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Un informe de la ONU confirma la decadencia de la chabola en todo el mundo

La ciudad crece y la vivienda mejora (en general)

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Por primera vez en la historia de la humanidad, hay más gente viviendo en ciudades que en el campo. Si tomamos cada continente por separado, esto será también cierto –incluso en África y Asia– en el año 2030.

La tendencia mundial a la urbanización es bien conocida, y se considera como un proceso más o menos irreversible desde hace por lo menos ciento cincuenta años. De hecho, el ritmo de urbanización mundial era más rápido hace varias décadas y a mediados del siglo XX alcanzó su momento más álgido. Hacia 1950, 3 de cada 10 personas vivían en ciudades.

Lo que preocupa ahora es cómo hacer que esa mayoría tenga acceso a los servicios y oportunidades que les llevaron a mudarse a la cosmópolis: desde el agua potable en casa hasta la posibilidad de ir a la universidad. Así lo explica un informe reciente de las Naciones Unidas.

Uno de los efectos más conocidos de las migraciones masivas a ciudades es la formación de barrios espontáneos carentes de infrastructuras básicas. La favela brasileña es el mejor ejemplo, pero no el único. Entre 2000 y 2010, según las Naciones Unidas, 227 millones de personas abandonaron la miseria suburbana, y comenzaron a vivir en condiciones dignas.

El mayor avance tuvo lugar en Asia, donde 172 millones de personas dejaron la probreza extrema, al menos en lo que al estado de su vivienda se refiere. Dentro del continente asiático, como era de esperar, India y China han conseguido los mayores avances. Les siguen Indonesia y Vietnam.

En África también ha habido mejoras en este aspecto, aunque el progreso ha tenido lugar sobre todo en el norte del continente. En países como Egipto, Túnez y Marruecos, casi 9 millones de personas pasaron a vivir en barrios integrados en el ritmo “normal” de las ciudades entre 2000 y 2010.

En América Latina, 30 millones de personas dejaron atrás la favela en el mismo periodo.

Si tomamos a los países en vías de desarrollo, sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer: de los 58 millones de personas que anualmente se mudan a la ciudad, unos 6 millones terminan en barrios informales.

Una alta proporción de los inmigrantes que llegan a las urbes del mundo globalizado sufren de una “triple condena”: además de ser pobres, pertenecen a minorías étnicas y/o son mujeres. Estos son los sectores de la población que menos oportunidades tendrán de llegar a una situación ecónomica y vital próxima a la clase media.

India, China, Nigeria, Indonesia y Estados Unidos (en este orden) son los países del mundo cuyas ciudades crecerán más en las próximas décadas. Y todo parece indicar que la mejora en las condiciones de vida se corresponderá con el ritmo de crecimiento urbano. Es decir, la clase media ganará terreno a la pobreza de forma progresiva en todo el mundo.

No obstante, existen casos extremos: en Bangladesh, por ejemplo, el 71 por ciento de las viviendas urbanas carecen de infrastructura y servicios mínimos. Hay, también, muchas dudas acerca de la estabilidad política en diferentes regiones. Igualmente, una catástrofe natural o una crisis económica pueden torcer la curva de crecimiento de cualquier país.

Tampoco hay que ser ingenuo y pensar que el progreso erradicará los barrios de chabolas. Es más, estos suelen estar aislados de la ciudad a la que pertenecen: la gente los evita y evita pensar en ellos. Su marginalidad sólo contribuye a que perduren en el tiempo.

La ciudad crece y la vivienda mejora (en general)

Un informe de la ONU confirma la decadencia de la chabola en todo el mundo
Jaime Moreno Tejada
martes, 10 de abril de 2012, 12:47 h (CET)
Por primera vez en la historia de la humanidad, hay más gente viviendo en ciudades que en el campo. Si tomamos cada continente por separado, esto será también cierto –incluso en África y Asia– en el año 2030.

La tendencia mundial a la urbanización es bien conocida, y se considera como un proceso más o menos irreversible desde hace por lo menos ciento cincuenta años. De hecho, el ritmo de urbanización mundial era más rápido hace varias décadas y a mediados del siglo XX alcanzó su momento más álgido. Hacia 1950, 3 de cada 10 personas vivían en ciudades.

Lo que preocupa ahora es cómo hacer que esa mayoría tenga acceso a los servicios y oportunidades que les llevaron a mudarse a la cosmópolis: desde el agua potable en casa hasta la posibilidad de ir a la universidad. Así lo explica un informe reciente de las Naciones Unidas.

Uno de los efectos más conocidos de las migraciones masivas a ciudades es la formación de barrios espontáneos carentes de infrastructuras básicas. La favela brasileña es el mejor ejemplo, pero no el único. Entre 2000 y 2010, según las Naciones Unidas, 227 millones de personas abandonaron la miseria suburbana, y comenzaron a vivir en condiciones dignas.

El mayor avance tuvo lugar en Asia, donde 172 millones de personas dejaron la probreza extrema, al menos en lo que al estado de su vivienda se refiere. Dentro del continente asiático, como era de esperar, India y China han conseguido los mayores avances. Les siguen Indonesia y Vietnam.

En África también ha habido mejoras en este aspecto, aunque el progreso ha tenido lugar sobre todo en el norte del continente. En países como Egipto, Túnez y Marruecos, casi 9 millones de personas pasaron a vivir en barrios integrados en el ritmo “normal” de las ciudades entre 2000 y 2010.

En América Latina, 30 millones de personas dejaron atrás la favela en el mismo periodo.

Si tomamos a los países en vías de desarrollo, sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer: de los 58 millones de personas que anualmente se mudan a la ciudad, unos 6 millones terminan en barrios informales.

Una alta proporción de los inmigrantes que llegan a las urbes del mundo globalizado sufren de una “triple condena”: además de ser pobres, pertenecen a minorías étnicas y/o son mujeres. Estos son los sectores de la población que menos oportunidades tendrán de llegar a una situación ecónomica y vital próxima a la clase media.

India, China, Nigeria, Indonesia y Estados Unidos (en este orden) son los países del mundo cuyas ciudades crecerán más en las próximas décadas. Y todo parece indicar que la mejora en las condiciones de vida se corresponderá con el ritmo de crecimiento urbano. Es decir, la clase media ganará terreno a la pobreza de forma progresiva en todo el mundo.

No obstante, existen casos extremos: en Bangladesh, por ejemplo, el 71 por ciento de las viviendas urbanas carecen de infrastructura y servicios mínimos. Hay, también, muchas dudas acerca de la estabilidad política en diferentes regiones. Igualmente, una catástrofe natural o una crisis económica pueden torcer la curva de crecimiento de cualquier país.

Tampoco hay que ser ingenuo y pensar que el progreso erradicará los barrios de chabolas. Es más, estos suelen estar aislados de la ciudad a la que pertenecen: la gente los evita y evita pensar en ellos. Su marginalidad sólo contribuye a que perduren en el tiempo.

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