
Una investigación publicada en la revista 'Island Studies Journal' analiza cómo han evolucionado las dinámicas migratorias en cinco archipiélagos del Atlántico Norte (Islandia, Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde) desde 1960 hasta hoy y concluye que Canarias destaca especialmente por su alta tasa de movilidad.
De hecho, entre 2011 y 2020 la tasa migratoria combinada de entradas y salidas fue de 23,37 por mil habitantes.
El estudio, realizado por Luis Manuel Jerez-Darias, investigador del Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna, y Josefina Domínguez-Mujica, profesora de Geografía Humana en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, utiliza tanto métodos cuantitativos como cualitativos para identificar los factores que han influido en la movilidad en estas islas.
Asimismo, analiza sus vínculos con el desarrollo económico y los procesos de globalización.
Según el informe, Canarias mostró un saldo migratorio positivo y una gran diversidad de orígenes, con residentes extranjeros provenientes de 157 países diferentes.
Esta variedad abarca flujos históricos de América Latina y Europa occidental, así como una inmigración africana más reciente, recoge una nota de la ULL.
Siete países (Italia, Reino Unido, Alemania, Venezuela, Marruecos, Colombia y Cuba) representan el 60% de la población extranjera residente, lo que refleja una compleja red de conexiones históricas, económicas y culturales.
El estudio propone una relectura del concepto de 'atlanticidad', y no se queda solo en su dimensión histórica y cultural.
Así, se enfoca en cómo estos territorios insulares tienen la capacidad de generar, canalizar y recibir flujos migratorios en el marco del capitalismo actual.
Esta habilidad está influida por factores estructurales como su insularidad, su ubicación periférica y su historia colonial y poscolonial, así como su conexión económica con lugares continentales como Portugal y España.
Desde el punto de vista geográfico y biogeográfico, los archipiélagos muestran condiciones diversas que también afectan a la movilidad pues Islandia y Azores están situadas sobre la dorsal atlántica activa, donde hay actividad volcánica relacionada con fallas de Rift, mientras que Madeira, Canarias y Cabo Verde se encuentran en el interior de la placa africana.
Además, el contraste entre el clima subártico de Islandia y el clima subtropical macaronésico de los otros archipiélagos crea contextos ecológicos y económicos muy diferentes.
Desde una perspectiva histórica y económica, el estudio resalta trayectorias muy diferentes.
Islandia logró establecer una economía diversificada después de su independencia en 1944 y Cabo Verde hizo la transición hacia una economía de mercado en los años 90, apoyándose en remesas y la cooperación internacional.
DESARROLLO DEL TURISMO
En contraste, Azores, Madeira y Canarias han evolucionado de economías basadas en el sector primario a centrarse en el turismo.
En el caso de Canarias, este cambio ha fortalecido su rol como un destino atractivo, con una migración que no solo es económica, sino que también está relacionada con estilos de vida como el teletrabajo y la jubilación.
A través de datos de organismos internacionales como la ONU, Eurostat y bancos de datos nacionales, el análisis revela que, desde los años 90, las entradas de personas han superado a las salidas en la mayoría de estos territorios, impulsadas por el turismo, la internacionalización económica y los cambios geopolíticos.
Mientras que Islandia y Cabo Verde se adaptan a modelos migratorios vinculados al desarrollo económico (como los marcos teóricos MIRAB, PROFIT o SITE), Azores, Madeira y Canarias presentan trayectorias más complejas y mixtas.
El artículo concluye que estos archipiélagos se han convertido en espacios clave para entender la movilidad humana en la era global, donde la insularidad no implica aislamiento, sino que se convierte en nodos de interconexión esenciales entre continentes.
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