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MADRID, 2 (OTR/PRESS) Feijóo se blinda con su hombre de confianza nombrándole secretario general del PP. El hasta ahora portavoz del grupo popular en el Congreso, Miguel Tellado, puede, desde luego, blindar a su jefe de las añagazas de su propio partido, pero al precio de aislar más y más a éste, varándole definitivamente en la misántropica coyunda con Vox. O dicho de otra manera: si el PP sin Tellado estaba más solo que la una, con el ferrolano a los mandos puede despedirse de cualquier atisbo de socialización. Miguel Tellado, cuyo aspecto físico de manso ciudadano no se aviene con lo que su boca es capaz de soltar, auténticas salvajadas por lo común, no ha sido llamado por los dioses para hacer amigos, y seguramente dentro del PP tampoco. En esa farsa de "escuchar" a los socios del Gobierno que su jefe ha montado sin sentido ninguno, él, el hombre menos dotado para escuchar en el país en el que nadie escucha a nadie, era el encargado de escuchar. En consecuencia, los partidos que sostienen al Gobierno, y a los que Tellado viene dedicando toda clase de insultos desde que aterrizó en Madrid, se han abstenido de decirle ni pío. Feijóo se blinda, o cree que se blinda, con Tellado, pero se queda encapsulado con él, lo cual es mucha encapsulación. Nadie, ni la mismísima Ayuso, se atreverá a acercársele, pero él tampoco podrá acercarse a la realidad, bien que en el caso de que en algún momento quisiera. No es lo mismo un secretario general para atraer que para espantar, y Miguel Tellado viene a ésto último, a montar bronca, a desquiciar más si cabe el tablero político, a no dar un respiro a nadie con esas sus invectivas que él cree tan ingeniosas. Feijóo debe creer, a tenor del nombramiento de alguien tan radicalmente excluyente, que en unas elecciones generales sólo votan los partidarios del PP.
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