MADRID, 26 (OTR/PRESS) La pediatra gazatí Alaa al Najjar se hallaba en su puesto del hospital Nasser de Yan Yunis aliviando los destrozos del fuego y la metralla en los cuerpos consumidos de sus pequeños pacientes cuando, de pronto, empezó a recibir los cadáveres calcinados, uno tras otro, de nueve de sus diez hijos, todos entre uno y doce años, que habían quedado en la casa familiar a la que el ejército de Israel había decidido enviar un misil esa mañana. Por gusto. Por gusto de matar. ¿Por qué, si no? Los hijos de la pediatra Alaa y de su marido Hamdi, también médico, que se hallaba con los niños en casa y hoy agoniza quemado junto al único crío superviviente, Adam, abrasado también, se llamaban Yahya, Rakan, Raslan, Jibran, Eve, Rival, Luqman, Sadin y Sidar. Los cerca de veinte mil niños asesinados por el gobierno de Israel también tenían nombre, cada uno el suyo, evocadores tal vez del de algún reverenciado abuelo, de algún héroe o heroína legendarios o de alguna sencilla fantasía de sus progenitores. Todos tenían un nombre, un nombre que les distinguía y les humanizaba absolutamente, así esos veinte mil como los nueve hijos asesinados de la pediatra, o como las decenas que ayer mismo se refugiaban en una escuela creyendo hallar resguardo de las bombas y que se quedaron igualmente, pues para ellos no parece haber escape posible a la depravación de la banda enloquecida de Netanyahu, sin nombre. La pediatra gazatí Alaa al Najjar se hallaba en su puesto en Yan Yunis tratando de salvar la vida de los niños rotos que no paraban de llegar, pero nada pudo hacer por sus nueve hijos, a los que vio aparecer, uno tras otro, calcinados. Los habían sacado de entre los escombros humeantes de su casa unos vecinos que se quemaban las manos al sacarlos y el corazón al verlos, pero ya nada pudo hacer por ellos su madre, que si sobrevive a ese dolor inconcebible, a esa pérdida insoportable, no podrá sino recordarles recitando, en medio de un mundo que calla y mira para otro lado, sus nombres: Yahya, Rakan, Raslan, Jibran, Eve, Rival, Luqman, Sadin y Sadar.
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