MADRID, 9 (OTR/PRESS) Ni dimisión, ni cuestión de confianza. El pronóstico era fácil: Sánchez nunca ha tenido intención de tirar la toalla, dimitir y convocar elecciones. Había algunas dudas, pocas, acerca de si se sometería a una cuestión de confianza. Dudas sobre algunos de sus socios en la medida en la que en los últimos días se les había calentado la boca hablando de la corrupción. Lo hacían y han seguido haciéndolo de manera genérica en la sesión del Congreso -a la que no asistió el diputado José Luis Ábalos-sin reparar en que tenían delante a quien nombró ministro a Ábalos y secretario de Organización del PSOE a Santos Cerdán que en la mañana del miércoles siguió el desarrollo del pleno desde la cárcel. Los socios que mantienen a Sánchez en el Gobierno en el que Sumar participa hacen como se rompen las vestiduras pero no entra en sus planes someter a votación la continuidad de Sánchez apoyando la cuestión de confianza. Nunca han estado mejor. Algunas de las intervenciones de los socios -caso de la vicepresidenta Yolanda Díaz- cursaron entre lo cómico y lo cínico. Quien en su día aplaudió con entusiasmo la concesión de indultos a los golpistas catalanes del "procés" y votó a favor de la modificación del Código Penal para rebajar las penas por malversación, ahora, entre las medidas para acabar con la corrupción, propone suprimir los indultos. Fariseísmo de la mejor escuela Sánchez juega con esa baza para resistir y para tratar de gestionar lo mejor posible el horizonte penal que se cierne sobre de algunos de sus allegados. La intervención de Núñez Feijóo en el pleno fue demoledora desmontando uno a uno todos los argumento exculpatorios de Sánchez. El primero de todos su pretendida ignorancia sobre las andanzas de Ábalos y Cerdán. Claro que lo sabía, las noticias llevaban meses en las páginas de los periódicos que no viven de las subvenciones gubernamentales. Le exigió que dimitiera y que "devuelva el botín y convoque elecciones" pero Sánchez no lo hará. No lo hará porque no responde al perfil de un demócrata convencional sabedor de que por acción o por omisión los actos generan responsabilidades que obligan a pagar un precio político. En su caso la renuncia al cargo. Para seguir resistiendo cuenta con unos socios que saben que en el mirar para otra parte les asegura la nómina de los próximos dos años. Es lo que tenemos por delante.
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