MADRID, 16 (OTR/PRESS) Hasta ahora Desguaces La Torre pasaba por ser el mayor desguace de España, de Europa y del mundo con unas instalaciones espectaculares que abarcan un millón de metros cuadrados y una facturación de unos cuarenta millones de euros al año. Su propietario, Luis Miguel Rodríguez, más conocido como "el chatarrero", famoso por sus amoríos con Carmen Martínez Bordiú o Ágatha Ruiz de la Prada, empezó con 10.000 metros cuadrados y montó un negocio que, como él mismo dice "es como un cochino, sacas dinero de todos los sitios". Desguaces La Torre era el mayor de España hasta hace poco. Ahora, ese puesto en el ranking lo ocupa "Desguaces Sánchez". Como "el chatarrero", Pedro Sánchez tuvo unos inicios políticos modestos. Desde un Peugeot con las ruedas gastadas y teniendo que pedir el dinero a su suegro para dar la vuelta a España ha llegado al Palacio de La Moncloa, dispone del Boletín Oficial del Estado, se salta el Parlamento para gobernar y ahora tiene un Presupuesto enorme. Bueno, no tiene Presupuesto porque no es capaz de que se lo aprueben, pero entierra en dinero ajeno a Luis Miguel Rodríguez y como él saca dinero de todas las partes del cochino (en este caso, el cochino somos los ciudadanos y nuestros impuestos) para dárselo, chantaje mediante, a los que le sostienen en el poder: los 7 votos de Junts, los 7 de ERC, los 6 de Bildu y los 5 del PNV. Si cae uno, cae Sánchez. Desde esas instalaciones de La Moncloa, con la ocupación de las empresas públicas y de algunas privadas, el CIS de Tezanos, el silencio de Sumar a cambio de seguir en el poder, la complicidad de Conde Pumpido, el control de los medios públicos de comunicación y el apoyo de algunos privados Sánchez está procediendo al desguace moral y legal del Estado. Y cuando los ciudadanos decidan que deje el poder, será muy difícil revertir muchas de esas iniciativas. Pedro Sánchez va a romper la Hacienda Pública y a conceder el cobro y la gestión de los impuestos y una financiación privilegiada a Cataluña -lo de "singular" es una perversión del lenguaje-, da una bofetada al principio de igualdad entre territorios y entre ciudadanos, después de eliminar el delito de sedición, hacer leyes e indultos a medida para quienes intentaron dar un golpe de Estado y abrirles la puerta a volver a intentarlo. Los catalanes, ciudadanos de primera como los vascos, tienen competencias en inmigración y fronteras, el control de puertos y aeropuertos, la quita de deuda por 17.000 millones, el control de las Cercanías, una canal de TVE solo en catalán, la imposición del catalán en Europa, pagada por todos los contribuyentes españoles, y lo que les pida Puigdemont, con el que negoció Santos Cerdán, con la plena confianza de Sánchez, mientras hacía crecer "sus negocios". Junts y Esquerra entran en Desguaces Sánchez o Desguaces Moncloa, tanto da, ven la pieza que les apetece y se la llevan. Además, sin pagar e imponiendo por ese acuerdo "entre Estados", que las demás comunidades autónomas no puedan bajar impuestos. Con el País Vasco, otro tanto. Transferidas las competencias de Prisiones, la mayoría de los presos asesinos de ETA, o están en libertad y son homenajeados como héroes a la llegada a su pueblo o disfrutan ya del tercer grado, en muchas ocasiones con el voto en contra de los responsables de las prisiones o de los fiscales. Y, además del cupo, mucho más: competencias en Seguridad Social, rompiendo, otra vez, la unidad, el pago de las prestaciones de desempleo, la expulsión de la Guardia Civil de Navarra, la entrega de la alcaldía de Pamplona a Bildu y de un palacete en París al PNV o que la selección vasca de pelota compita de igual a igual con la española. Eso sí, las pensiones no se las quedan porque tendrían que poner dinero. Y hasta ahí podríamos llegar. Y cuando hay que repartir a los menores inmigrantes hacinados en Canarias, el País Vasco y Cataluña quedan excluidos de la obligación. ¿Qué seguirá al vaciamiento del Estado en Cataluña y el País Vasco? Y mientras consiguen el control de los jueces, si hay que arreglar algo que éstos consideran ilegal, porque lo es, para eso está Conde Pumpido. Hay que distinguir dos tipos de sentencias del TC: las a.P y las d.P, es decir, las de antes de Pumpido y las de después. ¿Hasta dónde llevará Desguaces Sánchez la quiebra moral, legal y constitucional del Estado de Derecho? Hasta donde se lo exijan sus cómplices y se lo permitan sus votantes.
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