
Humana reivindica que la ropa de segunda mano es un motor de empleo y crecimiento económico en África y rechaza las investigaciones de ONG ecologistas como Greenpeace que advierten que "prendas que cuestan cada vez menos y son de peor calidad, tras ser desechadas (en España), viajan miles de kilómetros para buscar una segunda vida que casi nunca llega".
Para hacerlo, ha recordado los resultados de tres estudios presentados recientemente. El primero, el informe "Situación actual del mercado de ropa de segunda mano en Mozambique: oportunidades y desafíos" que Abalon, CFA y ADPP presentaron en marzo concluye que el 80% de la población del país se viste con ropa de segunda mano importada; que el sector de la ropa reutilizada genera 288.000 empleos directos (más de la mitad, mujeres) y que al menos el 85% de las personas empleadas en este sector son los principales generadores de ingresos en sus hogares.
El segundo, "El impacto socio económico de la ropa de segunda mano en África y la UE27+", que Oxford Economics presentó en octubre de 2024, afirma que el sector aportó un estimado de 7.000 millones de euros al producto interior bruto (PIB) de la EU27+ en 2023 a Ghana, Kenia y Mozambique, sumando los impactos directo, indirecto e inducido. Además, se crearon 150.000 puestos de trabajo en la UE-27+, de los que el 73% fueron empleos verdes directos.
Por países, el impacto económico y social en Ghana fue de 76 millones de dólares al PIB del país y creó 65.000 empleos formales e informales; el de Kenia, de 17 millones de dólares, 6.300 trabajadores formales y al menos 68.000 informales; y el de Mozambique, 10,7 millones de dólares, 5.700 empleos formales y 15.000 informales.
El tercero, de mayo de 2024, se titula "Creación de empleo en el sector de la ropa de segunda mano en África: datos de Angola, Guinea-Bissau, Malawi, Mozambique y Zambia", fue escrito por el economista de Desarrollo Independiente doctor Joseph Feyertag y revela que el comercio de ropa de segunda mano es un motor vital de empleo, especialmente en países en los que la agricultura no mecanizada domina el mercado laboral.
A partir de estudios de casos de Angola, GuineaBissau, Malawi, Mozambique y Zambia, indica que más de 1,28 millones de personas están empleadas en el sector de la ropa de segunda mano en estos países; cada tonelada de ropa importada mantiene una media de 6,5 puestos de trabajo, lo que representa hasta el 25% del empleo total del sector servicios en estos países.
Por su parte, Humana ha explicado que el 41% de las prendas que clasificó en 2024 se destinaron a Angola, GuineaBissau, Malawi, Zambia y Mozambique. En este último caso, la actividad exportadora comenzó en los años 80 y según la entidad, hoy en día se mantienen los mismos objetivos, "ofrecer prendas de calidad a precios asequibles a una población con ingresos escasos, y generar recursos para los programas de desarrollo que los socios de Humana lideran en multitud de países africanos".
Así, Humana compacta la ropa en balas de entre 400 y 500 kilogramos (kg) en sus plantas de Leganés (Madrid) y l'Ametlla del Vallès (Barcelona) y las envía por barco a Mozambique. ADPP Mozambique, socio local de la entidad, la recibe, la clasifica de nuevo (hasta en 72 categorías o cualidades diferentes) y la comercializa en tiendas propias o la empaqueta en fardos de 15 kg a 45 kg para venderla a pequeños comerciantes, que comercializan las prendas en sus propias tiendas o en mercados locales.
Si bien Humana reconoce que hay un grave problema de déficit de gestión de residuos, así como otro ambiental generado por los textiles en determinadas localizaciones de África, la entidad se muestra preocupada de "los efectos de este problema en la percepción y la reputación del mercado mundial de ropa usada". "Con informaciones basadas en el sensacionalismo y sin un análisis más profundo, corremos el riesgo de que la población se quede con la idea de que enviar ropa usada a África es censurable y que debe evitarse", ha advertido el director de Proyectos y Relaciones Externas de Humana, Rafael Mas.
Con esto, Humana ha respondido en especial a Greenpeace, que en noviembre de 2024 --para el Black Friday-- publicó un reportaje en el que "confirmó que la ropa usada "pocas veces" tiene una segunda vida al evaluar dónde habían acabado casi una treintena de prendas que depositaron el año anterior en contenedores de numerosas ciudades con dispositivos de localización.
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