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Es el tipo de sensación que no te gusta sentir en una competición tan grande como los Juegos, pero es casi inevitable y muy humano. Brasil nos mató en el cuarto final y anotó la segunda derrota consecutiva para los de Scariolo, pero la gigantesca ventaja de no cruzarse con Estados Unidos hasta la final alivia bastante las penas.

De fondo retumban las quejas en pro del honor y la justicia condicional (o sea, cuando nos conviene), especialmente de todos aquellos que ya se veían en un cruce final sin las dos más grandes de por medio. No creo que haya habido el mensaje oficial de dejarse perder. Pero de ahí a que el equipo vaya a desgastarse por ganar un encuentro que no le va a entregar nada positivo, hay mil pasos. Si a la canarinha le va más la marcha, no era cuestión de forzar la situación. Sin más pataleo. El punto negativo es que, de nuevo, España ha demostrado no saber gestionar los momentos decisivos. Para una selección campeona del mundo y de Europa, es fundamental saber imponer la experiencia a la hora de la verdad, y si bien Brasil puede no ser un ejemplo válido, lo de Rusia y Gran Bretaña sigue escociendo en el equipo.

Es cierto que esta generación siempre ha ido con diésel y en la fase final es cuando mejor rinde, pero ya no hay tiempo para más experimentos. A partir de ahora, la derrota te saca de Londres, y no estamos como para regalar ninguna opción de medalla. Estos chicos son maestros en cambiar de marcha cuando más falta hace, y esperamos ver salir a otro conejo de la chistera en el próximo duelo. Será contra Francia, en cuartos, donde se verá a qué nivel está realmente el grupo.

Los galos también serán el rival en balonmano, tras la derrota frente a Croacia. En waterpolo, Montenegro. Cruces sanguinarios donde habrá que echar el resto para no hacer las maletas.

En busca del oro perdido
Seguimos con tres medallas, por cierto. Una, dos y tres. UNA, DOOOOOOOOOS, TRRRRR-REEEE-EEEEEEEEEEES. Nada, no funciona, sigue quedando escuálido. Ocupamos el privilegiado cuadragésimo primer puesto en el medallero, luchando frenéticamente contra potencias de la talla de Azerbaiyán o Mongolia. Como se despisten, se la liamos.

Son cinco menos que en Pekín a estas alturas, y en los últimos seis días va a tocar hacernos los héroes para sacar aprobado en estos Juegos. Mañana cae el oro de Alabau (sigo con los dedos cruzados desde el otro día), y en sincronizada un par de metales nos llegan seguro. Atención al taekwondo, porque el trío Joel González (campeón del mundo y de Europa en -58 kg), Brigitte Yagüe (¡¡la podéis leer en las entrevistas del 2+12!!) y Nico González (tercero en el último mundial en la categoría de -80 Kg) están a un par de días de ponerse en marcha. El jueves podemos rascar y tener premio de los grandes. Cambio al tenis por este trío de campeones en mis profecías gratuitas. Si fallo de nuevo, me tiro al Támesis.

En la resaca del sprint inhumano de Usain, tampoco hemos tenido fortuna. Jesús Serrano se ha quedado a un plato de luchar por el bronce en foso olímpico. Estamos hablando de un maldito tiro de 150 intentos. Quinto puesto meritorio, pero nuevo dolor neuronal para otra medalla que se escapa entre las manos.

En el O2 mantenemos la cabeza alta en gimnasia. En esta ocasión, Isaac Botella se ha marcado un buen sexto en salto. De todas formas, todavía nos es imposible no recordar a Gervasio cada vez que vemos el potro.

Mañana va a ser un gran día, seguramente el mejor de todos los Juegos en Londres para nuestra delegación (toma optimismo a última hora de la noche). Además de Alabau y la sincro, balonmano de chicas, hockey, triatlón (¡vamos Javi!) y, en letras mayúsculas, SEMIFINALES de waterpolo. Cogemos aire y sonreímos. El martes lo vamos a pasar muy bien.