
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) ha recopilado 76 entrevistas a mujeres que ejercen la prostitución, 26 de ellas trans, y revela que el 90% de mujeres encuestadas ha sufrido violencia.
La investigación, titulada 'Mujeres cis y transexuales que practican sexo de pago: involucración y consecuencias' se ha publicado en abierto en la Revista de Derecho Penal y Criminología, y se enmarca en un proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades que incluye varios estudios sobre la victimización que sufren las personas que practican sexo de pago, tanto mujeres como hombres.
El catedrático de Derecho Penal de la UOC y líder del grupo de investigación Victimología empírica y aplicada (VICRIM), Josep Maria Tamarit, que ha liderado el estudio, ha afirmado que "es muy necesario hacer investigación en este ámbito porque es especialmente sensible a las concepciones basadas en estereotipos o posiciones ideológicas".
"Las decisiones políticas sobre esta actividad se tienen que poder tomar con conocimiento de la realidad social. También es importante porque en Europa hay políticas nacionales muy divergentes", ha señalado.
Tamarit, junto con la profesora de Criminología de la UOC y también investigadora de VICRIM, Antonia Linde, y las criminólogas Patricia Martín Escribano y América Machado, han entrevistado a 76 mujeres que ejercen o han ejercido en el pasado el sexo de pago en Barcelona y en otras dos ciudades catalanas.
De las encuestadas, la mayoría (84%) son de origen extranjero, principalmente de Latinoamérica (más de un 60%), aunque hay algunas de países europeos, en especial de Europa del Este. La edad de las mujeres oscila entre los 25 y los 63 años, y un 75% tiene como mínimo estudios secundarios, un 20% ha completado el bachillerato y casi un 11% cuenta con formación universitaria.
El estudio ha abordado aspectos como las causas de su involucración en el sexo de pago, las consecuencias que tiene para su salud física y mental, y la violencia que han sufrido a raíz de esta actividad.
La principal conclusión, según señalan los investigadores, es que, a diferencia de los estereotipos que rodean esta práctica, la experiencia de las mujeres es muy diversa, aunque sí existe un denominador común: el 90% de las entrevistadas ha sufrido violencia.
"Un aspecto de mucho interés que revela la investigación es que, a la violencia relacionada con la práctica del sexo de pago, se añaden otras experiencias de victimización, como haber sufrido abuso sexual en la infancia o violencia en las relaciones de pareja", ha indicado Tamarit.
ES COMÚN EL CONSUMO DE DROGAS
Además, el informe revela que es común el consumo habitual de drogas vinculado a esta actividad. Así, un 67% de las encuestadas había consumido drogas, y un 46% había sufrido alteraciones físicas o psicológicas que habían afectado su salud a raíz de su ocupación.
Entre los factores que las motivan a tomar drogas señalan la insistencia de los clientes o el uso de estas sustancias como mecanismo de fuga o para gestionar el daño que les provoca la actividad.
"El uso de alcohol y drogas, especialmente de cocaína, se explica por la presión que ejercen algunos clientes, que buscan experiencias de sexo de pago y consumo. También pueden encontrar en la droga una manera de evadirse de la realidad", dice el investigador de la UOC.
Asimismo, frente a "la corriente abolicionista" de la prostitución que afirma que la mayoría de las mujeres que se dedican a ello lo hacen porque son víctimas de tráfico o explotadas, el estudio señala que "solo" lo habían sido un 30% de las entrevistadas y que el resto se iniciaron por voluntad propia.
"La visión de que todas las mujeres que practican sexo de pago están explotadas se basa en un estereotipo y un reduccionismo, como lo sería también creer que todas las que se dedican a esta práctica lo hacen de forma plenamente libre. Tomar decisiones políticas a partir de este tipo de visiones es un error grave", explica Tamarit.
Además, el informe revela que un 84% de las mujeres del estudio decidió ejercer el sexo de pago por falta de recursos económicos, y un 25% se inició a consecuencia de un engaño de otra persona.
El estudio también pone de manifiesto que las mujeres que se dedican a esta práctica "se exponen a un alto riesgo de sufrir consecuencias importantes para su salud física y mental".
Por otro lado, la investigación revela diferencias en cuanto a la motivación para involucrarse en esta profesión entre las mujeres trans. Así, si en el caso de las mujeres cis predomina la necesidad económica después de un proceso de migración en el que ven frustradas sus expectativas cuando llegan a Europa, en las mujeres transexuales la decisión está relacionada, en muchos casos, con la voluntad de afirmación de su identidad sexual y con experiencias de tipo lúdico. En otros casos, también pesan las dificultades a la hora de encontrar trabajo a causa de la discriminación que sufren por su condición.
En concreto, muestra que el 61% de las mujeres transexuales entrevistadas empezó a trabajar en el sexo de pago cuando eran menores, mientras que en las mujeres cis este porcentaje era del 20%. Asimismo, el porcentaje de mujeres trans que afirma haber sufrido alteraciones de salud también es superior al de las cis.
EL 94% LO VE COMO OPCIÓN DE SUPERVIVENCIA
Por otro lado, el estudio revela que el 89% de las entrevistadas ha intentado dejar el sexo de pago sin haberlo conseguido, y que la gran mayoría, un 94%, ve esta actividad como su única opción de supervivencia.
Según manifiestan, la precariedad que ofrecen otras alternativas laborales o la imposibilidad de mantener los ingresos que les proporciona la prestación de servicios sexuales hacen que no hayan abandonado esta ocupación.
Además, la mitad de las entrevistadas consideran que el sexo de pago tendría que regularse, frente a un 17% que creen que se tendría que prohibir. Entre los motivos que aducen para la regulación, contemplan el hecho de "tener más protección y seguridad", y también "para que el dinero sea de la mujer", así como "para que lo acepte la sociedad" y las "vean de manera menos negativa".
El profesor Tamarit explica que "muchas mujeres querrían dejar esta actividad, porque son conscientes de los costes que tiene para ellas, pero a la vez desean tener el derecho de realizarla si lo necesitan y de ser reconocidas mientras están involucradas". "Creen que, si se ponen obstáculos, se ven forzadas a realizar la actividad en condiciones peores", ha apuntado.
Los próximos pasos del proyecto serán un estudio con hombres que se dedican al sexo de pago, un análisis sobre sentencias de casos de homicidio y delitos de prostitución coactiva, y un tercer estudio de carácter jurídico-penal. El objetivo es generar información confiable para la toma de decisiones políticas que estén basadas en la evidencia y alejadas de los prejuicios que generan los estereotipos.
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