MADRID, 2 (OTR/PRESS) El vendaval no cesa, pero ya escribió Lucas Mallada ("Los males de la patria", 1890) que "sin fuertes vendavales es imposible purificar la pestilente atmósfera que nos rodea". Es verdad que la atmósfera se ha sobrecargado con la reciente entrada en prisión preventiva de Santos Cerdán, el hombre de confianza de Pedro Sánchez durante los últimos ocho o nueve y señalado constructor del pedestal de poder sobre el que se asienta el todavía presidente del Gobierno. No era un colaborador más, sino el hombre adoptado por Sánchez como su alter ego en el proceloso mundo de las relaciones políticas. Y es ya lugar común que Cerdán, Ábalos y Koldo, no van a ser los únicos marcados por el radar judicial y sus brazos policiales. Según el juez Puente no es posible que tanta cantidad de dinero público desviado hacia bolsillos de particulares acabase en tan pocas personas físicas o jurídicas. El caso retrata la desvergüenza del sanchismo y su forma de hacer política al servicio del líder. La desvergüenza afecta también al relato oficial de respuesta al culebrón, cuyo argumento principal es que Cerdán ya no es socialista y que el partido ha reaccionado con contundencia ante la corrupción. "No como otros", es la muletilla que acompaña a semejante simpleza, como si al PSOE hubiera que perdonarle necesariamente lo que antes hizo el PP solo porque el PP también lo hizo. En este clima transcurren las vísperas del comité federal del PSOE, convocado para el sábado que viene, pero pierdan toda esperanza quienes esperen una especie de rebelión interna contra un Sánchez acorralado por la corrupción de cercanías. En un PSOE absolutamente "sanchificado" sólo se dispara con pistolas de agua. Al tiempo. A raíz de vagos tanteos del PP con independentistas del PNV y de Junts, la otra salida de la crisis instalada en los circuitos políticos y mediáticos es una eventual moción de censura presentada por el aspirante Feijóo. Los socorristas de Sánchez están incómodos, pero todavía es más lo que tienen que ganar (competencias en Seguridad Social para el País Vasco, separatismo tributario para Cataluña, por ejemplo). Así que no apuesten por ella.
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