MADRID, 19 (OTR/PRESS) Sí, el juez Peinado, como el dinosaurio de Monterroso, seguía allí cuando el presidente de la cuarta potencia de la Unión Europea despertó, para su mal, del sueño vacacional en La Mareta. Peinado, al que considero, sin ambages, un mal instructor -ha metido la pata varias veces--, está empeñado en una culpabilidad penal de Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez, que muchos juristas no acaban de ver, aunque todos consideren las actuaciones de la señora Gómez cuando menos "poco éticas y menos estéticas". La declaración ante el juez de la señora Gómez, el 11 de septiembre y presumiblemente en La Moncloa, es, en todo caso, un nuevo paso en el Via Crucis del presidente. Sánchez, definitivamente, está teniendo un mal verano, por muy paradisíaco que sea su alojamiento: España arde por los cuatro costados y no pocos acusan a la ineficacia del Ejecutivo, unida a su incapacidad de coordinarse con las Comunidades Autónomas, de no saber ni poder apagar unos fuegos previsibles. Únase a ello el hecho de que Sánchez está ausente de las 'cumbres' mundiales más importantes porque aseguran que Trump no lo quiere tener cerca, y agréguense unas gotas de Peinado para hacer el cóctel casi perfecto. Solo faltaba una presencia pública, comienzos de septiembre, del fiscal general del Estado, imputado en un caso de presunta revelación de secretos, y tendremos la radiografía de una situación imposible... salvo que sea Sánchez, el de las siete vidas, quien esté en medio de la tormenta. O del incendio. El logra escapar de todos los dinosaurios. No soy muy de culpar de todo al gobernante de turno. No me gusta el 'piove, porco governo'. Pero hay que admitir que la relajación moral que el Gobierno de Pedro Sánchez ha introducido en la vida pública española puede que no sea la culpable de los incendios, que no lo es; pero sí es culpable de la falta de confianza de los ciudadanos en sus responsables, y eso, a la postre, tiene reflejo en todo lo que pueda ocurrirnos en este bendito país, montes en llamas incluidos. Y eso es lo que hay: el dinosaurio del brevísimo cuento de Monterroso aguarda el despertar político de dentro de una semana para renacer con fuerza polémica de muchos nudos: inauguración del año judicial, comparecencias varias ante tribunales diversos, audios descontrolados, los socios que se rebelan, los Presupuestos que hay que presentar sin capacidad ni para elaborarlos -la ministra de Hacienda anda pensando en muy otras cosas, por lo que se ve-ni, menos, para hacerlos aprobar. Sí no está siendo un buen verano para Pedro Sánchez, pero probablemente sea mucho peor para esos treinta mil desalojados de sus viviendas que no han tenido ni el consuelo de que los visite el hombre que teóricamente gobierna para su seguridad (la de los afectados, digo) y bienestar (me refiero a los desalojados, algunos de los cuales lo han perdido todo). A mí, la verdad, y pese al título de este comentario, el olvido y la inatención a tantos miles de personas desesperadas me parece más grave que las filigranas del juez Peinado a cuenta de las actividades impropias -vamos a llamarlo así- de doña Begoña Gómez. Personaje, por lo demás, que me parece que cae poco simpático a una mayoría de los españoles, según recogen, creo, algunas encuestas, que no se han hecho públicas. Al menos, todavía.
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