. Estas actividades incluyen la pesca submarina o los intentos de atrapar al animal.
Generalmente, no presentan señales de advertencia. Estas mordeduras pueden ser repetidas y suelen dejar heridas superficiales no letales. Este patrón de baja letalidad también es común en los ataques de defensa infligidos por depredadores terrestres como los osos, y aves grandes, como los casuarios.
"Algunas especies de tiburón costero, como el tiburón gris de arrecife, son particularmente territoriales y lo suficientemente audaces como para entrar en contacto con los humanos", apunta Clua, quien agrega: "Con que un humano simplemente invada su espacio podría ser suficiente".
Cuando los tiburones atacan en defensa propia, pueden usar una fuerza desproporcionada y causar un daño mayor al que amenazan. "Debemos considerar la idea, poco intuitiva, de que los tiburones son muy cautelosos con los humanos y, en general, les temen", indica Clua.
Este investigador subraya: "La reacción desproporcionada de los tiburones probablemente se deba a la movilización inmediata de su instinto de supervivencia. Es muy improbable que integren la venganza en su comportamiento y se mantengan, sobre todo, pragmáticos en cuanto a su supervivencia".
PRUDENCIA
Aunque recopilar estos datos a escala global sigue siendo difícil, los investigadores comenzaron comparando las mordeduras de tiburón en una base de datos que las clasifica como provocadas o no provocadas, una clasificación que podría ser crucial para determinar la motivación.
Para ello, extrajeron datos de los Archivos Globales de Ataques de Tiburón, donde se han documentado casi 7.000 mordeduras desde 1863.
Los investigadores se centraron en las mordeduras relacionadas con actividades que podrían acercar a las personas a los tiburones y que se clasificaron como 'provocadas'. Así, 322 mordeduras podrían haber sido motivadas por la autodefensa, una cifra cercana al porcentaje (alrededor de un 5%) de mordiscos de defensa propia registradas en la Polinesia Francesa. Esto indica que las observaciones realizadas allí podrían ser transferibles al resto del mundo.
Los investigadores destacan que la mejor manera de evitar una mordedura es evitar cualquier actividad que pueda considerarse una agresión. Esto también incluye intentar ayudar a los tiburones varados, ya que los intentos de socorro no necesariamente se percibirán como tales.
"No interactúe físicamente con un tiburón, incluso si parece inofensivo o está en peligro. En cualquier momento podría considerarlo una agresión y reaccionar en consecuencia", advierte Clua, antes de añadir: "Son animales potencialmente peligrosos y no tocarlos no solo es prudente, sino también una muestra del respeto que les debemos".
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