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"Si no los conociésemos, hasta se pudiera pensar que velan por la noble causa del conocimiento de una de las lenguas propias de Euskadi. Pero ciudadanas, ciudadanos -con el devenir del nuevo orden, quizás estos vocablos den paso a otros más acordes, como súbditos y súbditas- los conocemos, y de qué manera"

El censo

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Leyendo el título de esta breve columna, los lectores bien pudieran pensar se trata de un estudio estadístico al uso para cualquier fin aséptico de la Administración, o bien de una crítica sobre la última de Shyamalan. Y sí, algo tiene de ambos supuestos, salvo que no es aséptico y sí es inquietante. San Sebastián, actual Bildugrado, eterno marco incomparable, ahora con el aliciente añadido de ver alguno de sus barrios transformado en prueba piloto, en ensayo putrefacto de vertedero libre. Audaz revisitación del Medievo, con adorables roedores incluidos. Pero no es ese el asunto que nos ocupa. A la incapacidad de gestión ya sobradamente demostrada, nuestro Gobierno municipal se ocupa en otros menesteres que se le dan mucho mejor: la intromisión en la libertad individual de los ciudadanos. El propósito no es otro que el de de indicarles el buen camino, una encuesta dirigida para comprobar el nivel de atención en vasco; garantizar que en la capital los establecimientos atienden correctamente en la lengua propia de los vascos. Que aunque en la ciudad la mayoría no utiliza, y en buena medida desconoce, es la suya. Y nuestros druidas están aquí, dirigiendo los destinos de San Sebastián para recordarlo. ¿Qué pensaban, que sólo padecerían sufrimiento y exclusión por razón de lengua los empleados públicos?. No no. No saben gobernar para todos y con todos, pero sí saben amargar la vida de todos. Si no los conociésemos, hasta se pudiera pensar que velan por la noble causa del conocimiento de una de las lenguas propias de Euskadi. Pero ciudadanas, ciudadanos -con el devenir del nuevo orden, quizás estos vocablos den paso a otros más acordes, como súbditas y súbditos-, los conocemos, y de que manera.

Nunca la lengua vasca había alcanzado tan altas cotas de aprendizaje, en tan breve espacio de tiempo. Y ninguna tampoco había suscitado tanto rechazo, una vez entendido que tal ejercicio de expansión es utilizado como arma de exclusión, de señalamiento, o lo que es peor, como pasaporte a las filas del nuevo y ¿flamante? Lanbide. Y la mayoría, silenciosa, atemorizada, acomplejada, lo asume como natural, si es que no lo aplaude aunque no sepa dar palmas; como triste pero inevitable designio de los nuevos tiempos, del nuevo escenario que nos hará más felices, más plenos, con una identidad a prueba de bombas. Asimilación u ostracismo.

Nos quedarán los reductos del hogar, de las amistades, pero al ritmo que vamos, ¿quién nos dice que la vida de los otros, no terminará siendo la nuestra? Todo sea por la normalización lingüística, tan inocente en sus fines como la normalización política, en este nuestro pequeño y envejecido espacio geográfico. 600 serán los comercios "testados" . "Debemos garantizar el uso del euskera en cualquier lugar y cualquier hora del día; y hemos visto la necesidad de incidir con mayor eficacia en su normalización en este sector". ¿Declaraciones de algún comisario político? No, no. Nerea Txapartegi dixit, edil delegada de Euskera del Ayuntamiento donostiarra. Una encuesta estratégica en sintonía con el censo ya iniciado por el Gobierno Foral del mismo color. Los establecimientos deberán estar en guardia, puesto que a la clientela habitual ahora hay que sumar vigilantes inesperados, y no me refiero al lechero que mentara Churchill. Aparecerá un "visitador", con perfil acreditado, of course.

                                                                                                                                                                                                                          Nicolás de Miguel

El censo

"Si no los conociésemos, hasta se pudiera pensar que velan por la noble causa del conocimiento de una de las lenguas propias de Euskadi. Pero ciudadanas, ciudadanos -con el devenir del nuevo orden, quizás estos vocablos den paso a otros más acordes, como súbditos y súbditas- los conocemos, y de qué manera"
Nicolás de Miguel
viernes, 20 de abril de 2012, 07:41 h (CET)
Leyendo el título de esta breve columna, los lectores bien pudieran pensar se trata de un estudio estadístico al uso para cualquier fin aséptico de la Administración, o bien de una crítica sobre la última de Shyamalan. Y sí, algo tiene de ambos supuestos, salvo que no es aséptico y sí es inquietante. San Sebastián, actual Bildugrado, eterno marco incomparable, ahora con el aliciente añadido de ver alguno de sus barrios transformado en prueba piloto, en ensayo putrefacto de vertedero libre. Audaz revisitación del Medievo, con adorables roedores incluidos. Pero no es ese el asunto que nos ocupa. A la incapacidad de gestión ya sobradamente demostrada, nuestro Gobierno municipal se ocupa en otros menesteres que se le dan mucho mejor: la intromisión en la libertad individual de los ciudadanos. El propósito no es otro que el de de indicarles el buen camino, una encuesta dirigida para comprobar el nivel de atención en vasco; garantizar que en la capital los establecimientos atienden correctamente en la lengua propia de los vascos. Que aunque en la ciudad la mayoría no utiliza, y en buena medida desconoce, es la suya. Y nuestros druidas están aquí, dirigiendo los destinos de San Sebastián para recordarlo. ¿Qué pensaban, que sólo padecerían sufrimiento y exclusión por razón de lengua los empleados públicos?. No no. No saben gobernar para todos y con todos, pero sí saben amargar la vida de todos. Si no los conociésemos, hasta se pudiera pensar que velan por la noble causa del conocimiento de una de las lenguas propias de Euskadi. Pero ciudadanas, ciudadanos -con el devenir del nuevo orden, quizás estos vocablos den paso a otros más acordes, como súbditas y súbditos-, los conocemos, y de que manera.

Nunca la lengua vasca había alcanzado tan altas cotas de aprendizaje, en tan breve espacio de tiempo. Y ninguna tampoco había suscitado tanto rechazo, una vez entendido que tal ejercicio de expansión es utilizado como arma de exclusión, de señalamiento, o lo que es peor, como pasaporte a las filas del nuevo y ¿flamante? Lanbide. Y la mayoría, silenciosa, atemorizada, acomplejada, lo asume como natural, si es que no lo aplaude aunque no sepa dar palmas; como triste pero inevitable designio de los nuevos tiempos, del nuevo escenario que nos hará más felices, más plenos, con una identidad a prueba de bombas. Asimilación u ostracismo.

Nos quedarán los reductos del hogar, de las amistades, pero al ritmo que vamos, ¿quién nos dice que la vida de los otros, no terminará siendo la nuestra? Todo sea por la normalización lingüística, tan inocente en sus fines como la normalización política, en este nuestro pequeño y envejecido espacio geográfico. 600 serán los comercios "testados" . "Debemos garantizar el uso del euskera en cualquier lugar y cualquier hora del día; y hemos visto la necesidad de incidir con mayor eficacia en su normalización en este sector". ¿Declaraciones de algún comisario político? No, no. Nerea Txapartegi dixit, edil delegada de Euskera del Ayuntamiento donostiarra. Una encuesta estratégica en sintonía con el censo ya iniciado por el Gobierno Foral del mismo color. Los establecimientos deberán estar en guardia, puesto que a la clientela habitual ahora hay que sumar vigilantes inesperados, y no me refiero al lechero que mentara Churchill. Aparecerá un "visitador", con perfil acreditado, of course.

                                                                                                                                                                                                                          Nicolás de Miguel

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