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Tengo una pesadilla recurrente: Me detienen por fin, me acusan de injurias, de brutal delincuente, criminal inhumana, asesina en serie, violadora y antropófaga. Me llevan a la cárcel de Alcalá Meco. Me ponen de compañera de celda a una presa de confianza: una ex conseller de la Generalitat. Me tiro al suelo, pataleo y golpeo el suelo con los puños:
─¡No, por favor, una independentista no! Cualquier cosa menos esto. ¡No podré soportarlo! ¿Cómo es posible tanta crueldad?
La ex conseller me dice:
─Te daré la brasa día y noche con la independència de Catalunya. No te dejaré comer ni dormir. No pararé hasta convertirte en una convencida secesionista.
Yo grito golpeando el suelo:
─¡Por favor, esto no!
El carcelero me dice:
─Te lo mereces. Haber sido buena.
Y cierra la puerta de la celda, dejándome sola con la independentista que sonríe, se acerca a mí, se frota las manos, se carcajea cruel por lo bajini.
El 30 de abril de 1935 el embajador mexicano en Río de Janeiro, el conocido escritor Alonso Reyes Ochoa, informaba al gobierno de Lázaro Cárdenas del súbito interés brasileño en la resolución del conflicto entre Paraguay y Bolivia. El gobierno brasileño, invitado en Washington para participar con Argentina y Chile en la conferencia de Buenos Aires para pacificar el Chaco, declinó al principio este ofrecimiento.
Os cuento. No hace mucho tiempo, pero poco tampoco, existió un sujeto que aglutinó bajo su mando todos los poderes de su Estado, consiguiendo que el culto a su persona se convirtiese en una fuerza unificadora al actuar de denominador común de varios grupos políticos y clases sociales, utilizando magistralmente sus palmeros y la propaganda para justificar su autoridad, sus programas y alentar el apoyo popular.
El reciente movimiento liderado por Macron para incluir el aborto en la Constitución francesa y su propuesta para su inclusión en la legislación europea han avivado el debate sobre este tema sensible. A primera vista, la despenalización del aborto puede parecer un triunfo de la libertad de elección de la mujer. Sin embargo, es esencial considerar la perspectiva del ser humano no nacido, cuya vida se ve truncada en lugar de tener la oportunidad de nacer.
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