MADRID, 29 (OTR/PRESS)De infarto. Esta que ahora comienza va ser una semana de infarto. Comenzando por la declaración de Santos Cerdán ante el Supremo y culminando con sendas 'cumbres' en las que PSOE y PP deben remodelar muchos rostros directivos (no los de Sánchez ni Feijoo, obviamente), aunque no estoy seguro de que tales 'cumbres' se replanteen idearios, tácticas ni estrategias. Quizá 'ellos' se jueguen su futuro, pero yo más bien diría que lo que está en juego esta semana es nuestro futuro, el de los españoles. Sí, la semana va a ser mucho más que la festividad multicolor del Orgullo, que, por cierto, también, a estas alturas, tiene su controversia política, lo que es evidente. Pero yo diría que, más que los del arco iris, van a predominar en los días venideros más bien los tonos grisees, o decididamente negros: porque, por ejemplo, tengo la impresión de que nadie, pero nadie, sabe lo que va a hacer el ex secretario de Organización del PSOE y ahora máximo exponente de la corrupción política en el país, Santos Cerdán. Tampoco sé, aunque sospechas tengo, si a Pedro Sánchez le preocupa lo que vaya a decir quien fuera su hombre de confianza: el presidente estará en Sevilla, en el día que por cierto se prevé que sea uno de los más calurosos en muchos años, atendiendo una 'cumbre' de la ONU sobre Desarrollo. Nada refleja mejor las dos caras de la actualidad del inquilino de La Moncloa, la interna bajo la espada de Damocles, por un lado, y el talante de estadista que ha sabido enfrentarse a Trump, por otro. Veremos cuál de los dos Sánchez gana; creo más probable que los dos pierdan bastantes plumas en ambos terrenos. Porque en lo doméstico el clima se adensa no poco: huelga de jueces y fiscales, o sea, de la parte 'no gubernamental' -que es mayoritaria-del llamado tercer poder. Y un clima asfixiante en las sedes del Partido Socialista, alguna de las cuales he tenido ocasión de visitar esto días. Cierto que los responsables locales socialistas son prudentes y circunspectos, pero se les nota todo: no preveo una reunión del comité federal demasiado alterada, pero sí que la procesión irá por dentro. ¿Quién será el sustituto de Santos Cerdán al timón de la desgastada maquinaria del partido? Pedro Sánchez solo parece haberlo consultado con su almohada, porque ya no se fía de casi nadie. Y, por otro lado, ¿quiénes serán los nuevos rostros en el principal partido de la oposición, cuyo congreso de fin de semana, que debería haber sido casi uno de refundación, está quedando algo desvaído ante todas las demás cosas que están sucediendo en la política interior y exterior? En los círculos 'populares', donde todo es expectativa a la espera de las decisiones que solamente Feijoo parece conocer, también reina cierto nerviosismo, e igualmente he tenido ocasión de comprobarlo con varios lideres locales en mis desplazamientos de los últimos días. Yo diría que hay como un desencanto anticipado y precipitado ante los resultados de un congreso que tiene planteamientos más bien convencionales y algo timoratos, por lo que dicen quienes creen que saben. Este es el 'collage' que refleja a una España que goza en las calles y tiembla o conspira en los cenáculos y mentideros de la infectada política nacional. Lo más probable es que la semana concluya con los pies fríos y la cabeza caliente, o sea, nada. Pero pienso que la obligación del comentarista político es señalar que, contra lo esperable, es mucho lo que esta semana, en la que los dos principales responsables de la política española acometen cambios me temo que solo cosméticos, está en juego: está en juego la calidad, decreciente, de nuestra democracia. Ni más, ni menos.
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