MADRID, 21 (OTR/PRESS) "Sin Presupuestos no se puede gobernar y si no se pude gobernar hay que convocar elecciones". Pedro Sánchez lo tenía así de claro cuando estaba en la oposición, pero ha cambiado de idea y pretende mantenerse en el Gobierno a base decirlos prorrogando. Incumple así un mandato de la Constitución, cuyo artículo 134 establece de manera inequívoca que corresponde al Gobierno la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado y que deberá presentarlos "al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior". Dado que los actuales ya son el resultado de una prórroga, en caso de que el Ejecutivo incumpla el mencionado mandato -y todo apunta en esa dirección- nos veríamos abocados a un nueva prórroga. Que sería la tercera y daría paso a una situación de interinidad excepcional porque la vida social ha cambiado y las compromisos contables a los que deberá enfrentarse la Administración en 2026 no serán los mismos que los de 2023, año del Presupuesto vigente. Es un escándalo político y un desprecio a los usos democráticos. Todos sabemos el origen de semejante incumplimiento: Pedro Sánchez no cuenta con el apoyo de algunos de sus socios parlamentarios. Unos, caso de Podemos, porque están en contra del aumento de los gastos en Defensa, otros (Puigdemont), porque somete los votos de Junts a nuevas cesiones para Cataluña y así hasta un mosaico de renuencias que describen la precariedad sobre la que se sustenta un Gobierno que nació de un pacto de investidura, pero que juega a engañarse y a tratar de engañar fingiendo que era un pacto de legislatura. Frente al torpe decir de la inefable Pilar Alegría, ministra Portavoz del Gobierno, justificando la ausencia de Presupuestos con el peregrino argumento de que, ante la ausencia de apoyos parlamentarios para sacar adelante la ley, lo mejor era "no hacer perder el tiempo a sus señorías", cabría recordar que no es de recibo tratar con tanta frivolidad el incumplimiento de una obligación que se deriva de un mandato constitucional. La situación no exime de responsabilidad política a los pequeños partidos que medran parasitando al Gobierno y aprovechándose de la precariedad parlamentaria de Sánchez. Esperemos que en línea con las encuestas que avizoran un cambio de ciclo político, más pronto que tarde, convocados a las urnas, una mayoría de españoles ponga fin a esta pesadilla porque sin Presupuestos no hay Gobierno.
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