
La acusación particular pide para ella la prisión permanente revisable
La falsa opositora a mossa acusada de matar a su novio en Ripollet (Barcelona) en abril de 2023 de una puñalada ha señalado que la relación que mantenía con la víctima era de sometimiento voluntario: "El rol que llevábamos era continuamente castigos, como si fuéramos niños de 5 años".
Así lo ha explicado este jueves en la segunda sesión del juicio con jurado popular que se celebra en la Audiencia de Barcelona y que está previsto que dure hasta el 7 de julio, en el que la Fiscalía solicita para ella 34 años de prisión, la acusación particular pide prisión permanente revisable y la defensa la absolución.
Las acusaciones sostienen que lo maltrató, lo insultó y amenazó con inflingirle daños o la muerte y con acabar con la vida de su hijo, que lo agredió físicamente y, finalmente, lo asesinó sin que tuviese oportunidad de defenderse.
También sostienen que vivía a su costa, aunque ella ha asegurado que estudiaba para opositar a mossa --aunque en algunos círculos se presentaba como policía--, que ejercía "como ama" de 'bondage' en clubes y vendía su ropa interior.
LA RELACIÓN
La acusada ha dicho que se conocieron en febrero de 2021, que mantuvieron una relación hasta finales de abril de 2021 y que, tras romper, mantuvieron el contacto por redes, que no volvieron a verse hasta agosto de 2022, cuando se enrollaron varias veces y, finalmente, en enero de 2023 ella se mudó a su casa, aunque ya no eran pareja.
Ha añadido que al principio la relación era súper buena, en sus palabras textuales, pero que a día de hoy no la ve normal, porque consumían sustancias y había "cuernos y mentiras".
A la pregunta del fiscal de si lo amenazó con contratar a un sicario para matar al hijo de él, de 9 años en aquel momento, ha reconocido que sí, que lo hizo durante una discusión: "Hubo varios comentarios fuera de tono y le comenté eso".
Ha justificado que "la manera de apretarlo para que dejara de hacer el idiota era mencionar a su hijo" y que lo hacía cuando se fumaban un porro o se metían una raya de cocaína y él comenzaba a decir que nadie lo quería y le pedía que lo ayudara.
Ese rol de ambos no era sano, era raro y tóxico, ha reconocido la acusada, que ha dicho que a día de hoy ve que no era la manera de ayudarle, pero que formaba parte del juego: "En ese momento era totalmente tóxico y ninguno de los dos éramos conscientes".
LESIONES
El fiscal ha recordado que en la autopsia se constató que la víctima presentaba lesiones anteriores a la muerte en el brazo, la mano y la cabeza y que había sido intervenido por un golpe en el oído izquierdo.
La acusada ha asegurado que la versión que él le contó sobre la herida de la cabeza fue que se cayó mientras limpiaba un altillo y "se le fue complicando" porque no se le curaba y se rascaba.
Sobre la que presentaba en la oreja, labio y ojo, ha apuntado que se la hizo durante un viaje con amigos a Andorra en el que "se había tirado por unas tirolinas y había ido en bici".
Preguntada si él había sufrido más golpes en la misma oreja --regresó al hospital hasta en 3 ocasiones-- ha reconocido que sí, que ella le pegó una bofetada con el drenaje puesto: "Dijo que le metiera caña para no volver a hacer las cosas mal".
"Ese era el rol que llevábamos, la acción que teníamos era esa. Él se ponía a fregar los platos, se cabreaba y me decía que le riñera", ha dicho para explicar el tipo de relación que mantenían.
La acusada, que grabó agresiones y amenazas, ha subrayado que lo hizo por miedo a que esta situación la acabase salpicando y, al ser preguntada por qué borró parte de los archivos antes de entregar su móvil a los Mossos, ha manifestado que lo hizo "muchos días antes" de que la víctima muriera porque se quedó sin espacio en el móvil.
