MADRID, 26 (OTR/PRESS) A la vista de todos se ha desarrollado el grotesco sainete organizado por la dirección del PSOE extremeño para conseguir aforar a su secretario general, ante la expectativa de ser juzgado ya por su presunta responsabilidad en la creación en la Administración de un puesto de trabajo 'ad hominem' a beneficio de David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno y músico de profesión. Una plaza como coordinador de Actividades de los Conservatorios. Semejante maniobra, al tiempo que revela una total falta de escrúpulos, delata una concepción caciquil de la política. Miguel Ángel Gallardo deja la presidencia de la Diputación para incorporarse a la Asamblea regional pasando por encima de cuatro compañeros de partido que se avinieron a renunciar. Un acto de sumisión más propio de una secta que de un partido democrático. Al tiempo que un retorcimiento de las normas. Estamos ante lo más parecido a un fraude de ley. Una maniobra orquestada con la única finalidad de intentar dilatar en el tiempo el juicio contra el hermano del presidente acusado de presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción y también el de cuantos facilitaron la creación de un puesto de trabajo artificial, según se señala en el escrito de la jueza que ha instruido el caso. Dilación que se derivaría del paso de un tribunal ordinario a otra instancia: el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura en función del forzado aforamiento de Gallardo. Aforamiento conseguido in extremis alertado de que la jueza había concluida la instrucción. Dada la trascendencia mediática del caso -conocido popularmente como el del "hermanísimo" en razón del termino con el que otro de los investigados se refería a David Sánchez-, cabe suponer que la maniobra de Gallardo estuvo en todo momento monitorizada desde La Moncloa. La clave de todo este escándalo hay que buscarla en el calendario político. Estamos en mitad de una legislatura sin Presupuestos y con un Gobierno cuyos socios cada día suben el precio de su apoyo. No hay indicios en el horizonte de una convocatoria anticipada de elecciones a corto plazo pero con Pedro Sánchez nunca se sabe. En ese escenario lo último que le conviene es la imagen de su hermano sentado en el banquillo. Mejor si se pudiera alargar el juicio.
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