Ha insistido en que él le pedía que ella hiciera "de madre", que la manera que tenía de actuar era como de un niño pequeño, que le pedía que lo castigara y que le riñera.
"No hay ni una sola grabación en la que él le diga que lo amenace, que le pegue", le ha espetado el fiscal, a lo que ella ha respondido que él disfrutaba y que si no lo grabó fue porque en ningún momento pensó que a él le fuese a pasar nada, que se les fuese a ir la olla a los dos, textualmente.
EL CRIMEN
El día de los hechos, ha explicado que discutieron, que él se puso "súper nervioso", que aprovechando que él se fue a por tabaco ella se terminó su coca y metió en la ducha.
Fue cuando estaba en el baño, según su versión, cuando él empezó a llamarla y que, tras secarse y vestirse, salió y se lo encontró agachado frente a la puerta de la cocina: "Me llamaba, estaba doblado y me decía que quería fumar".
Cuando se acercó y le levantó la camiseta vio que tenía un agujero en el abdomen, llamó al 112 y siguió las indicaciones, pero ha dicho que no encontraba toallas para taponar la herida --pese a que acababa de salir de la ducha-- porque estaba "histérica" y que le puso hielo y un trapo que había en el suelo.
La acusada ha dicho que la víctima había consumido la noche anterior tanto porros como cocaína, a lo que el fiscal le ha recordado que en la autopsia no aparece "ni un solo tóxico"; ha añadido que no recuerda haber lavado el cuchillo ni haber sido ella quien lo apuñaló.
FAMILIA
La hermana de la víctima ha manifestado que su hermano recibió "amenazas" por parte de la acusada y que tuvo que refugiarse en casa de sus padres en 2021, que en 2022 le dijo que quería volver con su exmujer, pero repentinamente cambió de opinión, y que el día de Reyes de 2023 preguntó a la familia si podía ir a casa la acusada, y que fue un encuentro muy tenso: "Era una persona que había amenazado a mi sobrino de muerte".
Ha añadido que ella "dijo que estaba en la escuela de Mossos", aunque después se enteraron de que era mentira --ella misma ha reconocido que no llegó a examinarse nunca-- y que, con posterioridad, su hermano dejó de quedar con su mejor amigo alegando que se metía cocaína, aunque no le consta que consumiera nunca, y de ir al psicólogo.
Ha descrito al fallecido como una persona "alegre, dicharachera y muy cercana" por lo que la familia nunca ha barajado la posibilidad de un suicidio, que era cuidadoso con sus cosas, que era muy buen padre, que cocinaba bien, y que era súper apañado, en sus palabras textuales.
Su versión contradice el testimonio de la acusada, que ha asegurado que la casa era "un vertedero", que la situación era caótica, que él no limpiaba, que consumía drogas, que no dormía ni comía, motivo por el que ambos habían perdido mucho peso, que no había comida fresca y que no acudía a las citas médicas.
CONTROL
La madre de la víctima ha señalado que la procesada controlaba a su hijo, que lo amenazaba, que él borró a todas las chicas que seguía en Facebook, que tenía problemas económicos desde que estaba con ella, que cree que le puso algún dispositivo en el coche para seguirlo y que "estaba totalmente manipulado".
La exmujer del fallecido ha precisado que él dejó de pagar la pensión y de ver al niño con la asiduidad con la que lo hacía, que dejó de escribirle y que desde que retomó el noviazgo con la acusada se enfrió su relación.
También, que le dijo que se había quedado en 40 kilos, que estaba "hecho una mierda", que creía que tenía el teléfono pinchado y que el día que se lo dijo llevaba gorro, aunque nunca solía llevarlo.
La exmujer ha dicho que en la habitación del fallecido descubrió notas manuscritas en las que él prometía 'no comer a escondidas' o 'no mirar a los ojos a la gente' y una gran cantidad de medicación, salpicaduras de sangre y cuchillos.
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